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Eider's PoV

No podía ver como mi amigo soltaba palabra tras palabra y la voz se le quebraba cada vez más. No pude resistirme, aparté al gato de mi regazo y practicamente salté en sus brazos. Christian lloraba en mi hombro desconsoladamente. Yo no dejaba de contener las lágrimas en mis ojos, su historia es más compleja de lo que pensaba.

-¿Por qué no me habías dicho que ella antes estaba por ti? -lo miré cómo se secaba las lágrimas de los ojos. ¿Cómo algo tan pequeño como una lágrima puede contener un sentimiento tan grande?

-Yo... me he enterado justamente hoy... yo siempre he estado interesado en ella, joder. Estoy enamorado de ella. Daría todo mi ser, todo lo que me pertenece por ella, por cualquier cosa que la implique... -su confesión me tomó por sorpresa. No sabía que los hombres pudieran llegar a sentir hasta ese extremo... me dolía en el alma verlo así.

Lo mejor que pude haber hecho fue callar. El gato de Chris se subió a su lado y estuvo encima de él dándole cariño. Yo decidí levantarme e ir a preparar una taza de chocolate para cada uno. Encontré películas en una estantería de camino a la cocina y escogí "El rey león" de Disney. Mientras se calentaba el chocolate, me dispuse a escoger dos mantas para taparnos mientras vieramos la película. Cuando lo tuve todo listo, puse el chocolate en dos tazas. Agarré las mantas y la película y las llevé al salón. Fui a la cocina en cuanto lo dejé en el sofá y volví al salón con las dos tazas.

-¿Y esto? -susurró algo ronco mirando todo lo que había traído.

-Esto se llama "Girls problems solution". Ya verás, te será efectivo -le tendí una de las tazas, dejé la otra en la mesa. Encendí la tele de plasma y puse la película. Me puse a su lado y nos tapé a ambos con una manta. Agarré mi taza de chocolate calentito la cual el humo se colaba en mis fosas nasales. El paraíso. Apoyé la cabeza en el hombro de Christian. Al menos esta vez tenía compañía para la solución de chicas a todos los problemas.

Cuando ya decidí que era hora de volver a casa, para eso de las 10pm, me despedí de Chris con un abrazo y me fui. Lo animé bastante. El chocolate y la película hicieron el efecto esperado. Mejora instantánea. Él mismo me lo dijo. Que recurriría a ese método a menudo porque ayudaba de verdad.

Estaba bajando las escaleras malolientes mientras sacaba los auriculares de mi bolsillo. Tenía un cuarto de hora de camino, si no iba con música me pondría a pensar y no me apetecía pensar en nada. Abrí la puerta deseando haber traído unos guantes de látex por la cantidad de mierda que tiene. A saber la de tiempo que hace que no limpian el edificio. Qué asco. Decidí que para empezar el camino de vuelta a casa Kill 'em with kindness de Selena era la mejor opción. Mis pasos eran firmes contra el pavimento.

-Eider -su voz sonó en la lejanía, por debajo de la música. Su fuerte y grande mano aprisionó mi brazo. Me giré lentamente hasta topar con esos ojos claros brillantes.

-¿Qué haces tú aquí? -quitó con un dedo el auricular izquierdo al mismo tiempo que mi ceño se fruncía.

-Te he seguido y he estado esperando todas estas horas aquí esperándote -sus ojos me transmitían sinceridad y agotamiento. ¿Estuvo todo el tiempo que yo estaba con Chris... ahí? No podía ser cierto. ¿Quién en su sano juicio haría algo así?

-¿Por qué? -fue lo único que pude articular después de dos minutos de silencio. ¿Por qué me había perseguido el idiota de mi asistente?

-Porque tenías razón. Soy un idiota. No me ha gustado nada que de un momento a otro te fueras. No me ha gustado que rompieras esas cosas solo para joder. No me ha gustado no tener un plan para joderte. No me ha gustado darme cuenta de que tienes razón, de que soy un idiota... y puede que no me guste tu reacción ahora pero ya no lo aguanto más.

Y dicho eso, agarró mis mejillas y me besó. Justamente cuando sonaba Let me love you de Ariana Grande. Sus labios carnosos se movían con ritmo y sensualidad. Mis manos se aferraron al pelo que tenía en la nuca y tiré suavemente de él. El beso fue un beso de necesidad, un beso ansiado, esperado. Sus labios me llevaban al paraíso, un paraíso prohibido y peligroso al que no me importaba asistir varias veces. Me gustaba la sensación. Su lengua tardó poco en hacerse presente. Nuestras lenguas jugueteaban y peleaban para conseguir el poder y el control del beso. Sus manos encajaban a la perfección en mis mejillas y con sus pulgares acariciaba mis pómulos. Acabó rompiendo el beso cuando aprisionó mi labio inferior con sus dientes. Mi corazón latía con fuerza contra mis costillas, mi respiración era agitada, costaba retener el aire en mis pulmones y los elefantes bailaban de alegría en mi interior. Nunca había experimentado esa sensación. Una sonrisa iluminó su rostro y el calor subió a mis mejillas. Soltó mi labio y me dio un corto beso. Yo seguía en shock. Me había besado...

-¿Estás bien, princesita? -me acarició la mejilla con suavidad. Su tacto me hacía estremecer. Los elefantes empezaron a saltar removiendo todo en mi interior. Maldito efecto Ian.

-¿Por qué? -volví a susurrar. Pero era la pregunta más frecuente en mi cabeza. ¿Por qué me había besado? ¿Por qué había aparecido de repente? ¿Por qué? ¿Por qué me hace enloquecer? ¿Por qué? ¿POR QUÉ?

-Me apetecía -soltó una risita que me hizo sonreír -. ¿No te ha gustado? Porque podría a volver a intentarlo, a ver si esta vez me sale mejor.

-Pues sí, deberías de volver a intentarlo. Ha sido un beso pésimo. Deberías de practic... -no me dejó acabar la frase y ya volvía a tener sus labios sobre los míos y los elefantes gritando y aplaudiendo.

My AssistantDonde viven las historias. Descúbrelo ahora