En los últimos meses de su vida, desde que había conocido a Levi Ackerman, detective de Scolland Yard, Hanji había conocido la pasión más ardiente en la intimidad. Mordidas, apretones y súplicas habían aderezado el sexo casi desde la primera vez.
Sin embargo, había momentos como ese donde lo único que ambos deseaban era tocarse, respirar sus alientos, sostenerse y no soltarse.
No había prisa, después de todo. Tenían una vida juntos por delante.
Esa era la misma idea que motivaba su lujuria esa noche, haciendo sus movimientos más dulces y suaves. Levi la aplastaba contra el colchón, con un ritmo lento y decadente, empujando dentro de ella mientras susurraba palabras de amor.
Sentirlo dentro suyo, sabiendo que ambos deseaban lo mismo para sus vidas, añadía una emoción desbordante que le arrancó un par de lágrimas. El aroma a limpio de su futuro esposo la llenaba por todos lados, mientras su virilidad ardía entre sus piernas y ella sollozaba su nombre.
Ah, futuro esposo. Eso sonaba bien, pero "esposo" sonaba incluso mejor. Jamás pensó que anhelaría el matrimonio y la maternidad, pero si era Levi... Oh, si era Levi, ella lo quería todo.
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.Al día siguiente
La tecnología era una cosa fascinante, pensó el hombre que leía la correspondencia de su escritorio, una nota sobresaliendo de las demás, ya que no había llegado con el correo regular sino a través del telegrama local. Lo que un mensaje urgente tardaba días en llegar a su destino, con precios elevados, ahora atravesaba el país en cuestión de minutos por unos módicos chelines.
Le parecía interesante que la doctora Zöe hubiera optado por aquella vía, pero no le sorprendía en absoluto.
No cuando él mismo había estrangulado a Annie Leonhart para recuperar su atención.
Sabía que la sensible forense no sería capaz de llevar a cabo la autopsia de la pobre huérfana, la misma niña que sin saberlo, había desmoronado el reino de terror de Jack el destripador, y que luego había ido a parar a un orfanato de Ellen Street, en Whitechapel.
Tal vez Hanji Zöe hubiera guardado suficiente aprecio (o lástima) con la pequeña para adoptarla, pensó Zeke Fritz, mirando el cielo despejado a través de la ventana de su estudio. Después de todo, ya había adoptado a dos criaturas solitarias.
No sabía cómo sentirse respecto a esa vena caritativa de la doctora, pero debía reconocer que le había resultado útil en esta ocasión.
— Paltrow, haz mi equipaje. —Ordenó al mismo sirviente que le había llevado el mensaje desde la oficina de telégrafos del pueblo.— Me voy a Londres.
Si el joven mozo se sentía desconcertado por la decisión de su amo de volver a Londres, cuando acababa de llegar unas horas atrás, no lo demostró. Todos los sirvientes del Dr. Fritz habían sido contratados con extremo cuidado, ninguno de ellos sin experiencia o recomendaciones. Todos habían recibido una completa instrucción del mayordomo sobre la discreción, así que nadie se atrevía a cuestionar sus órdenes.
Este mismo proceso de "educación" lo había mantenido ocupado en Londres, unos días atrás, para la contratación de nuevos empleados en la ciudad. Aunque era la señora Marley la que oficialmente se encargaba de la servidumbre, Porco era quien realmente decidía quien pasaba las pruebas de confiabilidad.
Sabía que a su nuevo socio no le gustaba su colaboración, pero después de todo lo que había hecho y las manchas en su expediente, dudaba que tuviera las agallas para delatarlo.
Todo iba bien, en resumen, y sólo quedaba avanzar hacia esa fascinante mujer que lo había cautivado desde París.
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Jack el destripador | Segunda Temporada
Misterio / Suspenso- - - fue expuesto como el famoso y despiadado asesino de Londres, Jack el destripador. Todo parece haber vuelto a su cauce mientras el detective Levi Ackerman organiza su boda con la médico forense Hanji Zöe. Sin embargo, una sombra acecha los paso...