La melancolía del no vivo | Hetalia|

La Crisis

        Cuando Francis supo lo que aconteció aquella noche no tenía dudas de que Alfred estaba en la misma situación que hacer más de cien años. Por supuesto él le había brindado una solución desde hace mucho. Sin embargo, Alfred carecía de valor y de carácter para ejecutarla. El francés también tenía otro problema que atender. Antonio yacía sentado cerca de la ventana, su rostro parecía que le habían arrancado todo rastro por interés a su alrededor...

No había impartido clases es noche y al parecer tampoco había comido por sus rasgos en extremo demacrado, con quien es atacado por alguna enfermedad.

—Otra vez uno de sus ataques –Soltó el Francis a Gilbert que se acercaba y le adelantó lo que acontecía.

—Sería prudente que entrara en letargo. –Aconsejó el alemán mirando la figura de su amigo. En ese instante Antonio hizo un movimiento con la intención de levantarse y volvió a verlo con una expresión extraña, como si el supiera lo que estaban pensando.

Lo sabía, sabía que no quería que hiciera una locura.

—Iré a verlo –Le informo el español

—No, no es prudente que vayas –Le replicó el francés, Gilbert no dijo nada, bajo los ojos. Antonio estuvo viéndolo por un momento, como si esperara que el dijera algo, pero esto nunca pasó. - No estás bien. Gilbert, consigue alguna virgen y haz que beba de ella.

—Pero necesito ir.

—No iras. Avanza la noche, quédate en letargo por un tiempo, será mejor para ti. –Aconsejó Francis con voz demandante. Aquello enfureció a Antonio, arrugando su expresión... Emitió un gruñido bestial y tiró el mueble a un lado con un estrepitoso sonido, sorprendente a pesar de su aspecto debilitado, se movió como un rayo y salió del apartamento con un azote de la puerta tras de sí.

Francis intercambio mirada con Gilbert, que bajó los ojos.

...el alemán fue tras de el sin decir ni una palabra.

Al girarse suspiró, terrible cosa tenía que lidiar con sus dos cercanos en la larga eternidad...no comprendió porque eran tan necios y hacían oídos sordos a sus consejos, después de todo, él era quien era el más experimentado de los tres...

Antonio siempre era demasiado pasional, traía problemas como el apego o el desapego, la dependencia y la infelicidad y aunque él sabía lo que podría mantenerlo estable, esta también era un problema a la larga y abriría heridas innecesarias en un futuro.

El francés se encontraba meditando sobre como volver a lidiar contra este problema presente, se había recuperado de su herida, solo para encontrarse con las heridas abiertas de los demás...

Se llevó una de sus manos a la frente lisa y pronto se sentó en el sillón, solo a pensar en todos los problemas presentes, era un pésimo momento para que la crisis de Antonio se manifestara, cuando tenían a Arthur acechando cada uno de sus movimientos...bueno, movimientos de Alfred.

Pronto pensó en ...

—Ah. Llegaste –Dijo el francés – te llamé con el pensamiento.

—¿Lo hiciste? No te percibí –Dijo inocentemente el americano

—Es una expresión, ya te había hablado de las expresiones, ven aquí –replicó el francés con cierto fastidio. Alfred era inteligente, pero a veces era demasiado ingenuo.

Alfred se sentó en uno de los sillones y en enseguida miró a su alrededor.

—No están. Han salido