06. Trabajo honesto

2.6K 354 62
                                    

06. Trabajo honesto





Cuando Draco Malfoy abrió la puerta de su habitación no espero encontrar una carta sobre su mesa de noche. Se sentía cansado, la adolescencia le había llegado con más responsabilidades de las que creyó podía haber tenido, por ejemplo el hecho de tener que concentrase en sus estudios y asimilar que era padre. Pese a que Malfoy en realidad era apenas un muchacho dejando su etapa de niño, para él no existía en el mundo más que la palabra deber y rapidamente fue lo único quedó en su mente de todo lo que escuchó aquel día.

La carta contenía el sello de la familia Malfoy, al abrirla la caligrafía perfecta de quien es su padre, un gran señor de la aristogracia, se pierde poco a poco en cada reglón. Parece frustrado y la tinta es la prueba de esa frustración. Draco no puede asimilar qué es lo que inquieta a su padre así.

"Espero profudandamente hijo, que todo lo que hayas mencionado sea una broma de tal modo. Porque si no me escuchaste bien, solo dije que podía tolerar una amistad con el joven Potter, cuyo significado no es un posible compromiso. En absoluto. A pesar de eso, por Salazar, explicame qué se supone que significa que seas padre. Solo respuestas coherentes hijo mío, no me hagas pensar que has perdido la cabeza.

Tu madre y yo estamos muy afligidos. Pese a ese gran altercado, mis felicidades para ti, puesto que aunque sea un caso hipótetico o cualquier juego que hayas inventado, me alegra saber que serás un mago honorable y un orgullo para tu futura pareja.

P. D. No tienes trabajo en el ministerio. Por todos los cielos, ponte a estudiar.

Se despide amablemente, tu padre.

—Narcissa Malfoy manda un dulce beso".

Draco suspiró con indignación. Acostumbrado a una vida donde podía ser consentido comprendió que en este desafío esta solo. Una prueba total a su madurez y sensatez para saber qué hacer. Harry Potter no podía presentirlo, pero si alguien como Lucius logró formar una familia con Narcissa, no había poder sobre la tierra que hiciera a Draco un mal padre. O marido.
Se sentó en la silla frente al escritorio que tenía en la habitación. Pensó en los ojos de Harry Potter, en la sonrisa que le dió antes de irse a su sala común. Efectivamente, algo le estaba pasando y el chico no quería admitir que de alguna forma tenía que ver con Harry.

—Bueno, si mi padre no quiere darme trabajo tendré que buscarlo. —murmuró en voz alta. Por la ventana el reflejo del lago se movió en la habitación y sus muros.

Se levantó de asiento de inmediato cuando una idea cruzo su mente. Salió dandole un portazo a la puerta de madera, caminando por los pasillos con un andar de seguridad que tambaleaba su caminata de un lado hacia a otro, algunos ojos curiosos observaron al muchacho irse. Nadie podría creer hacia dónde iba.

Apenas salió fuera del castillo, Draco sintió el arrepentimiento de no ponerse una chaqueta o algún gorro. El clima había comenzando a helar, sobre todo en la tarde y en un día como ese tan nublado. Pero volver por ropa lo retrasaría. Caminó cuidadosamente por el camino que se extendía hacia la ladera donde estaba la humilde cabaña que siempre mantenía una chimenea humeante. Mientras más se acercaba y distinguía al semi gigante, pensó en que tenía la opción de dar media vuelta y quitar la idea de su cabeza.
No. Él no iba a retroceder, porque tenia que hacer algo por el futuro de Azulino.
Cuando ya estuvo solo a unos metros del hombre amigable, carraspeó. Él semi gigante se detuvo de alzar el hacha, donde cortaba tranquilamente la leña para las próximas semanas heladas.
Y sin medir sus propias expresiones, alzó ambas cejas sorprendido totalmente por el chico que estaba frente él.

–Estimado, Hagrid. —saludó cordialmente Draco. Acomodó sus hombros, dejando recta su postura y con el mentón un poco alzando elevó su voz. — Pensaba que podría necesitar ayuda, recuerdo esos buenos tiempo en primer año cuando lo ayude.

Sí, buenos tiempos. Corrió lo más rápido que pudo para encontrarlo y que pudiera ayudarle a mantener a salvo al muy valiente Potter. Tiempos curiosos.

—Oh, sí, Malfoy. Buenos tiempos, sí que lo fueron. —aseguró Hagrid. — Pero, me preguntó, ¿qué haces aquí?

Draco aspiró fuerte. No sabía dónde ir si el profesor se negaba.

—Pues, venía a buscar trabajo. Aprendo rápido y soy muy intelitente, se lo puedo asegurar. Es solo, que necesito esto, ¿sabe? Es por Azulino...el huevo.

Hagrid pareció entender el punto del niño frente él. Aunque no del todo. Este muchacho había sido muy grosero con su persona realmente, llamandolo de tantos nombres que le habían hecho sentir triste. Pero ahora se paraba ahí, pidiendole un favor amablemente, es más, solicitando su ayuda. ¿Quién dijo que su humilde tarea no era una cosa realmente buena? Ah, deberían escuchar a Hagrid.

—Eso suena bien. Si quieres puedes iniciar hoy mismo. Debo ir a buscar algunos Bowtruckles, ver cómo están. ¿Sabes que ellos protegen la madera que usan para las varitas? Bueno, no como tal las protegen, pero viven allí es casi lo mismo. Nos obsequian un poco de su hogar para hacer magia.

El muchacho asintió notablemente sorprendido. Hagrid caminó adelante, mientras él iba a su lado adentrandose al bosque, prometiendo que esta vez solo caminarían por las partes verdosas y no las profundidades misteriosas.

—¿Nacen de huevos?

—No, no. —soltó una risa alegre, que se oía más como un jo jo jo. — Ah, veo que tú y Harry aún no pueden distinguir qué criatura habita en su huevo.

Draco se resignó a no obtener respuestas sobre qué había en cada huevo. Lo que sí tuvo fueron clases gratis de Cuidado con las Criaturas Mágicas. Llegó a su habitación a las nueve de la noche, si su padre supiera que había estado tomando chocolate caliente en la casita de Hagrid probablemente estaría desmayado. Su padre tendía a exagerar sus ideas. Quizá su padre debía sentar cabeza como llamó Hagrid su responsabilidad para buscar trabajo.

Al día siguiente Draco camina directo hacia Harry Potter, saluda con un beso en la mejilla al muchacho y los dos se sonrojan a más no poder. Harry no sabe qué decirle. Y Draco se prepara irse de allí apenas pueda.

—Y-yo, oye sabes Potter, tengo trabajo. —agrega Draco Malfoy con la cara roja hasta las orejas. Le cambia de tema tan rápido como puede.

—¿Ah? ¿Cómo que trabajo?

La cara de Harry igual se ha puesto roja mientra abraza el huevo contra si mismo.

—Con Hagrid. Buen tipo, agradable en realidad y hace un chocalate caliente de maravilla.

Ambos muchachos caminan entre el pasillo, uno al lado del otro hombro con hombro. Nadie cuestiona la cercania de ellos cuando todos parecen ocupados ahora mismo.

Draco Malfoy sigue trabajando con Hagrid, le toma cierto gusto a las criaturas mágicas y el mundo de la fauna.
La próxima carta que Lucius lee señala un orgulloso "ahora tengo un trabajo honesto". Porque quizá el poder no lo sea todo.

No pasa mucho para que Harry descarte posibles criaturas nacidas del huevo: no un clabbert, diablillo, diricawl —este parece estar en duda entre Ron y Hermione sobre si es el suyo—, ghoul.

Quizá debían seguir investigando.

Good fatherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora