4. Deudas y nueva banda

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Maya

Vi la cabellera rubia desaparecer entre el gentío. No tenía ni la más mínima idea de quién era, pero por el brillo travieso en sus ojos supuse que tramaba algo. ¿Qué quería de Miles?

—Maya, necesito que me cubras un segundo— me pidió Vivianne.

Miré alrededor y solo vi gente y más gente.

—Vivi, ¿estás loca?— seguí preparando bebidas— Apenas podemos juntas, ¿cómo quieres que me encargue yo sola?

—Solo será media hora, mi novio ha tenido un problemilla.

Un problemilla llamado cocaína. El novio de Vivi no era la mejor influencia del mundo, pero, según ella, se amaban mucho. Le había advertido mil veces de que eso no era amor, pero ella seguía con esa idea en la cabeza. Por suerte Vivi no estaba metida en toda esa mierda.

—Viv...

—Gracias, eres la mejor.— me dio un sonoro beso en la mejilla y procedió a quitarse el delantal para después salir por la puerta trasera.

—¡Bonita! Otro martini por aquí.— escuché por la barra.

Tú puedes, May.

Suspiré mientras reunía toda la paciencia del mundo y plasmaba una sonrisa en la boca mientras seguía trabajando, aunque con mayor velocidad. No solo debía atender las personas que se encontraban en la barra, sino también de las que ocupaban las mesas repartidas por el bar. Era muchísimo trabajo y no podría hacerlo sola.

Sí que puedes.

Los primeros diez minutos fueron un infierno. Los borrachos no eran fáciles de lidiar, pero conseguí atender a los clientes cada vez más rápido. La barra normalmente no estaba llena ya que la gente prefería las mesas para tener una mejor vista del escenario, pero Mason no había hecho acto de presencia aún.

Miré el reloj otra vez y vi que llegaba cuarenta minutos tarde. No era la primera ni la última vez que ocurría aunque me extrañó no ver a un Miles malhumorado por su comportamiento. Pero a lo lejos lo localicé saliendo del pasillo junto al chico rubio de antes y un chico moreno a su lado. Iban hablando con tranquilidad hasta que Miles señaló el escenario vacío con la barbilla. Los chicos se miraron entre sí y se encaminaron hacia la tarima. Fue ahí cuando los engranajes de mi cabeza empezaron a trabajar y rodar.

¿Acaso Miles planea sustituir a Mason?

Si ese era el caso, rezaba porque fuera así. Muchas quejas se habían presentado respecto al comportamiento de Mason, y tanto Miles como yo sabíamos que eso iba a suponer un problema para el bar. No había manera de hacer entrar en razón a Mason y nos estábamos quedando sin ideas ni recursos. Pero por lo visto Miles ha encontrado su última esperanza.

Sin despegar mi mirada del escenario noté la presencia de Miles a mi lado.

—¿Quiénes son?

—Unos chavales que supuestamente saben tocar.

—¿No te sabes ni sus nombres?— lo miré divertida.

—Landon y Nick, o algo así.

Asentí con la cabeza y volví a fijarme en ellos. Estaban encima del pequeño escenario cutre mientras revisaban los instrumentos que disponía el bar. El rubio estaba sentado tras la batería mientras revisaba los platillos y el chico moreno pasaba sus manos de forma distraída por las cuerdas de una guitarra eléctrica y acto seguido la afinó a su gusto.

Elocuencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora