Al llegar a mi estancia tuve que bañarme en agua hirviendo durante un largo tiempo. Me quedé allí dentro intentando lavar mis crímenes, como si aquello fuese a servir de algo. Estaba ahí sentada sintiendo como el agua quemaba mi piel, al borde del dolor, y había hecho todo un resumen en mi mente de los últimos acontecimientos, poco antes de que Adam llegase. Él y Markus vinieron aquí para despejar sus dudas, con la esperanza de encontrar soluciones a la clara ira de mi padre hacia los cristianos, pero algo cambió en ellos cuando tocaron estas tierras. Lo sabía, porque yo también estaba igual. Algo cambió en mí cuando esos dos hombres tocaron las tierras norteñas. Nada era igual desde que Adam había pedido mi mano, ni desde que Markus había mirado en mi interior dispuesto a explotar mi debilidad más profunda.
Me metí en lo más hondo del barreño y y me quedé allí, recordando la predicción del vidente, lo extraño que estaba siendo todo. Quizá estaba asustada, porque cada cosa estaba cumpliéndose, y porque aunque dudaba de algunas cosas, sabía que jamás podría traicionar a mi familia o a mis dioses. Aún habiéndolo hecho ya de numerosas formas, sabía que en los momentos difíciles siempre me posicionaría con ellos.
No pasó demasiado tiempo hasta que tuve que enfrentar el mundo real, la cena se acercaba y yo debía prepararme. Lo normal sería tener una doncella que me ayudase con aquellas tareas, pero las rechacé desde pequeña. Así que me trenzaba el pelo sola, me gustaba hacerlo. Elegí un vestido azul oscuro y sobre este me coloqué un chaleco estrecho donde pendían dos broches que al apretar acentuaban mi figura. Me coloqué unas botas altas y salí hacia el gran salón. Preguntándome qué tipo de cena se presentaría aquella noche. Al llegar allí y ver a los presentes reunidos supe muy bien que se trataba de una cena decisiva. Estaban mis padres, Adam, Lyn y algunos hombres de confianza de mi familia. No dije y me senté en mi lugar, contemplando la jarra de ale que había enfrente de mí, deseando beberla de un trago y que todo fuese más sencillo. Me reprimí. Sabía que la conversación que precediese esa noche sería decisiva para mi vida. Alcé la vista y miré a Adam, este estaba algo pálido, no parecía estar demasiado cómodo, como si ya supiese lo que estaba por venir. Nuestras miradas se cruzaron, pude sentir todas esas palabras que habíamos dicho en privacidad flotar por el aire, secretos, deseos, traiciones que nacían del instinto más humano, pero más demoledor. Cada vez que era consciente de mi realidad, más difícil me costaba respirar. Agarré los bordes de la silla por debajo de la mesa y apreté, sosteniéndome a mí misma. Fue entonces cuando las palabras de mi padre comenzaron a cambiarlo todo. Parecía profundamente cansado, toda su vida había sido un guerrero, y moriría siendo uno, pero los años no perdonaban a nadie. Quería ayudarlos, quería guiar al pueblo, pero no sabía por donde empezar. Y me martirizaba por tan solo atender mis deseos y curiosidades más triviales y humanas.-Las cosas han cambiado -comenzó a decir con voz calmada-, hoy paganos y cristianos conviven en diferentes tierras. Comparten la mesa y el hogar, y poco a poco también tradiciones. Hace tiempo me prometí no compartir nada con los cristianos y sin embargo me encuentro aquí sentado en esta mesa con un hombre que nació bajo el manto de Dios -miró a Adam unos instantes, pero este me miraba a mí. Mi padre frunció ligeramente el ceño y bajó la mirada-. He llegado a un momento de mi reinado en el que debo cambiar mis prioridades, preservar la vida de los norteños paganos que aún seguimos conservando nuestra fe... o sacrificar la vida de miles para demostrar la magnitud de nuestra ira, de nuestro poder. Y en esa incógnita hemos debatido las últimas semanas, he escuchado opiniones de toda clase. Llegué a una conclusión gracias a Ylva, ambos somos mayores y muy pronto nuestro reinado y el de los demás condes y reyes pasará a manos de nuestros hijos. Algunos de nosotros moriremos en batalla y otros nos retiraremos, sea como sea el camino pronto será vuestro -miró a Ylva y asintió de forma apenas perceptible-. Me gustaría que ambos convocaseis una reunión con Markus, a la cual podrían asistir ambos, y si es posible, también Erik Berg, pues podría llegar algún día a regentar estas tierras junto a ti. No asumiréis ninguna decisión, pero formareis un rol importante.
Mi madre se levantó de la mesa y se sirvió algo de vino caliente. Volvió de nuevo mientras dirigía su mirada a la mía y colocó su mano en mi hombro. No fui capaz de sostener su mirada.
-Hablamos con el vidente, con varios espías y con los propietarios de señoríos importantes -informó mi madre algo tensa-. Las diferencias entre cristianos y paganos son fuertes y cada vez hay más masacres y peleas fortuitas en ambas tierras. Con esta información que hemos recabado sabemos que la posibilidad más realista es la guerra inminente. Demasiados años de odio y caza. Los pueblos cristianos dejan de pagar su tributo anual para que nosotros trabajemos duro manteniendo a los norteños más asilvestrados y traicionarles lejos de sus tierras. El descontrol se come nuestro mundo y el de ellos. Todos deseamos matar o ser matados, demasiados cabos sueltos e incógnitas que difícilmente se resolverán a través de otra forma que no sea la sangre y el sacrificio del mundo que ahora conocemos -se sentó lentamente y miró rápidamente a Adam y después se concentró en mí, me sonrió-. Pero vosotros podéis intentarlo.
Miré a Adam, este no parecía asustado. Como si no tuviese problema en absoluto en demostrar que estaba a la altura, fuese aquello cierto o no. Yo sentía algo difícil de explicar, mi estado había ido trasformándose conforme mis padres hablaban. Los recuerdos me atosigaban, recuerdos del pasado y juraría que algunos fragmentos del futuro se posaban por escasos segundos en mi mente. No podía atraparlos, no podía retener ni siquiera un pedazo. Markus sentado en su frío trono de Esed. Adam atravesando el mar con el corazón lleno de dudas. Mis noches agónicas, despierta, sintiendo un peso insoportable en el pecho. Y el futuro llegaba a mí con todas las posibilidades que traía. Una gran ola que se ceñía sobre el embarcadero que rodeaba parte de Rêndir. Y arrasaba con todo. Algunos morían bajo toneladas de cuerpos y otros se ahogaban con su propia sangre. Era difícil distinguir quien era el enemigo, los estandartes estaban borrosos, todo parecía peligroso. Nada parecía ser lo correcto. Yo estaba allí y solo podía observar cómo todo se arrasaba, las espadas cortaban el aire y la piel cerca de mí pero no me tocaban. Veía como todo se reducía a la nada, al final nadie ganaba. Nacía una nueva generación, la que sobrevivió, la de los huérfanos de guerras que nunca pudieron ganarse. Los supervivientes de batallas de Dioses que ya no podían adorar con la misma fe. Porque para tener fe debías tener un propósito, y nada parecido a la esperanza era posible en aquella realidad. Coloqué las manos sobre la mesa y me concentré en aquellos pensamientos, supe que debía evitar aquello. Un día escribirían aquella historia, y mi dinastía seguiría viajando entre voces y ecos del pasado que se colarían en el presente. Podría ser la hija con la que mi linaje terminó, la que trajo la desgracia definitiva, la que lo intentó pero no fue suficiente. La débil, la que siempre caería bajo la sombra de sus padres. O podría ser alguien que de alguna forma, consiguió salvar vidas, alejar la oscuridad y criar hijos fuertes y astutos que siguiesen escribiendo la ya gran historia de mi familia. Aquella línea de guerreros no podía acabar conmigo.
Miré a Adam y supe lo que estaba pensando enseguida, pensaba en Markus. Y como siempre ese extraño brillo volvió a sus ojos, algo de miedo. La oscuridad se ceñía sobre nosotros, y pronto estaría sentada allí mismo, calentándose en nuestro fuego.
ESTÁS LEYENDO
Una predicción maldita 2 |EN PROCESO|
HistoryczneMi historia nació con la predicción de una bruja que aseguró que mi grandeza sería mayor que la de mi madre, Ylva la Inocente, reina de todos los hombres y mujeres del norte. Aquella predicción estaba maldita, pero no lo supe hasta alcanzar la madur...