Capítulo 7: Arrepentimiento

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Varios días pasaron mientras que Beitang Tang espiaba a su mujer. Aún no se atrevía a buscarla para llevarla a casa. Un día, que estaba decidido entró sin hacer ruido y vio a alguien con la cabeza cubierta hablando con su consorte.

-Mi señora Xia... -la persona con voz de mujer se arrodilló ante ella. -No entiendo porqué se niega a venir conmigo a palacio.

-Porque ese palacio ya no me pertenece. -Cerró los ojos con fuerza, respirando profundamente se dirigió a la persona que le hablaba. -No tengo nada que hacer ahí.

-Mi señora, hemos encontrado al heredero... al señor de Canis Maior.

-¿Cómo? ¿Ha aparecido? -Preguntó ella sorprendida.

-Así es mi señora... -La persona no se revelaba. -Vamos por favor.

Xia Bing estaba dudosa, no sabía si ir ahí o quedarse.

-Iré mañana aunque tardaré varios días en llegar. Ahora es muy tarde y prefiero estar aquí. -Respondió la princesa consorte.

-De acuerdo. Mañana vendré a buscarla. -Hizo una reverencia y se fue.

La princesa Bing estaba bastante impactada por lo que no se dio cuenta que alguien estaba escuchando su conversación. Esa persona se acercó con sigilo, la tomó de la cintura y le dio la vuelta. Ambos quedaron cara a cara. Ella abrió los ojos de la sorpresa, iba a decirle algo, pero esa persona no la dejó.

-Shh... no digas más. -Era el príncipe Tang quien habló. La empotró con cuidado sobre una de las columnas de la casa donde ella estaba. -Hace mucho que no te tengo así.

-Príncipe... -Xia Bing estaba un poco nerviosa, no sabía cómo reaccionar ante esto. -Soltadme, por favor.

-Nunca... -Tang Tang se acercó a los labios de su mujer, jugó bastante con ellos hasta que la  besó.

Ambos se fundieron en un profundo beso. De aquellos que jamás se dieron por falta de tiempo y de experiencia.

-Lo siento... -Dijo él agitado. -Sé que hice mal tratándote de esa manera.

-No, yo lo siento... siento haberte mentido... -Los ojos de la mujer estaban rojos. -Nunca pensé hacerte daño... -Ella logró soltarse de su agarre para abrazarlo.

Hundió su cabeza sobre el pecho de su marido. Tang la recibió con gusto. Habían pasado 3 años, en los cuales había extrañado tenerla en sus brazos. Besó la cabeza y la llevó a su habitación.

-Puedo preguntar ¿quién era esa persona? -Preguntó curioso.

Ella asintió con la cabeza. Lo tumbó con ella en la cama, se montó encima y empezó hablar.

-Era una sierva del palacio. Al parecer han encontrado a una persona que hará próspero nuestro reino.

-¿A qué te refieres con eso? -Quiso levantarse para besar a Bing, pero ella se le adelantó y lo besó.

-Hay una leyenda en mi reino... -Se bajó de donde estaba y se colocó a su lado. -Se dice que en tiempos de crisis, dos personas venidas de otro lado vendrán. Estas tendrán  las marcas de Canis Maior y Canis Minor en sus cuerpos. Ellos serán los que conducirán a nuestro pueblo a salir adelante.

Tang la observaba. Sintió que el Reino de Orión estaba preparando otro ataque contra el bienestar de sus vecinos colindantes.

-Iré a ver qué de cierto es esa leyenda. -Dijo ella. Cuando lo miró con confusión, Bing le cogió de la cara. -No dejaré que nadie vuelva a lastimar a tu gente. Mucho menos a ti.

Tang sonrió y la besó intensamente.

-Iré contigo... -Eso tomó de sorpresa a Xia Bing -Aunque seas mi consorte en las tierras zodiacales, yo soy consorte en las tuyas.

Oh! Mi príncipe MoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora