Logan
—Deberías bajar el ritmo después del estribillo— me giré hacia Nixon—. El cambio no debe ser tan brusco.
—Estás muy exigente últimamente.—rodó los ojos.
Llevaba dos días con una sensación de nervios y ansia, como si tuviera un peso en el pecho que no me dejaba respirar tranquilo. Había tenido esa sensación varias veces antes, cuando veía a Maya.
—No es cierto— me volví a girar, dándole la espalda.
—Miéntete a ti mismo si quieres, pero mentirme a mí no te va a servir de nada.
Nixon y su maldito sexto sentido.
A veces ignorarle era la mejor opción así que me quedé callado mirando la partitura que tenía delante. No estaba de humor para sus comentarios, y pareció notarlo.
—¿Quiere algo más, excelencia?— me preguntó irónicamente.
—Probemos una vez más. Desde el principio.
—Como usted desee, mi lord.
No hizo falta girarme, sabía que una maldita sonrisa estaba plasmada en sus labios, pero el sonido de las baquetas chocar entre ellas rompió el silencio y dio paso al estruendo de la batería y lo tomé como la señal para mover mis dedos entre las cuerdas de mi guitarra. Era un domingo muy pronto por la mañana, y como cada semana, Nixon y yo veníamos al Hideout para ensayar las canciones que tocaríamos durante la semana. Llevábamos dos horas y ya habíamos practicado algunas de las canciones en la lista y simplemente estábamos improvisando y modificando algunas partes. Esta vez, Nixon se estaba adaptando a la canción y a mi guitarra, de forma que todo sonaba más coherente y fluido.
Tras terminar la parte que estábamos practicando, me giré a Nixon con una sonrisa de satisfacción.
—¿Qué te ha parecido?— Nixon soltó las baquetas y me miró con una sonrisa, esperando mi respuesta con la respiración algo agitada por sus movimientos.
—Bien hecho, Nix— levanté la comisura derecha y eso fue suficiente para hacerle saber que habíamos estado increíbles.
Éramos muy buenos, y no había nada de malo en reconocerlo.
Miró el reloj en su muñeca con un tic algo nervioso en su labio. Parecía ansioso, como si esperara la llegada de alguien. Fui a preguntarle, pero su voz se adelantó.
—Voy a buscar agua—Nixon se levantó del taburete.
Bajó del escenario de un salto para ir directo a la pequeña nevera tras la barra. Agarró una botella y la lanzó al aire para volver a cogerla con agilidad. Nixon estaba acostumbrado a ese movimiento, lo hacía siempre con sus baquetas.
—¿Quieres?— levantó otra botella con una ceja alzada.
Asentí con la cabeza mientras me descolgaba la guitarra.
—Atrápala.
No me dio tiempo a reaccionar lo suficientemente rápido cuando vi la botella volar en mi dirección. La atrapé a varios centímetros de mi cara, de lo contrario, hubiera impactado con fuerza en mi nariz. Gracias a Dios había reaccionado rápido.
—Podrías haber avisado antes— le fulminé con la mirada—. Casi me rompes la nariz.
—No seas dramático, confiaba en tus reflejos.
—¿Me ves con cara de Spider-man?— le vacilé ganándome una carcajada por su parte.
Abrí la botella sin esfuerzo y le di varios sorbos. Hoy apenas había cantado y mi garganta estaba prácticamente perfecta, pero había veces que notaba cierta molestia tras cantar todos los días varias horas.
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Elocuencia.
Teen FictionLa elocuencia es la principal cualidad para subirse al escenario. Maya había dudado toda su vida de si realmente tenía lo necesario para triunfar. La adrenalina que había necesitado todo este tiempo, apareció una noche en su local. Y tenía nombre y...