Capítulo 3.- Promesas

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Después de la cena y su desastrosa conclusión, Hanji y Mikasa habían ido a dormir juntas a la recámara principal. Aunque la idea era olvidar la triste escena para poder descansar, Hanji no pudo evitar esperar despierta al regreso de Levi, pero esto nunca ocurrió. 

Cuando salió el sol, Mikasa fue la primera en levantarse, despertando a Hanji por el movimiento y haciéndole consciente de un horrible dolor de cabeza. 

No había podido dormir bien. 

Aún así, se calzó mientras Mikasa corría a darse un baño, saliendo al pasillo donde para su sorpresa, encontró a Levi sentado junto a la puerta de Eren. 

Estaba despierto… o algo así. 

Hanji lo había visto así cuando por azares del destino se despertaba temprano, antes de que saliera el sol. Levi dormía muy pocas horas, así que cuando algo perturbaba su sueño, no era muy diferente a un muerto en vida. 

Sin duda, pasar la noche sentado en el suelo no debía ser nada cómodo. 

— Vayan a desayunar. —Le dijo el detective, para su sorpresa. Permanecía de brazos cruzados, con la espalda un poco encorvada contra la pared. Su cabello negro le caía sobre la frente y seguía vistiendo el traje de la noche anterior, aunque se había quitado el saco y el chaleco.— Tiene que salir en algún momento. 

Hanji podía decirle que quizás era mejor dejar en paz a Eren, pero si debía ser honesta, lo único que había deseado toda la noche era tumbar la puerta para saber qué diablos le pasaba al chico. 

Si a Levi se le ocurría un método igual de invasivo pero menos violento, era perfectamente bienvenido. 

— Te prepararé unos huevos y algo de té. —Ella le dijo antes de dejarlo solo. 

Por su parte, Levi continuó esperando. 

No se consideraba un hombre paciente, pero muchas cosas habían cambiado desde la llegada Hanji, Levi y Mikasa a su casa. 

Mentiría diciendo que no había tenido segundas intenciones cuando decidió que la forense se quedara en su casa como método de seguridad, aunque su prioridad hubiese sido ésta. Por un lado, el impulso nació en un momento en el que deseaba más que nada acercarse a ella; tocarla y explorar su cuerpo. Por otro lado, Erwin había expresado una posesividad sobre Hanji que había sacado a relucir una faceta en el detective que ni él mismo conocía. 

Recordaba aquel día en Scotland Yard, sintiendo la sangre caliente en sus venas mientras se imponía delante de su superior, reconociendo unos celos y bajos instintos que él mismo estaba experimentando. 

Pero llevar a Hanji a Whitehall había provocado una cadena de sucesos que no tenía contemplados. 

Ella había insistido en llevarse a Eren y Mikasa, y lo que tendría que haber sido una relación meramente profesional basada en la caridad y la lástima, se volvió casi al instante en un lazo fraterno que sabría inspirar a cualquier poeta en una obra sobre el ágape. 

Y que le cayera un rayo, pero Hanji no era la única que amaba a esos chicos. 

Pasados unos minutos, Mikasa también salió al pasillo. Iba en camisón y su cabello negro seguía húmedo por el baño. Apenas lo vio en el suelo, ladeó la cabeza en una pregunta muda. 

Él negó con la cabeza y ella entristeció. 

— Hanji está haciendo el desayuno. —Le dijo Levi en voz baja.— Ve con ella. 

Mikasa asintió, pasando por su lado para asistir a la forense en la cocina. 

Casi al mismo tiempo, Levi pudo escuchar ruido dentro de la habitación junto a la que esperaba sentado. Unos pasos, un largo e inocente bostezo y luego la perilla de la puerta al abrirse. 

Jack el destripador | Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora