La melancolía del no vivo | Hetalia|

La conclusión

   Estuve dormido por largo tiempo, hasta el momento que desperté lo encontraba indeterminado, aquello me inquietó profundamente porque no sabía que tanto habían cambiado las cosas desde que caí en la profunda atracción del sueño.

En fin.

Tan solo había pasado una semana desde que cerré los ojos, no recuerdo muy bien lo que sucedió momentos antes de hacerlo o por el momento no cuando desperté. La habitación donde me encontraba estaba limpia y algo abandonada de muebles. ...creo que le decían minimalista.

Olía a limpio y esos productos de limpieza pavorosos, lo peor que pudieron haber inventado después del té en bolsitas, el olor me golpeó el cerebro y estuve desfallecido, aunque quizá era porque tenía mucha hambre, una sed descomunal se apoderaba de mí. Francis había encontrado litros y litros de exquisita sangre que absorbí con avidez y logré sanar del todo mi piel y articulaciones, la mayoría de mis huesos se habían unido solos al descansar.

Reconozco que me alimenté como un energúmeno poseso de un espíritu demoniaco hasta saciarme por completo y en seguida quise saber que había pasado en mi semana de ausencia. Francis insistió en que no mucho, pero Antonio fue totalmente diferente, hablando conmigo con lujo de detalles sobre como las cosas habían surgido, debo de reconocer que no fueron grandes eventos...Antonio no parecería haber resumido mucho, su explicación fue fluida y casi sin emoción.

Arthur no había aparecido por ningún lado luego de nuestro enfrentamiento, suponíamos ambos, que había decido marcharse con el vampiro tabú a otro lugar lejos...no teníamos pruebas, pero Antonio pensaba era lo más inteligente, Francis ya tenía un motivo para hacerle la vida imposible con ese niño, y yo podría cumplir mi amenaza si se le ocurría aparecerse, recordar aquella amenaza me llenó de un sentimiento indescriptible de poder y también de miedo. Me había separado de él finalmente.

Me sentía como otra persona, como si hubiera podido nacer de nuevo, estaba lleno de sentimientos extraños; me eran imposible describirlos, luego de comer, me sentí embriagado de fuerza, pero no sabía cómo canalizarla en algo, me sentía poderoso, pero no concebía lo que deseaba hacer.

Antonio me recomendó salir con él, solo a dar un paseo. Francis no quiso acompañanos, le pregunté por qué, pero se encontraba muy cómodo en la sala, echado en el sofá con un rostro algo complicado.

—Ha estado así desde que entraste en letargo-Me contó Antonio.

—¿Es por mi causa? -Le pregunté, pero no presentí muy improbable ya que Francis no era de esos humores con sus cercanos. De hecho, lo apreciaba un despiadado.

—No, no lo creo –Susurró.

Hablábamos mientras salíamos a la noche, el invierno seguía allí, casi lo olvidaba. No podía sentir el frio adecuadamente, siempre fue muy tenue desde que morí igualmente con el calor.

—...Creo que tuvo un encuentro con ese tal Iván... ¿sabes?

Yo lo ignoraba. Lo miré sin comprender.

—¿Quién es Iván?

Antonio detuvo sus pasos por un momento mirándome con discrepancia, pero luego agregó un poco más tranquilo.

—Es verdad-puntualizó- Seguro no lo sabes. Ehm...Él estaba con Julián aquel día. Creo que dijo que Iván fue quien lo rescató de caer del cielo ¿sabes?

Esa noticia me hizo abrir los ojos de sobremanera, profundamente encantado. Era la respuesta a mi pregunta de aquella vez.

—¿Quién es ese Iván? -Pregunte con lentitud y extrema cautela. Antonio se acercó a mi cuidadosamente con la gracia de un felino mirándome con aquello ojos grandes de olivo.