Capítulo 4

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Byul caminaba a paso tranquilo por la cafetería, manteniendo firme el agarre en la bandeja con su almuerzo. Un tazón de kimchi acompañado de una lata de Coca-Cola era el menú de hoy.

Los recuerdos de la noche del sábado aún se repetían en su mente, no fue una mala noche, simplemente fue peculiar en muchos sentidos.

¿Lo volvería a hacer? No, tal vez no.

De una manera para limpiar su consciencia, agarro esos recuerdos y los guardó en un cajón con candado. Tomó la llave imaginaria y el desechó tirándola al mar (también imaginario).

Problema resuelto.

Sus pies llegaron a su destino, colocó su bandeja sobre la mesa y se sentó. Al parecer hoy era su día de suerte ya que encontró una mesa sola para ella. Echó un vistazo a su alrededor tratando de visualizar a alguna de sus amigas, pero ninguna estaba.

— Supongo que comeré sola — se dijo a sí misma, una sonrisa se dibujó en sus labios al pensarlo mejor. — Genial, por fin paz y tranquilidad.

Apenas alcanzó a probar dos cucharadas de su amado kimchi antes que la mesa donde estaba sentada se llenará de sus ruidosas amigas. Seulgi tomó lugar a su lado derecho mientras que Wheein el izquierdo.

— Hola, unnie — dijeron las dos al unísono.

Byul solo se limitó a sonreír a manera de saludo, sus ojos centrados en su almuerzo que empezaba a enfriarse. Para su sorpresa, ni una de las dos siguió hablando, sino que se concentraron en su propia bandeja de comida. Viendo que las dos no comenzaba con el típico parloteo, se dispuso a seguir comiendo con tranquilidad.

Tal vez hoy sí era su día de suerte.

— ¡Ah, no soporto más este silencio! — gritó de repente Wheein.

— ¡Lo sé! Se sintió como una eternidad — añadió Seulgi.

Olvídenlo, hoy no era su día de suerte.

— Solo fueron 10 segundos de silencio, ¡10! — se queja Byul, resignada de tener que escuchar a sus hiperactivas amigas.

— ¿10? Wow, ese es un nuevo récord — ríe Wheein chocando los cinco con Seulgi por su nuevo logro.

— Agh, ustedes son imposibles — dice la mayor con fingido odio, pero al final desiste y sonríe por el comportamiento de sus amadas amigas.

— Gracias por el halago, unnie — contesta descaradamente Wheein, sus manos alcanzando las de Byul, y dándoles un suave apretón.

Byul se extraña por el gesto, pese a ello, decide ignorarlo. Sus ojos se desvían a su plato de kimchi aún tibio, su estómago le pide alimentarse, pero sus manos siguen atrapadas por Wheein.

— ¿Cómo lo llevas? — pregunta su otra amiga, esta comenzando a sobar su espalda de manera casi reconfortante.

Okey, esto se está poniendo raro.

¿Por qué sus amigas actúan como si ella estuviera triste o acabara de perder a un ser querido? ¿En serio luce tan mal para dar esa impresión?

— Explíquense — dice sin más, liberándose del agarre de ambas.

— No es necesario que reacciones tan a la defensiva — comienza Seulgi con ojos comprensivos. — Ya lo sabemos.

— ¿Ya saben qué? — pregunta la mayor confundida.

— No intentes negarlo, unnie. — sigue Wheein, mostrando la misma mirada compasiva. — Siendo sinceras a nosotras también nos tomó por sorpresa, es una pena.

Morning [Moonsun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora