Parecía que todo había retomado su cauce. Las reuniones eran cada vez más breves y concisas. Eso estaba bien. Tanto que, ahora, comenzaba a tener un poco de tiempo libre. El suficiente para complacerse con un té a media tarde.
Atenea se encontraba - en ese entonces - de regreso en Japón, atendiendo su legado como heredera en ésta vida. No podía oponerse, Seiya y los demás estarían a su lado. Escuchó la tetera sonar y se apresuró a apagar el fogón.
Depositó ésta sobre la mesa y rebuscó las hierbas que iba a tomar. Sin embargo, la presencia de uno de los caballeros, no se hizo esperar.
— Me gustaría hablar contigo, Mü.
Asintió al recién llegado e indicó que tomara asiento.
— No recuerdo si tomabas té.
— Café pero el té está bien. – respondió el mayor de los gemelos tomando asiento.
Sirvió ambas tazas y rebuscó algo que comer. No es como que lo hubiera pensado pero no dejaba de ser algo innato en su ser. Depositó queso y pan aunado al té y tomó asiento.
— Lamento lo que pasó, Mü – Ni siquiera esperó que cediera la palabra. Así era el griego: impaciente, directo y sin piedad – Tengo muchas lagunas sobre lo que ocurrió en esa época pero lamento el daño que cause.
Dio un sorbo de su té. Lo necesitaba para digerir la situación. Negó justo después de depositar la pequeña taza sobre la mesa.
— Deja el pasado donde está, Saga – afirmó, mirando ahora el rostro del mayor. Se notaba agotado, sin luz. Era complicado descifrar qué había tras esa tristeza en su mirada. Tomó aire y lo dejó escapar lento, meditando qué debía decir. Empezaría por lo básico – Gracias – apartó la mirada aunque la llevó de nuevo hasta el griego – por respetar las pertenencias de Shion.
Saga negó, con un pedazo de queso en la mano, jugando con éste antes de decidirse a comer.
— Había... – el griego carraspeó – momentos de cordura. – se podía apreciar dolor en sus palabras así como en su postura erguida. Se llevó un pedacito de queso a la boca y se ocupó en masticar.
Mü sonrió. Podía percibir lo mucho que estaba tratando de sanar y enmendar sus errores.
– Me impresionó el manejo tan preciso del santuario – asintió siendo ahora él quien tomaba un bocado – Incluso las arcas; fueron de gran ayuda tus anotaciones.
Saga miró al tibetano, sorprendido. Sabía en qué y cómo había empleado los ahorros del santuario y eso, no tenía nada de impresionante; ni merecedor de elogio alguno. Mü lo notó y apartó la mirada.
— No hagas que recuerde los detalles, Saga – sus mejillas se tiñeron de rojo.
El mayor, sin poder evitarlo, rió, sincero. Por primera vez en años; el griego se había relajado. Todo él gritaba que así era, hasta el pequeño pero notorio gesto de arrugar la nariz.
Mü pudo verlo...
Y sonrió con él.______
Anotación:
La risa de Saga es una de esas que sale cuando acumulas mucho estrés o nervios y la más mínima cosa, provoca que lo sueltes todo, así, en carcajada limpia y honesta. Esa que te libera y te relaja, aportando serenidad a tu alma.
La chispa que lo provocó fue el sonrojo de Mü.
¿Qué vio Mü? A ese joven al que una vez llamó hermano. A ese que, sin mayor preocupación, se encargaba de cuidar de ellos. Poderoso, fuerte, enérgico pero amable y honrado.
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Diario de un Patriarca
FanfictionPensamientos y recuerdos de un Patriarca. Momentos vividos por Mü - actual Patriarca del santuario - aunados a los vividos por Shion y Saga. Los personajes no son míos pero sí lo descrito por ellos en estas líneas.