Eran demasiadas preguntas que no lo dejarían conciliar el sueño en paz. Por lo que decidió fijarse qué podría haber allí debajo. Junto a la linterna del celular se fue acercando a aquel hueco cuadrado en el piso, por el cual se fue asomando y pudo divisar lo que parecía ser un pozo. Bajar a ese lugar podría parecer una locura, pero quedarse arriba también podría serlo. Por lo que —con el corazón en la boca— se animó a descender por aquel estrecho hueco. Allí dentro podrían caber tal vez unas tres personas arrinconadas. Se sentía como un pozo sin agua, en el que reinaba una oscuridad abrumadora. Parecía ser un vacío sin fin hasta que con la luz de su celular pudo captar el estrecho lugar donde se encontraba. Lo más aterrador no eran las telas de araña, o las mismas arañas que se encontraban por encima, sino que en aquel pozo de refugio había lo que parecía ser la entrada hacia un pasadizo aún más oscuro y siniestro de lo que ya todo el ambiente podía resultar. ¿Era acaso un sótano? Aquello no estaba registrado en la propiedad. Rodrigo se sentía en un limbo, pero sin la certeza de saber cuál vendría siendo el infierno, si arriba con quién sabe qué o quién estuviera encima, o a través de aquel pasadizo oscuro. Sea como fuere, no podía quedarse atrapado en aquel pequeño rincón para siempre. O subía, continuaba. Pero el miedo era tan voraz que no le dió tiempo de analizar las cosas con precisión, por lo que decidió continuar por aquel estrecho pasaje. Sabía que tal vez su vida podría correr peligro, pero no quería morir sin saber qué carajos estaba pasando en su nuevo apartamento.
Rodrigo avanzó lentamente por el oscuro camino, iluminado por su celular, el cual ya comenzaba a flaquear en la batería de tanto tenerlo con la luz flash encendida durante la noche. Rezaba que aquella luz blanca le durara lo suficiente para descubrir la verdad y escapar de allí con vida.
El pasadizo estaba repleto de mensajes raros, como si hubieran sido escritos para que ninguna persona en el mundo las entendiera, o al menos, nadie con vida. En las paredes habían símbolos extraños con formas de ojos que parecían observar el camino taciturno de quien se atreviera a adentrarse hacia el infierno. Tal vez era el miedo que cortaba cualquier suministro de raciocinio, pero Rodrigo podría jurar que se iban moviendo conforme él avanzaba. El camino era tan largo y silencioso que a cada rato se veía obligado a ver hacia atrás por si algo lo llegara a sorprender. Rodrigo sentía que entre la oscuridad, algo lo observaba constantemente.
Avanzó rápido, lo más rápido que pudo, hasta llegar a una especie de "habitación" por si se le podría llamar de alguna manera, pero que más parecía ser un mausoleo, o un lugar de rituales sospechosos. El olor a encierro y soledad se impregnaba en la piel de quien se atreviera a pararse allí, justo en el centro, donde estaba Rodrigo observando a su alrededor. Nada bueno le transmitía ese lugar. Sentía que debía salir corriendo antes que las cosas se pusieran aún más inquietantes. Aunque en verdad, lo más perturbador no era que debajo de su casa hubiera un lugar tan espantoso como ese, sino el hecho de que alguien consiguiera vivir en la completa oscuridad y con aquel olor a soledad y tal vez... a muerte que reinaba ese sitio.
Su celular, con la poca batería que ya le estaba quedando, seguía alumbrando todo a su alrededor. Y lo más impactante fue descubrir un par de colchones tirados con unos almohadones sucios en el suelo. Alguien vivía allí en condiciones deplorables. «¿Cómo es que esto no aparecía en los planos de la casa?» pensó Rodrigo bastante consternado. Al parecer, habían intrusos viviendo en la profunda oscuridad de su casa. Aquella especie de sótano se volvía cada vez más siniestro conforme Rodrigo iba descubriendo más cosas inquietantes en él, como algunas inscripciones extrañas en las paredes y el techo. Eran inteligibles a simple vista, pero entre ellas había una que resaltaba:Su alma arderá de la misma forma que ardió la que tuvieron en sus manos
¿A qué se refería aquel mensaje? ¿Qué almas iban a arder y por qué? Muchas interrogantes que en ese momento no podía hallarle sentido debido a la sensación de pánico que no hacía más que crecer. Aquella sensación inquietante se incrementó cuando al iluminar hacia el rincón más oscuro del sótano, pudo ver lo que parecía una especie de cara pálida asomándose en las penumbras. Rodrigo perdió al instante el control de sus manos, dejando caer al celular en el suelo. Y aunque la habitación quedara a oscuras, aún podía distinguir aquel rostro pálido y difuso que lo hacía temblar de miedo. Por lo que agarró nuevamente el celular en sus manos y apuntó hacia aquel lugar... Su sorpresa fue enorme cuando vió que el rostro que parecía mirarlo, en realidad estaba mirando hacia la nada misma. Tal vez siquiera se había percatado de que aquel muchacho estaba allí. Su mirada era fría, tanto como su piel. No había reflejo de vida en aquella persona que parecía estar escondida en la pared detrás de algunos ladrillos. Sin embargo, al acercarse pudo notar con más detalle dos cosas: que tenía la boca cosida con un hilo rojo, y que a su lado había alguien más. Una mujer en las mismas condiciones: mirando hacia un punto muerto y la boca ensangrentada por las costuras. Rodrigo quería gritar, pero tenía miedo de llamar la atención de quien fuera que estuviera arriba. Sin dudas, estaba ante la atroz escena de un crimen que con cada segundo se iba volviendo más aterradora. Cada rincón de aquel sótano oscuro parecía esconder un gran secreto, como el altar con velas que halló en una esquina. Había rastros de sangre por todos lados, y justo en medio, la foto de una chica de la cual no estaba seguro si superaba o no la mayoría de edad. Detrás de aquella foto había un nombre: Mercedes Silveira. La fotografía parecía algo antigua, como de dos décadas atrás, por lo que aquella mujer si estuviera viva, estaría rondando los cuarenta años.
Todo era demasiado turbio para seguir soportándolo, por lo que Rodrigo simplemente decidió escapar justo al ver que su celular ya no aguantaría más de un par de minutos encendido.
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Se oculta en las sombras
TerrorEl terror más profundo en el inconsciente colectivo de la humanidad, se esconde siempre en la oscuridad. En el rincón más abandonado de la cotidianeidad. Lugar donde yace el peligro como un depredador hambriento de miedo, y al que intentamos huir de...