Algunos dicen que el amor no muere.
Ese es un problema para Brian.
Él tampoco muere.
Roger y John, sí.
...
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🦇Esta historia la había ya subido en mi perfil, pero no me gustó cómo la estaba narrando, así que...
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🏉 Roger P.O.V. 🏉
Fue horrible volver a casa.
Los titulares respecto a lo que ocurría en Canterbury llegaron a la costa de la región con preocupante rapidez. John vivía cerca del bosque, y creer que le pasó algo a él... que mi John era una de las desafortunadas personas cuyos cuerpos habían sido encontrados en medio de los arbustos... me llenó de temor.
Fue un alivio que, apenas el carro se detuvo frente a mi puerta, las conocidas siluetas de Freddie y John se levantaron del porche y se acercaron a saludar. John se quedó en casa de los Bulsara la noche del primer ataque, y Lil, la mamá de John, había pedido que por favor se quedara con nosotros cuando llegásemos a la ciudad. Nosotros vivíamos al otro extremo del pueblo, lejos del peligro. El plan inicial era que John los alcanzara en Londres, pero necio como es no quiso perderse los últimos meses de clases.
A decir verdad, yo tampoco hubiese querido que se vaya. Lo hubiese extrañado mucho, y recién se acercaba lo mejor del año de graduación. La ceremonia de incorporación donde seguro John saldría de mejor egresado, la final del torneo de rugby donde me llevaría por última vez la Copa del Campeonato Local, y el baile de graduación, donde tanto John como yo corríamos en la lista para Rey y Reina del baile. Y sí, yo seré la reina, porque no hay mujer más bella que Rogerina y todo el curso lo sabe. No iré con vestido, pero si me molestan lo suficiente prometo considerarlo y ponerme hasta maquillaje, para despecho de todas las chicas del curso. Es una promesa.
—Rog —. La voz de John suena frágil y apagada, lo abrazo con fuerza y él se esconde en mi pecho. Siempre dijo que amaba el sonido de mis latidos, que en aquella canción notaba que mi afición por la batería debía de ser producto de aquel ritmo que marcaba mi propio corazón. Era un ritmo, que yo sé que solo le pertenece a él, porque era en esos momentos cuando estábamos solos y disfrutando juntos del silencio que se descontrolaba de alegría. Y en este instante estaba alegre, pues verlo vivo y a salvo me llenaba de felicidad —. Fue horrible.
—Yo sé, amor, Freddie me lo contó todo — afirmo, intercambiando miradas con el azabache de mi mejor amigo, quien sobaba la espalda de John con cierto cuidado maternal —. Mamá dice que te quedarás con nosotros, ¿hm? ¿Qué te parece?
—Me gusta la idea —sonríe, separándose del abrazo para regresar a verme. Lucía cansado, pero nada fuera de lo normal. Acomodé un par de mechones tras su oreja. Tiene el cabello corto, pero no lo suficiente para que sus ondas desaparezcan.
Ese domingo la pasamos los tres encerrados en casa puesto que mis padres consideraban peligroso que salgamos. No habían cancelado clases, lo cual era estúpido considerando que el colegio quedaba al lado del bosque, pero desde hace dos días que no habían habido reportes. La gente desaparecía, lo cual es inusual en un lugar tan pequeño y quieto como Canterbury, pero quien sea que los está abduciendo está ocultando mejor los rastros.
