Eider's POV
Ahí estaba, tirada en el suelo y con el guapísimo de mi asistente encima de mí. Sólo podía concentrarme en sus preciosos ojos azules que, ahora, se veían mucho más profundos y brillantes, ese del cual cualquiera queda embrujado. Su mirada estaba clavada muy fijamente en mis ojos como pidiendo permiso para besarme.
Pero, ¿quería que me besara?
Claro que quería.
Sus ojos descendieron hasta mis labios, como si pudiera saber lo que pienso, como si quisiera lo mismo que yo. Notaba la boca seca y por mucha saliva que intentara producir, era casi imposible. Mis labios estaban entreabiertos como deseando que los suyos impactaran contra los míos, esperando esa cercanía de la cual ni siquiera yo sabía que quería que hubiera. Pero por mucho que intentara obligarme a negarme, sabía que sentía algo por ese muchacho.
Mi respiración era irregular, me costaba respirar a causa de su cercanía. Por instinto mojé mis labios resecos por el frío, lo que hizo que Ian sonriera con malicia dejando ver todos sus blancos y perfectamente alineados dientes. Mi vista pasó a sus labios, sus carnosos y deseosos labios.
Quería que me besara, quería sentir su cercanía. Ansiaba poder sentirnos uno, pero mi orgullo era mucho más grande y sinceramente, no podía permitir que eso pasara. Sabía que me arrepentiría por ello, pero fue entonces cuando cerré la boca y apreté los labios. Miré su expresión y podía notar cierta confusión. Era más confuso para mí que para él; quería besarle pero no quería ser una más. Porque para él eso era yo, otra más. Un poco más ruda y estricta, pero una más al fin y al cabo. No quiero ser otra zorra que luego se arrastra como Megan. Ella, a parte de causarme ganas de vomitar, me daba pena. Me daba pena porque se arrastraba detrás de un chico del que parecía que buscaba algo más que echar un polvo en el cuarto de limpieza de vez en cuando. Y yo no quería acabar como ella, siendo una zorra que se arrastraba, que se camuflaba en el disfraz de guarra para tener a más detrás cuando solo buscaba la atención de uno.
Quisiera ser la única, quisiera poder ser su princesa de verdad; no solo un sobrenombre. Quería tanto con él y tenía tan poco que simplemente...
Sus manos me agarraron las mejillas haciéndome volver al presente, de repente no tenía ganas de que me tocara. No quería sentir sus manos, esas manos que horas antes habían tocado a Megan. Esas manos que habían recorrido cada centímetro de cientos de cuerpos. Notaba sus labios acercarse a mí, esos labios que han besado a cientos de chicas, que seguro se habían metido en más de una entrepierna. Sentía que iba a vomitar, que la bilis corría por la garganta haciéndome estremecer.
El mareo aumentó cuando noté el roce de sus labios en los míos. Fue entonces cuando reaccioné, por mucho que notara los elefantes correteando por mi interior, también notaba la bilis en mi garganta. Eran dos sentimientos juntos muy diferentes que no quería que se unieran contra él, pero yo no pude controlarlo en ese momento, así que me armé de valor y lo separé de mí.
Puse mis manos sobre sus pectorales y lo empujé un poco intentando hacer que se alejara de mí. No quería, pero tenía que hacerlo. Su rostro reflejaba una clara confusión. Yo sólo me levanté alejándome lo máximo de él y me abracé a mi misma esperando a que abriera la puerta. Era increíble la sensación de vacío, soledad y frío que había invadido mi cuerpo con tan solo alejarme de él. Su cuerpo aún estaba en el suelo procesando el momento mientras miraba a la nada. Quería correr, huir de ahí y esconderme por siempre debajo de la cama, donde nadie pudiera encontrarme.
Aislarme y olvidarme del efecto Ian que mi cuerpo sentía. Quería desaparecer o simplemente volver al pasado para así mirar mejor donde coño pongo mi pie para nunca haberme tropezado y no tener que haber pasado ese momento tan incómodo. Pero no, la vida está siempre en mi contra.
Ni siquiera noté en qué momento me quedé sola en la puerta observando a la nada, pero cuando me di cuenta de que él ya no estaba ahí, entré en mi casa.
¿Cómo han cambiado tanto las cosas en sólo segundos?
El calor que emanaba el interior era reconfortante, sentía que por fin estaba en mi hogar cálido y acogedor. Aún que fuera de todo menos acogedor. Algo tan enorme era imposible que fuese acogedor para alguien. Siempre he preferido una casa pequeña, con una terraza o un jardincito, pero no, teníamos mansiones a montones a cual más grande. Prefería vivir en una más pequeña para así al menos poder encontrarme con alguien de mi familia por mi casa, ya que en estos castillos/mansiones era casi imposible encontrarse con alguno.
Me dirigí a la cocina dispuesta a prepararme algo caliente para tomarme. Mis pies pesaban a cada paso que daba y era como si la fuerza de gravedad se hubiera vuelto en mi contra. Me sentía atraída al suelo, y eso a demás del mareo enorme y el dolor de cabeza que parecía como si me la martillearan desde en el interior de esta. Una vez en el lugar dicho, me acerqué a la despensa dispuesta a coger algún cartón de caldo y calentarlo, pero en cuanto vi la espalda de Ian sentado en una silla, se me quitaron todas las ganas. Estaba dispuesta a darme media vuelta y primero ir a darme una ducha, pero su voz me detuvo.
-¿Qué te ha pasado fuera? -su voz era quebrada y sonaba como dolido. Mi respuesta no llegó de inmediato, es más, nunca llegó. Me quedé observando su espalda unos segundos, quizá minutos, hasta que por fin se dio la vuelta y me encaró.
Noté mi respiración pararse y mi pulso acelerarse. Sus ojos estaban tristes, no tenían ese brillo característicos. Ni siquiera me mostraban aire de egocentrismo.
Empezaba a notar como mis piernas flaqueaban cuando lo vi ponerse de pie. Sentía que de un momento a otro me desplomaría en el suelo, sabía que me iba a caer y me haría la desmayada para nunca tener esta conversación incómoda.
Sus largas piernas se movían con gracia mientras se acercaba a mí. Me abracé a mi misma y fijé mi mirada en el suelo, indispuesta a mirarlo, hecho por el cual creo que suspiró.
Noté sus largos brazos rodear mi espalda y mis piernas alzándome como princesa. Empecé a moverme haciendo el intento de bajarme, pero no pude, él era mucho más fuerte que yo.
-Ya vendrá el momento adecuado en el que te pueda besar, princesita -susurró en mi oído haciéndome estremecer y cerrar los ojos casi instintivamente.
Deseaba más que nunca que llegara ese día.

ESTÁS LEYENDO
My Assistant
Teen FictionTodo empezó como un simple juego. Él era el idiota que limpiaba, yo la cabrona que ensuciaba. -Se han cambiado los papeles,¿no? Tú deberías limpiar y yo observar como lo haces. -Calla y dale al mocho. -Podría darle a otra cosa si tú quisieras. -¿Qui...