Capítulo 12

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Pov. Shinichiro.

Mire el teléfono en mi mano para confirmar la hora en la que iba a cometer esta locura.

Eran las dos con cincuenta minutos de la mañana, la luna seguía emitiendo su brillo a pesar de que las nubes por la lluvia que cesó hace unas horas, y para completar lo perfecto, el aire estaba fresco.

Mi estado de ánimo no era el mejor, anteriormente tuve una discusión con Izana ya que descubrió que no compartimos vínculo de sangre, llevándome con ello un golpe en el rostro, parece que mi hermanito se contuvo ya que no me dejó marca. Miento si digo que no me afectó, pero el verlo llorar gritándome en la cara lo mucho que sufrió a causa de la soledad por el abandono de sus padres, me destrozó. Amo a Izana, como amo a mis otros dos hermanitos, ellos son mi familia sea cual sea la circunstancia.

Solo pensar en ese momento de sufrimiento que tuvieron que vivir mis niños solo por la incompetencia de mi padre me enfurece por completo, pero ya no más, yo voy a cargar con todo ese peso para que ellos no tengan que soportarlo.

Sin embargo, supongo que hasta el más fuerte se hunde. 

En estos momentos estaba manejando hacia la residencia de lo Lewis para secuestrar a la peliazul. A pesar de haberla visto ayer en esa competencia en honor a su hermano, quiero verla hoy.

Joder, a quien miento. Quiero verla todos los días a todas horas.

Suspiré como un idiota y me encaminé hacia su ventana, obviamente, luego de trepar el portón de su casa. Y ahora que lo pienso parezco un ladrón haciendo esto, parece que las "lecciones" de Takeomi si sirvieron de algo.

Utilizaría el método romántico de lanzar rocas hacia la ventana, pero no quiero romperla, a veces soy medio bruto; así que llamé a su teléfono hasta que atendió.

Maravillosa jugada.

- ¿Si? –contestó con vos ronca.

- Hola –sonreí.

- Ouji –mierda, como me encantaba que dijera así- Son las tres de la mañana... ¡Espera! ¡¿Te encuentras bien?! ¡En seguida voy a tu casa!

- ¡No! –susurré fuerte para detenerla, aunque ese sentimiento de saber que le importo nadie me lo quita.

- ¿Qué ocurre?

- Sal por la ventana.

Corté la llamada y esperé unos segundos hasta que la vi por el vidrio.

Ella vestía una camiseta de Queen como pijama que le llegaba hasta un poco más debajo de la mitad de los muslos, impidiendo ver lo que tenía debajo, y lo que más ternura me dio fue su pelo atado en un moño desordenado.

- ¿Qué haces aquí a estas horas? –gritó en un susurro- ¿Acaso estás loco?

- Para nada –sonreí inocente- ¿Te gusta la playa?

Me miró sorprendida con sus mejillas teñidas de rojo para luego asentir.

- Espera a que me cambie de ropa.

Aguardé unos minutos hasta que salió de la ventana y baja por una enredadera, mientras yo la tomaba de la cintura para ayudarla a bajar correctamente. Ahora su vestimenta consistía en un pantalón suelto negro que le llegaba hasta las rodillas con una camiseta blanca mangas cortas, también calzaba unos crocs amarillos y su pelo estaba igual que antes.

- Hola –murmuró con su hermosa sonrisa.

- Hola ¿Qué traes ahí? –señalé el pequeño bolso.

- Es una sorpresa –negó con su dedo índice.

Entre Motores || Shinichiro SanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora