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RIVALRY ❝ capítulo diecinueve ! ❞ RÍO SWEETWATER
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EL FIN DE SEMANA FUE UN DESASTRE. Lo pasé principalmente mirando mis paredes de color sangría en blanco y escuchando a mis amigos disculparse por lo que me había pasado.
Apreciaba el consuelo, pero se estaba convirtiendo en algo excesivo. Cada 'lo siento' encendía un interruptor en mi mente que se dirigía a la serie de flashbacks.
Sus mugrientas manos se clavaron en mis costados, deslizándose por todas las grietas que prefería mantener en la oscuridad. Los gruñidos lascivos que dejaba salir de entre sus labios húmedos resonaban por toda la habitación.
Mis pensamientos terminaron abruptamente. Sentí que me asfixiaba, que me ahogaba incluso, en mi propia desesperación.
Mi habitación permaneció a oscuras durante los dos días. El miedo que una vez tuve se convirtió en mi nuevo refugio, el escape de mi existencia física.
Llegó el lunes, pero ni tan siquiera intenté levantarme y enfrentarme a mis compañeros. Todo el mundo conocía mi situación a estas alturas y no quería que me bombardearan con preguntas y miradas.
Mi madre me dijo que no tenía que hacerlo. Mi padre me explicó que iba a interrogar a Nick. Por alguna razón, la duda estaba en sus ojos, como si no me creyera, y eso me destrozó.
Reggie llegó a explicarle con detalle lo que había sucedido y lo que había visto, lo mismo hizo Archie, pero aún quedaba la duda en sus pupilas. Nunca se desvaneció.
Pasé innumerables horas llorando en el pecho de mi madre, incapaz de asimilarlo todo, especialmente que mi padre no nos tomara la palabra a mí, a Reggie y a Archie. Supuso que era una especie de malentendido, pero me di cuenta de quiénes eran los St. Clair.
Eran ricos. Eran conocidos, muy prestigiosos. A todo el mundo le gustaban. Toda insinuación negativa que se lanzaba era un malentendido, y mi situación no era diferente.
No habría justicia para mí.
Reggie le rogó a mi madre que se quedara en casa y me cuidara, aunque ya no era necesario.
El daño estaba hecho.
Ella le dijo que tenía que ir a la escuela de todos modos, aunque a mí no me hubiera importado que se quedara conmigo. No era seguro que estuviera sola. Temía que Nick volviera y terminara lo que había empezado.
Me senté en mi cama, acurrucada en una inmensa cantidad de gruesos edredones. Mis ojos estaban concentrados en el pomo de la puerta, pero de vez en cuando echaba un vistazo a mis ventanas cubiertas por un velo. No podía evitar temblar porque estaba muy asustada.
Finalmente decidí que no podía dejar que esta ansiedad me controlara. Salí de mis escudos y me arrastré hacia mi armario.
Pasé las manos por las telas. Observé los vestidos cortos que probablemente acabarían acumulando polvo.
