Epílogo

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Yeonjun despertó luego de un largo sueño. Se removió entre sus sábanas y se levantó, dispuesto a vestirse y comenzar el nuevo día.

Mientras ajustaba la túnica y la capa, Yeonjun notó las múltiples marcas violetas en su piel, esparcidas por todos lados; Soobin había estado siendo muy brusco y dejando muchas marcas. 

Seguramente Ahn iría a buscarlo para que lo llevara a los jardines y le ayudara a cuidar de sus flores, donde le había contado que olía a hogar. Yeonjun sonrió, su hijo ya tenía siete años, y le quedaban muchos más por delante. 

Mirándose al espejo, Yeonjun le sonrió a su vientre, aún sin señas de lo que crecería ahí. Esperaba que también pudiera tener una vida feliz. 

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ㅡ¿Y si no me reconoce?ㅡpreguntó Yeonjun. 

ㅡLo hará, créeme. 

Soobin lo guiaba por el camino, y le seguía pareciendo sorprendente lo feliz que lo hacía eso; Soobin estaba vivo. No fue una ilusión, ni un espejismo, el hombre de verdad estaba vivo. 

Estaban en el sur, Yeonjun iba por Ahn, Soobin, además, debía darle una noticia a la mujer que vivía en esa linda casa. El doncel había visto con pena lo avergonzado que lucía Soobin cuando le dieron una espada larga y pesada, la señal de que debía dar la noticia de la muerte de alguien. 

Yeonjun no había notado la magnitud de su miedo hasta que se detuvieron frente a la puerta del hogar. Soobin respiró hondo y apretó con delicadeza su mano, lucía triste y nervioso, pero aun así llamó a la puerta. Les abrió una mujer, tenía el cabello largo cubriendo su cara, pero no podía ocultar sus ojos rojos de llanto. 

ㅡ¿E-es cierto?ㅡsusurró. 

Soobin asintió con pesar y soltó la mano de Yeonjun para ofrecerle la espada a la mujer. 

ㅡSiwon dejó esto para ti, esto y más. Su amor vive contigo. 

La mujer se estremeció, tomó la espada y reparó en Yeonjun. Con un suspiro y cierto recelo, se apartó de la puerta para dejarlos pasar. 

ㅡEstá en el jardín. 

Yeonjun dirigió su vista a Soobin con duda, pero él solo hizo una mueca que pretendía ser una sonrisa y asintió. 

ㅡVe con él. 

El jardín era un lugar lindo, pero para Yeonjun fue imposible prestarle atención, porque su hijo estaba ahí, sentado entre la hierba, con el sol acariciando su piel y el viento peinando su cabello. 

Yeonjun reprimió las lágrimas, y con cuidado se arrodilló frente a él. Entre sus pequeñas manos sostenía un manojo de flores azules llenas de vida. 

¿Ahn?ㅡsusurró. 

Su hijo levantó la cabeza y se tensó visiblemente. 

Ahn, soy yo, soy. Papá. 

Con miedo acercó una mano al brazo de Ahn, pero el niño retrocedió un poco. Yeonjun apretó sus labios y esperó a calmarse un poco para poder hablar, sin embargo, en vez de eso, una idea le vino a la mente. 

La melodía salió desde lo profundo de su alma, haciendo temblar hasta el viento que los rondaba. Tarareando, como si estuviera arrullando de nuevo a su pequeño hijo. 

Ahn lo escuchó con atención. Se acercó un poco. Y escuchó. Una pequeña sonrisa se asomó hasta dejar ver sus pequeños dientes. Escuchó, escuchó y escuchó, y Yeonjun cantó una y otra vez, dispuesto a cantar el resto de su vida si era necesario para despertar la memoria del corazón de su hijo. 

Y entonces Ahn, su hijo, lo abrazó. 

Ahnㅡya no se preocupó por controlar el temblor de su voz y las lágrimas o los sollozos, simplemente apretó a su hijo contra síㅡ. Ahn.

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Yeonjun terminó de vestirse, debía ir a desayunar y a pasear con Ahn al jardín antes de dirigirse a la sala del consejo para resolver los asuntos que un Rey debe resolver. 

Después de la muerte de Kai, Yeonjun regresó a su lado del mundo a buscar a Ahn y completar todo lo que le esperaba. Había mucho que hacer, como regresar a su gente a su hogar, restaurar el orden político y, después de largas audiencias y negociaciones, asumir el trono del Norte. 

Beomgyu a veces los visitaba, cuando no estaba ocupado siendo el médico personal del doncel que lideraba de la mejor manera su país al otro lado del mar. Yeonjun y Soobin encontraban en él muy seguido a un amigo, sin ignorar que él les salvó la vida a ambos.

Soobin fue un gran apoyo y se unieron hasta que resolvieron la mayoría de sus problemas. Su único conflicto persistente y preocupante eran los seguidores de Kai, que estaban marcados con una 'K' en su palma. Todos estaban admirados con el hombre que nació siendo un simple campesino y no tuvieron problema con que asumiera el mando al lado del doncel. Sin embargo, para Yeonjun seguía siendo el hombre que amaba con todo su corazón. 

Yeonjun se acercó a la puerta y tiró de ella, pero no se abrió. 

Tiró de nuevo, pero no cedió. Yeonjun respiró hondo, intentando calmar su corazón y las miles de voces preocupantes que surgieron en su mente. 

ㅡ¡Guardiasㅡllamóㅡ, abran!

Yeonjun esperó unos momentos, inhalando y exhalando, tratando de ignorar el nudo en su garganta. Llamó una vez más y algo se deslizó debajo de la puerta. 

Un pequeño trozo de hoja que Yeonjun no dudó en recoger con el ceño fruncido. 

"No tiene idea de cuánto lo sentimos, pero nos han amenazado con nuestra familia para asegurarse de que la orden del Rey Soobin de que no saliera sea cumplida. No tenemos permitido dejar entrar ni salir a nadie más que al Rey"

Sus ojos repasaron las líneas tres veces más y, cuando las palabras cobraron todo su sentido y tocaron su entendimiento hasta lo más profundo de su ser, Yeonjun gritó. 

Cavea. Del latín. Jaula



ㅡHuitzi Danielle. 
11/02/2022

Cavea [Soojun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora