Diez

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Sebastián había salido desde temprano a buscar trabajo, en eso llevaba varias semanas, y nada que encontraba algo en lo que pudiera trabajar. Diego se quedaba en casa cuidando a Eric, era el niño consentido de las dos familias, por lo que le habían dado miles de regalos, Eric era un niño muy especial, sonriente y cariñoso con todos. Quizás por eso todo el mundo lo adoraba, no hacía berrinches ni pataletas.

En ese momento Eric estaba gateando ensuciándose por todo el jardín, mientras Diego se encontraba sentado en el césped leyendo un libro, cuándo su celular sonó.

Lo sacó y contestó.

- ¿Bueno?

- Buenas tardes - Habló una voz femenina - ¿Hablo con Diego Torres?

- Sí, con él - Respondió - ¿Con quién hablo yo?

- Me llamó Alisa Miller, soy la asistente del Señor Austin Davis, no sé si haya escuchado sobre él.

Diego abrió sus ojos cómo platos, cómo no escuchar sobre él, si era el dueño de una importante disquera de New York.

- Sí, he escuchado sobre él.

- Bueno, el señor Davis ha escuchado su música en YouTube y está interesado.

Diego frunció los labios.

- Sucede que ya la banda no está, y yo ya no hago música.

- ¿Podría pensarlo? - Preguntó Alisa - En detalles superficiales sería un contrato de 5 años por 10 mil dólares por mes dependiendo de las ventas y promociones. Podemos contratar nuevos músicos, ese no es un inconveniente.

Diego se atoró con su propia saliva.

- ¿10 mil? - Preguntó.

- Sí, registre éste número y me llama si lo pensó, ¿Bueno? Por favor antes de 1 mes.

- O-Okey.

- Hasta luego.

- Adiós.

Diego colgó y dejó el celular en el césped, justo en eso se escuchó una llave siendo incrustada en la cerradura y la puerta siendo abierta, Eric gateó con mayor rapidez hacía adentro, ya que caminando se demoraría horas y sabía que era Sebastián quién había llegado.

- ¡¿Hola?! - Se escuchó la voz de Sebastián.

Diego se puso de pié y entró a la casa, Sebastián estaba dándole vueltas en el aire a Eric que reía sosteniéndose de los hombros del castaño.

- Hola, Sebas - Dijo Diego.

- Hola.

Diego se acercó y besó los labios de Sebastián.

- ¿Cómo estás? - Preguntó Diego - ¿Cómo te fué?

- Bien, estoy feliz, Diego. Encontré un buen trabajo, es cómo mensajero en una empresa, pero pagan muy bien y los horarios son muy flexibles.

Diego sonrió y asintió, pero la sonrisa fué muy forzada.

- Me alegra, Sebas.

- No parece, Di, ¿Qué pasa?

- Es que...- Comenzó Diego.

- ¿Qué pasa, mi amor?

Diego lo dudó, Sebastián y él habían llegado al acuerdo de que la música ya era pasado, la banda ya no estaba y no querían reemplazarlos, así que su sueño de ser músicos estaba enterrado y olvidado, por lo menos para el pelinegro, porque Diego amaba hacer música, pero apoyó la idea de su novio. Sin sus amigos ya no sería lo mismo.

Oportunidad // Adaptación Emiliaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora