Cuatro

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20 DE FEBRERO DE 2020

Otra semana y ni rastro de alguien que estuviera buscándolos, los problemas entre Diego y Sebastián no se habían solucionado, el pelinegro le había pedido perdón a su castaño mil veces, pero éste estaba demasiado dolido y con toda la razón del mundo.

Nikolás y Eduardo se habían unido más, los besos ya eran cosa común, el pelirubio ya estaba más relajado y no se preocupaba tanto cómo antes.

Emilio y Joaquín seguían igual ó más cursis, cariñosos, amorosos, demostrativos y adorables que antes, la herida del castaño había sanado bien y había acabado de quitarse la venda.

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- Diego - Llamó Sebastián.

Diego rodó los ojos, estaba sentado en aquella roca que se había convertido en un lugar de meditación y relajación para todos, por la vista, la soledad, la brisa, el olor a mar.

- Sebastián, ahorita no.

- Di, hablemos, por favor.

Diego negó y bajó la mirada, de todas formas Sebastián se acercó y se sentó a su lado.

- Mi amor - Volvió a hablar Sebastián.

- Sebastián, déjame en paz.

- Te extraño y te necesito.

- Yo también, pero te equivocaste, Sebastián. Y no te voy a perdonar lo que me dijiste.

Sebastián secó las lágrimas de sus ojos.

- Dije eso sin pensar, bebé, preferiría mil veces a morirme yo a que algo malo te pasara, yo sería incapaz de vivir sin ti.

- Me lastimaste.

- Yo sé, lo siento tanto, perdóname.

Diego negó.

- No es la primera vez que haces algo que me hace daño.

- No volverá a pasar.

- Y no es la primera vez que escucho eso.

- Mi cielo, lo siento, ya, perdón, ¿Qué tengo que hacer para que me perdones?

- Sebastián, no puedo, la anterior vez te dije que era la última vez que yo te perdonaba y no te dije mentiras.

- Pero si yo te amo.

- Pues la próxima vez piensa antes de hablar, Sebastián.

Diego se puso de pié y bajó de la roca, y dejó a Sebastián arriba con un corazón destrozado.

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Oportunidad // Adaptación Emiliaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora