Heme aquí, un ciudadano más, un ciudadano de muchos que vive en el yugo de la soberanía moderna, una ciudad llena de gente ocupada con sus vidas y con su trabajo y que, para mi sorpresa debere de cumplir el mismo destino hedonista del conformismo excesivo que revelaba la vida de lo material.
Gente conduciendo apresuradamente a sus trabajos de oficina con sus trajes extravagantes y corbatas con su nudo Wilson, otros en taxis exageradamente ruidosos e incesantes con el fin de llegar a la parada de su destino, cada claxon, cada grito estrepitoso de los conductores me causaba un disgusto tal que sentía que llegaba a la locura.
Los rascacielos eran un monumento en sí mismo, cada piso generaba una historia del cual muchos de aquí no estarían tan pendientes al oírla y no los culpo. Las personas ahora se concentran en su trabajo y recibir su jugoso cheque que los vuelve locos y los hace sentir que todo ese esfuerzo haya valido la pena para que al final, vuelvan a repetir su incesante ciclo de gustos.
Tal vez me esté sobrepasando en ese aspecto, pero uno necesita analizar las cosas más aun estos días tan ajetreados que no te permiten respirar tranquilo, o caminar de manera relajada hacia un lugar en particular, pero bueno. Es lo que esperas de esta enorme ciudad, este enorme reino.
Otro día viviendo en el reino metropolitano de New Donk.
Ya eran aproximadamente las 14:00 de la tarde de un aburrido lunes, cumpliendo mi labor como vendedor de materiales de jardinería al otro lado de la ciudad, aunque muy cerca de la alcaldía, donde yacía nuestra alcaldesa Pauline.
Limpiando de nuevo el mostrador cubierto de polvo, las ventanas empapadas por la humedad y alguno que otro sucio tiradero del suelo por parte de algún aprovechado que abusa de la buena voluntad del emprendedor. Malditos turistas.
T.N: Este día es super aburrido, pero al menos el aroma de las flores me mantiene hipnotizado. —Me dije.—
El bello momento de calma se interrumpió cuando un pequeño y peculiar ser apareció abriendo la puerta con fuerza, se le notaba agitado y con algo de sudor bajando de su rostro, manchas cafés en sus zapatos y fijando su mirada hacia mi persona. Instintivamente me puse detrás del mostrador para atender a la criatura reptiliana que apestaba a lo que podría pensar, era como el pelaje de los kongs.
¡¡¡: ¡Hey muchacho, atiéndeme rápido que tengo prisa! —Grito mientras caminaba a paso lento y dejando sus manchas por todo el piso el desgraciado.—
T.N: Eh... Ok señor, ¿Qué es lo que va a llevar?
¡¡¡: ¡Quiero 10 macetas grandes y tijeras para jardinería, rápido niño no tengo todo el día!
T.N: Muy bien señor, aquí tiene y que tenga buen día.
¡¡¡: Los tendré cuando me haya ido, en fin muchacho ¡Adiós! —Gritó azotando la puerta.—
T.N: Por las estrellas, que sujeto más amargado, y como dejo el piso lleno de manchas, si las tortugas tuvieran las pelotas fuera del caparazón se las patearía en un santiamén. Al diablo los recursos humanos ellos me pueden besar bien el culo.
Las horas iban pasando y los clientes se acumulaban a montón, uno esperaría que esto no fuera cotidiano, pero en esta ciudad cualquier cosa puede pasar, aunque me gustaría que pasara el día en el que los incesantes ruidos de los autos afuera de mi tienda cesasen, pero ya saben no todo se cumple en esta vida.
Ya era la hora de salida, me sentía listo para cerrar mi tienda y regresar a mi casa para descansar luego de un arduo día de trabajo, pero justo cuando estaba a punto de colocar el cartel de cerrad en la puerta principal, apareció una dama de cabello rubio, ojos azules y una gabardina de piel negra.
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Viendo a través de tu estrella
Fanficun segundo fanfic dedicado para el lector, tendrá vida dentro del universo de Mario y sus personajes. La monotonía en el reino metropolitano ahoga nuestra mente, las maravillas fuera de los limites son un regalo que nadie nota, mira hacia abajo y v...