Doce

301 33 78
                                    

Niko ya llevaba durmiendo 4 horas, ya era de noche, Eduardo y Matthew habían tenido una tarde de padre e hijo genial. Vieron Madagascar, que era la película favorita de Matty, comieron palomitas y galletas, luego vieron El Rey León.

- Tarde de chicos y... ¿Sin mí? - Dijo Niko saliendo de la habitación.

- ¡¡Niko!!

Matthew se puso de pié y corrió hacía Niko, que lo recibió alzándolo para luego caminar hacía Eduardo.

- Bello durmiente, ¿Descansaste? - preguntó Eduardo.

- Mhm.

Niko se sentó al lado de Eduardo y vió el desorden de la sala, palomitas en el suelo y en el sofá, migajas de galleta sobre la alfombra, dos vasos vacíos y un jugo de manzana al lado.

- ¿Se divirtieron sin mí?

- Estabas cansado, Niko, podemos poner otra película.

- Sí, ¿Cuál quieres? - Dijo Matty.

- No sé - Dijo Niko - Escojan ustedes mientras voy a comer algo.

- Hay pizza en la nevera, Nik - Dijo Eduardo.

- Gracias.

Niko caminó hacía la cocina.

- Veamos Los Pingüinos De Madagascar - Gritó Matty alzando sus brazos.

Al decir Pingüinos y Madagascar su lengua se enredaba y Nikp rió con ternura.

- ¿Los qué, amor? - Dijo Eduardo queriendo escucharlo de nuevo.

Matthew lo repitió, Eduardo abrazó al niño dándole besos en el rostro haciéndolo reír, Niko sonrió mientras metía los pedazos de pizza en el microondas.

- Niko, ayuda.

Niko rió, ese niño era una cosita demasiado adorable que lo iba a matar de diabetes.

- Estoy calentando mi comida, lo siento, Matty.

- Malo - Dijo Matthew entre risas mientras Eduardo le hacía cosquillas - ¡Alta traición!

Eduardo y Niko rieron con fuerza, el rubio sacó los pedazos de pizza del microondas y las puso en un plato para caminar hacía la sala y sentarse en otro sofá, se sirvió jugo en uno de los vasos ya usados y comenzó a comer mientras moría de ternura por la escena frente a él.

- Ya, ya, papi - Dijo Matthew - Por favor.

Las palabras entrecortadas de Matthew, que sonaban algo más parecido a: "Ayua, Pofao, Niki" hacían que cualquier persona quisiera comérselo a besos, era demasiada ternura en un cuerpo tan pequeño.

Eduardo decidió dejar en paz a su hijo y éste se colgó de su cuello cómo venganza poniendo las piernas alrededor de su espalda sosteniéndose con fuerza, el ojiazul rió y le hizo más cosquillas haciendo que el pequeño tuviera que soltarlo.

- Niko, ¿Verdad que tú me vas a llevar a tus viajes por el mundo?

Eduardo rodó los ojos.

- Matthew - Dijo Eduardo.

- ¿Qué viajes? - Preguntó Niko.

- Es que le dije a Matthew que tenía que desprenderse un poco de tí porque vas a hacer tu próximo tour y estarás ocupado todo el tiempo, trabajando, cansado, y no quiero que te extrañe de más.

- Me vas a llevar, ¿Verdad? - Preguntó Matthew con sus ojos aguados.

Niko miró a Eduardo, no podía decir sólo, "Sí, claro, Matthew, te llevaré". Ante todo Eduardo decide, porque él es el papá, y además tantos viajes para un niño tan pequeño, no sería lo más recomendable.

Oportunidad // Adaptación Emiliaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora