Una balada nocturna.

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Por fin había llegado. Después de unos nerviosos cuatro días, llegó el día de San Valentín. Muchos veían ese día como una oportunidad de declarar su amor a otros. Muchos otros lo ven como una oportunidad de quedarse solos en casa mientras sus padres lo celebraban entre ellos. Y otros lo celebraban con sus parejas.

Shuichi se quedó mirando el elegante esmoquin que lo observaba desde la cama. El día que fue a comprar con Kaede, la rubia le aconsejó llevar un lindo esmoquin. De todas formas, San Valentín es una vez al año y ellos solo tendría diecinueve años una vez en la vida.

Con pesar, sujetó ese esmoquin. Era totalmente negro. Bueno, más que negro era un gris bastante oscuro. Era de vestir con cuello blanco y tenía una especie de adorno de flor azul. Según le había dicho su amiga, ese era perfecto para aquella decisión. Y bueno, decidió no quejarse. Tampoco tenía con quien ir. Era más para pasarla bien que para disfrutar el verdadero significado de aquel día.

Cuando decidió ponerse el esmoquin, se quedó observando como su silueta se veía en él. No pudo evitar sonreír leve. Le agradaba vestir así de vez en cuando. Le hubiera querido enviar una foto a su madre o que ella la ayudara con el cómo vestir. Pero su madre estaba con trabajo y él no estaba con tiempo para fotos.

Pudo escuchar al cabo de media hora, una bocina de coche sonar. Se asomó a la ventana viendo como su amiga le hacía señal de que bajara. Y claro, él no era el típico que hacía esperar a alguien. Bajó en seguida prácticamente.

Su amiga no iba vestida de una manera informal. Todo lo contrario. Llevaba un bello traje rojo, bastante llamativo. Tenía el cabello atado en un alto moño con los flecos sueltos. A su vez, se había puesto rimen y coloreado un poco las mejillas. Estaba apoyada en el coche dándole vueltas a las llaves en su índice, como si le estuviera diciendo "¿vamos?".

Shuichi rodó sus ojos por la manera en la que su amiga parecía querer llamar la atención de cualquiera. Bueno, no le sorprendería que lo hiciera. Su amiga siempre fue así pero nunca muy interesada en cualquiera.

Una vez se subieron en el coche, la rubia puso la radio y comenzó a conducir de manera tranquila. La fiesta comenzaba a las nueve y media, sin embargo duraba toda la noche. El peli azul no estaba escuchando a la radio siquiera. Estaba mirando la ventana como si fuera un niño emocionado. Y aunque no lo pareciera, si estaba emocionado por ir a una celebración.

Una vez llegaron, Kaede aparcó el coche en un estacionamiento especialmente creado para aquella celebración. La fiesta se hacía en el gimnasio de la escuela. Aunque no lo pareciera, ese lugar era bastante grande. Lugar perfecto para crear una fiesta. A parte, también era en el gran campo del lugar.

Un montón de adolescentes estaban por ahí hablando, pasando el rato como se debería hacer. Al poco tiempo de llegar, una chica un poco más baja de Kaede se les acercó. La rubia sonrió al instante. A Shuichi le costó un poco reconocer a la chica, pero una vez lo hizo sonrió también.

Ella era Angie. Su cabello estaba más largo que cuando era pequeña. Iba vestida de amarillo, lo que le hacía resaltar su oscuro cuerpo. Una sonrisa estaba pintada en el rostro de la joven, quien les sonreía felizmente. 

— ¡Angie! — La primera en hablar fue la rubia, quien no tardó en abalanzarse contra la chica para robarle un abrazo.

— ¡Kaede! Oh Atua, hace un montón que no nos vemos. Deberíamos hablar un poco para ponernos al día.

La de cabellos blancos tenía un colgante religioso hecho de manera en su cuello. Él símbolo que tenía mostraba su fidelidad hacia el Dios en el que creía, al que llamaba Atua.

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⏰ Última actualización: Mar 15, 2023 ⏰

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Wᴇʟᴄᴏᴍᴇ ᴛᴏ ᴀ ɴᴇᴡ ʜᴏᴍᴇ! || SaiomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora