•Capítulo N°13•

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Omnisciente

Mario aún se encontraba contándole chistes o haciendo reír al azabache, era tanta la cercanía que realmente no podía aguantarse las ganas de besarle cada cierto tiempo, las primeras veces le avisó pero luego simplemente lo hacía. Así estuvieron durante unos minutos hasta que escucharon pasos y gritos fuera de la oficina, gracias al tono de voz reconocieron de manera automática de quien se trataba, era aquella secretaria rubia tan molesta para ambos.

La mujer con voz socarrona aviso que uno de los abogados estaba en la línea mientras se burlaba de manera muy indiscreta de Armando el cual prefirió ignorarla, la secretaria de presidencia les miró nuevamente de manera curiosa pues para ella no era normal que Mario y Armando estuvieran tan juntos tomando en cuenta de que estaban sentados en el sofá de la oficina, la mujer los miró unos segundos más para luego retirarse de manera rápida, sabrá que cosas se le metieron en la cabeza.

Armando no se demoró más de un minuto atendiendo la llamada, cosa que tranquilizó que Mario pues lo más seguro es que tengan algo a favor.

—El abogado dijo que es posible llegar a una conciliación antes de que rematen a Ecomoda. –miro serio al mayor, sabia que lo que estaba a punto de decir no le iba a agradar– Para eso tocaría contar con Beatriz, ahora el me dice y mos aconseja a todos que es mejor llegar a esa conciliación a que entrar al terreno de lo penal...-.

Mario no pudo evitar mostrar si desagradó con un bufido molesto, pero era algo que tenía que aceptar y estaba totalmente consciente de que si querían arreglar todo esto era necesaria la presencia de Betty, así le molestará o no.

—Mario, ojalá ella entienda eso, de verdad. –dijo finalmente Armando–.

—Pues, estamos otra vez como al principio "si Betty aparece, si Betty quiere, si Betty acepta". No, si usted quiere recuperar a Ecomoda tiene que hablar con don Herpes, este. –escucho como Armando le corregía el nombre– Hermes, lo que sea. Tienes que hablar con el.–.

La cara de angustia se hizo presente en el menor, le aterraba hablar con ese señor, no porque lo pudiera lastimar ni nada por el estilo, si no que sabia lo bravo que era y que no le temblarian las manos de venir a Ecomoda y hacer quien sabe que cosas. Mario por supuesto no pudo evitar ver la cara de Mendoza por lo que casi instantaneamente hizo que se volvieran a sentar en donde estaban antes de que entrara la mujer platinada para hablar.

—Mira, no creas que yo no se que a ti te da terror hablar con ese tipo, pero no tienes porque dar detalles. Basta con que le digas lo laboral y judicial, no es necesario decirle lo que pasó entre ustedes dos –tomo la mano del azabache y la entrelazo con la suya posicionandola en su pierna en señal de apoyo–.

—Va a ser muy difícil igualmente, Mario. –miro a los ojos a su contrario demostrándole preocupación, cosa que hizo que el castaño aumentara la fuerza de su agarre–.

Lo se, pero no nos queda otro camino, tenemos que insistir –le devolvió la mirada– Además, aún tenemos que tranquilizar a tu papá y que deje de preguntar por la familia de esa mujer-.

▪︎It is painful▪︎ Armando×MarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora