Maya
—Ahora mismo— sonrió Nixon.
—¿Ahora mismo?— pregunté abriendo los ojos.
—Sí— contestó Nixon con toda la naturalidad del mundo. .
—¿Te refieres a ahora, o dentro de un par de días?
Dios, era consciente de lo ridícula que estaba sonando, pero apenas había tenido tiempo para mentalizarme de que había aceptado un acuerdo para entrar a una maldita banda de música. Eso significaba cantar frente a ellos, y peor, frente a un público. Aunque técnicamente, Nixon y Logan ya me habían escuchado cantar, pero fue un acto a traición.
—¿Tú que crees, listilla?
Logan estaba aún de brazos cruzados, con un aire malhumorado y con una expresión tan fría que mandó un escalofrío directo a mi espina. Parecía que no quería estar ahí presente, pero el brillo en sus ojos lo delató. Sabía que le gustaba burlarse de mí para sentirse superior.
—Creo que, por el bien de tus arrugas en un futuro, deberías de dejar de fruncir el ceño— refunfuñé enfadada.
Me hacía sentir como una niña pequeña y quería borrar esa maldita sonrisa que se estaba formando en sus labios, pero para mi desgracia conseguí el efecto contrario. Y entonces los vi. Unos pequeños hoyuelos en cada mejilla. Mis ojos se quedaron fijos en ellos y poco a poco deslicé mi mirada de nuevo a esos ojos grises. Para mi sorpresa me devolvió la mirada sin malas intenciones, incluso me atrevería a decir que la faceta fría que siempre portaba se desvaneció, pero fueron apenas unos segundos.
—Respondiendo a tu pregunta absurda, me refería a empezar ya mismo. Hoy. Ahora—Nixon marcó cada sílaba, aunque la respuesta ya era obvia desde un principio.
—¿Entonces qué hacemos?— Kiara preguntó.
—Sugiero tocar algo juntos— Nixon se rascó la nuca—. Simplemente para ver si nuestra dinámica como grupo funciona.
Tenía sentido. Personalmente creía que la química era algo instintivo, natural y que pocas veces se podía crear desde cero. Por ese motivo, si una banda no tenía cierta química al principio es muy difícil hacerlo funcionar.
—¿Y qué canción tocamos?— pregunté mientras subía a la pequeña tarima.
—Improvisaremos.
—¿Qué?— me giré hacia Logan, escéptica.
¿Quería que empezáramos a improvisar de la nada? ¿Sin partituras ni pautas?
—Ya me has escuchado— me desafió con la mirada.
—Claro que te he escuchado, no soy sorda— fruncí el ceño.
—¿Entonces, cuál es el problema?
Se recostó otra vez contra la pared sin descruzar los brazos. Su mirada seguía siendo desafiante y parecía estar ansioso por escuchar mi respuesta, atento a cualquier ataque que viniera de mi parte, y de inmediato supe que me estaba poniendo a prueba.
¿Quieres jugar, Maxwell? Pues vamos a jugar.
—Ninguno— solté de golpe—. Deberías empezar tú, ha sido tu idea.
Sonreí triunfante pero ni se inmutó. Se movió con una tranquilidad casi asfixiante hacia el escenario y con sus grandes manos cogió su guitarra, se pasó la banda por los hombros adoptando una expresión facial de pura superioridad.
—Cuándo quieras.
Sentí mi sangre hervir.
—Aunque creo recordar que no sabes tocar ningún instrumento, ¿me equivoco?— Logan inclinó un poco la cabeza hacia delante y me observó a través de sus espesas pestañas.
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Elocuencia.
Teen FictionLa elocuencia es la principal cualidad para subirse al escenario. Maya había dudado toda su vida de si realmente tenía lo necesario para triunfar. La adrenalina que había necesitado todo este tiempo, apareció una noche en su local. Y tenía nombre y...