8. Camarera en apuros

5K 434 433
                                    

Maya

Yo cantando frente un público.

Esa simple imagen me resultaba tan remotamente imposible, que estaba cien por cien segura, que pertenecía a una realidad paralela a la mía. Por mucho que yo quisiera superar la fobia, siempre había algo anclándome en el suelo, causándome un picor insoportable en la garganta, y ya ni hablar de la sensación de claustrofobia de solo pensarlo. Más de una vez me había preguntado de dónde salía esa ansiedad e intenté recordar si se debía a algún trauma de mi infancia o algo relacionado, pero únicamente conseguía ver lagunas demasiado borrosas. Así que supongo que seguiría siendo un misterio.

La lista de personas que conocían mi pánico escénico era corta, y prefería siguiera de ese modo, no quería—ni necesitaba— la lástima de nadie. Ya me bastaba con la infinita insistencia de Miles para cantar en público como para añadir más presión sobre mí. Kiara, por otro lado, desistió hace varios años al ver lo reacia y cerrada que me mostraba ante el tema, así que decidió no presionar de más, cosa que agradecí eternamente; pero debo añadir dos personas a esa lista, y no puedo evitar maldecir entre dientes tras recordar lo sucedido.

¿Cómo podía haber sido tan tonta y descuidada?

Los ojos brillantes de Nixon seguían grabados con fuego en mi cabeza, y llevaba recordando al menos dos veces al día la expresión indiferente que mostró Logan, como si no le sorprendiera. Ambas reacciones fueron completamente distintas, pero tuvieron el mismo impacto en mí.  

En ese momento tenía a una Kiara que seguía en shock mirando a un punto fijo tras la barra. Había decidido contárselo tras una semana porque primero necesitaba asimilarlo yo, y me consoló un poco ver que su reacción no fue tan distinta a la mía, no me hacía sentir tan patética. Así que esperé y esperé varios minutos, hasta que poco a poco la peli azul fue cobrando consciencia.

—No sé si me molesta más el hecho de que no me lo hubieras contado hasta ahora, o que ellos hayan tardado menos que yo en escucharte— se mostró indignada—¡Yo tardé tres años en escucharte, y ellos apenas un mes!

—En mi defensa diré que no sabía que estaban ahí. Lo último que quería era que me escucharan cantar— me lamenté.

—Ni defensa ni mierdas, eres una traidora.

Le pegué un fuerte golpe con el trapo que tenía entre las manos.

—Te dejas engatusar por los primeros abdominales que ves pasar. Me pensaba que eras diferente, May— negó con la cabeza en desaprobación.

—¡No les he visto los abdominales!— bueno, tal vez sí, pero no tenía por qué saberlo.

—¡Pero estás ansiosa por verlos!—me quedé callada y me señaló con su dedo de forma inquisitiva— ¡Lo sabía! Eres una traidora.

—Y tú una exagerada.

Paseé mi mirada por el bar en busca de Miles, pero no estaba ahí. Eran las diez y cuarenta de un viernes por la noche y el bar se estaba empezando a llenar, y aun así tampoco visualicé la cabellera rubia de Vivi, pero a estas alturas ya no me sorprendía su ausencia.

—¿Y qué pasó después?— Kiara apoyó los codos en la barra.

—Nixon me ofreció que cantara con ellos.

—¡¿Qué qué?!— su chillido resonó más fuerte que la música de ambiente.

—Shh, ¡cállate!— le tapé la boca con ambas manos, pero no tardó en zafarse.

—¿Y qué le dijiste? Dime que aceptaste, por favor, por favor...

—Tú que crees.— la miré levantando una ceja.

Elocuencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora