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-Señorita Skyler, ¿qué excusa tiene esta vez para llegar tarde? -preguntó la profesora cruzada de brazos, realmente molesta.

-Ninguna, señora Griffin. Solo quise venir tarde para molestarla -dijo la morena con una sonrisa divertida. Se me escapó la risa y todos giraron a verme.

-¿Qué? ¿Tengo monos en la cara? -dije alzando una ceja. Todos giraron de nuevo hacia la maestra que, igual que la morena, me miraba.

-Siéntese y deje de dar el espectáculo -espetó la maestra sin quitar su intensa mirada de la mía.

Noté como la chica se acercaba y, para sorpresa mía, se sentó donde antes estaba el idiota. La profesora habló, pero no me interesaba lo más mínimo qué decía.

-Hola -dijo la chica mirándome, yo giré la cara y la miré sonriendo -, soy Sky Skyler -me informó ella haciendo que riera -. No me juzgues, mis padres son así de agradables -volví a reír y asentí.

-Te acompaño en el sentimiento,  yo soy Eider James. Se puede decir que mis padres me tienen mucho cariño -ella rió.

-¿Cuánto llevas aquí? No te había visto antes -dijo haciendo que me encogiera de hombros.

-Es mi primer día...

-Señoritas, o se callan o las echo -anunció la maldita pelirroja. Miré a Sky y ella me miró a mí. Estallamos en sonoras carcajadas y todos giraron a mirarnos -Fuera -espetó con frialdad.

Nos levantamos las dos cogiendo nuestras cosas y salimos aún riendo. El idiota me miraba con diversión y antes de cerrar la puerta sonrió y me guiñó el ojo.

Ya en los pasillos, Sky caminaba sin rumbo alguno seguida por mí.

-¿Tienes algún rollo con Ian? -preguntó divertida.

-¿Con quién? -pregunté confundida.

-Ian Collins, el millonario más mujeriego de toda la escuela -ella al ver mi cara de confusión,  aclaró -. El que te trajo en moto.

-¡Ah, ese idiota! Es mi asistente -abrió mucho los ojos realmente extrañada -¿Qué?

-¿Hace algo más que no sea querer acostarse con todo lo que tenga buen culo?

-Sí, me limpia todo lo que le diga -Sky soltó una gran carcajada.

-Debe de ser divertido verlo limpiar todo lo que mandes.

-Esta tarde lo comprobaré -susurré.

Y sin darnos cuenta, volvió a sonar el timbre que marcaba el final de la clase.

El día pasó tan rápido que ni me enteré, ya que estaba dibujando cosas sin sentido en mi cuaderno. El timbre que anunciaba el final de todas las clases me hizo sobresaltar. Recogí todo rápido deseando salir de ahí. Necesitaba llegar a casa y arrasar la nevera.

De camino a la salida me encontré con Sky, intercambiamos algunas palabras y me dio el número de teléfono. Iba caminando y me encontré al idiota hablando con una rubia oxigenada de tetas y culo de plástico. Yiugh.

-Idiota, vámonos a casa, tengo hambre -la rubia me miró y masticó su chicle dejándomelo ver.

-¿No ves que estoy hablando con él? -dijo con voz chillona. Por dios, que dolor de tímpanos.

-¿No ves que me importa lo más mínimo? -dije cruzándome de brazos. A Ian se le escapó una risita.

-¿No piensas defenderme? -preguntó mirando al idiota.

-¿Por qué debería hacerlo? -contestó haciéndome reír.

Pasó su brazo sobre mis hombros y se giró hacia el bicho infernal, también llamado moto.

-Otra zorra más a tu lista, agrégala como "la nueva puta".

-Yo no soy como tú -me solté del agarre de Ian y me acerqué a ella -. No me abro de piernas a cualquiera.

-No, tú eres mucho peor -listo, me hartó.

Le agarré du su asqueroso pelo teñido y tiré con fuerza llevándome un buen matojo en la mano. Ella cayó al suelo y su maquillaje empezó a correrse por sus mejillas.

-Tan bonita como un pou -le tiré el pelo en la cara. Ella se levantó con el matojo en las manos, lo miraba triste. Después de darme una mirada de odio, se fue.

Me giré a ver a Ian que negaba con la cabeza divertido.

-No tienes remedio, princesita -sonrió cínicamente y se sentó en la moto -. Vamos, monta.

-Ni muerta -me di la vuelta respirando hondo-, iré andando.

-¿Por qué tanto miedo? Te he demostrado esta mañana que no hay nada que temer si conduzco yo -qué engreído. Me tensé al oir sus palabras.

-Yo también pensé lo mismo hasta que... -suspiré.

-¿Hasta que...? -me dio la vuelta encarándome. Las lágrimas se acumularon en mis ojos. ¿Por qué a mí?

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