→⁰⁸←

231 29 8
                                    

→•'∞'•←

Definitivamente los Planes de Wei WuXian causaron muchos alborotos, por un lado de la ciudad cerca al norte, los Jin en compañía de los Lan trataban de resistir lo más que podían contra el ataque que Wen KeXing y su esposo; Zhou ZiShu les estaban dando junto a los hombres de cada uno de estos, mientras alguno de esos mismos hombres pasaban su línea de defensa para acercarse a las furgonetas y poder llevársela. Lo último en los planes de la Organización de YiLing era que las personas dentro de estas murieran, aunque suponía que unas cuantas ya lo estaban por las gotas de sangre que salían de las furgonetas hacia el suelo y por los diversos orificios que las balas habían alcanzado hacer atravesando el duro metal.

A la vez que en el centro de la ciudad aproximándose al SurOeste de esta, se encontraba Meng Yao acorralado por los hombres del Líder de la Organización Nie.

El pequeño ser, rezaba a los dioses por no ser capturado por esos hombres a la misma vez en que maldecía a Nie MingJue por ser tan obstinado y cabeza dura al no poder esperar unos días de más a su encuentro y querer llevárselo de una vez contra su voluntad para que estuviera frente a él a la fuerza en ese instante.

Solo esperaba que los refuerzos que Wen Qing le había estado diciendo que iban a llegar en su ayuda aparecieran frente a sus ojos rápidamente para que no lograrán capturarlo.

Meng Yao ya no se encontraba dentro del auto, este se había quedado estacionado o mejor dicho él lo había estancado en uno de los estrechos callejones en el que se había metido sin saber, ya que Wen Qing había dejado de comunicarse con él quien sabe por qué, así que había hecho lo primero que se le ocurrió, romper vidrio del parabrisas con el hierro de emergencias que tenía dentro del auto y con todas sus fuerzas, las cuales no eran muchas, golpeó fuerte el cristal para salir corriendo sin llegar a lastimarse más de lo que uno que otro trozo de vidrio ya lo había hecho, teniendo entre sus manos aun esa pequeña arma negra de medio alcance y sus cartuchos entre sus ropas.

Correr nunca se le había dado ni había sido del agrado de Meng Yao, pero justo en ese instante parecía un corredor profesional, mejor dicho alguien de sangre caliente que corría por culpa de la adrenalina, logrando hacer cualquier tipo de maniobras que nunca en su vida había podido pensar que podría llegar a hacer y solo para que esos hombres no lo alcanzará, pero como no era un ser Inmortal pronto la adrenalina fue más que suficiente para su pequeño cuerpo pudiera colapsar al llevar a su límite, así como su respiración lo abandono perdiendo toda la fuerza que su cuerpo tuviera deteniéndose en una carretera desolada al aire libre sin un alma que pasara por ahí para que lo salvará, provocando que fuera rodeado por los hombres de los cuales escapaba, mientras los autos de estos se encontraban estacionado en las esquinas de ambos caminos.

Meng Yao sabía que podía evitar cualquier problema con solo acompañar a esos hombres e ir directamente a hablar con Nie MingJue de una vez por todas sin evadirlo como había estado haciendo desde su reencuentro, pero era miedoso, no importaba cuánta sangre corriera entre manos por todas las muertes ocasionadas, ni tampoco cuantos terrenos tuvo que quemar para poder llegar a donde estaba, porque cuando se trataba del hombre al que una vez amo y podía asegurar seguía amando con todas sus fuerzas, pero que a la misma vez odiaba con todo su ser, a Meng Yao le daba mucho miedo.

Nunca se sabía que podría pasar cuando él estuviera en frente del Líder de la Organización de QinGhe Nie, pues su temperamento era tan caliente y cambiante que podría ser incierto lo que le pudiera pasar al menor, así que porque no tener miedo cuando su vida corría peligro, no importaba cuanto amor alguna vez hubo dentro de su dulce burbuja, si Nie MingJue se enfadaba hasta llegar a odiarlo su vida peligraba y Meng Yao aún no estaba listo para abandonar ese mundo para dejar a su hijo solo, él quería seguir viendo cómo su hijo crecía y se volvía un adulto por lo tanto morir no estaba en sus planes aún y menos en las manos del padre de su hijo.

Regresando Por Tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora