— ¿Por qué sigues con él si es más que obvio que ya no lo quieres? — quien era mi acompañante, en este momento, me hacía esa pregunta que más de una vez rondó por mi mente, solté un suspiro cansado y volví a la cama para acostarme con él y abrazarlo.
— No lo sé... Supongo que es el único que a pesar de que la he cagado en grande sigue conmigo sin importar qué, es como un perrito que a pesar de que su dueño lo maltrate siempre, si le da la más mínima muestra de afecto, volverá a moverle la cola, y él es como mi perrito, me querrá sin importar que.
Haruchiyo Sanzu, mi actual novio, a quien había lastimado más de una vez y siendo sinceros, no me arrepentía. No negaré que en su momento si lo quise, pero era más como un capricho, desde niño he sido mimado y siempre he tenido todo lo que veo, con Sanzu fue así por lo que no me sorprendió que de la noche a la mañana ese cariño haya desaparecido, y ahora solo convivía con él cuando me acordaba de su existencia. En muchas ocasiones pensé en ponerle fin a la relación, pero no podía, no quería que otra persona lo tuviese, soy egoísta y lo sabía muy bien además, el pelirosa era un chico casi perfecto cuando se trataba de relaciones, sabía exactamente qué hacer y decir para que tu estado de ánimo mejorara.
— Mejor deja de pensar en él y vamos a arreglarnos para ir a una fiesta. — Souya era sin duda el mejor amante que he podido encontrar, sabía entenderme y hacerme olvidar de mis problemas por un buen rato.
Sonreí acariciando las piernas del chico pues se había subido en mi regazo a dejar varios besos por todo mi rostro, intentado que olvide al pelirosa; sin duda alguna, el chico peliazul sabía cómo mejorar mi estado de ánimo, aunque en el fondo sabía que él sería otro pasatiempo y con el tiempo lo desecharía.
— Solo si te bañas conmigo. — sonreí coqueto, dejando mis manos sobre su cintura, acariciando la misma. Su piel era bastante suave, pero no como la de Haruchiyo, por un breve instante recordé los pocos momentos tan íntimos que había vivido con él, pero tan pronto como aparecieron decidí desecharlos pues era más que claro que Sou no se parecía a él, en nada.
— Claro, vamos. — y solo esas palabras bastaron para volver a mi burbuja de adoración momentánea a Angry.
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Habíamos llegado alrededor de las 10:15 pm a la fiesta que organizaba Hanagaki, la verdad no lo conocía de mucho, solo sabía que el hermano de Sou y él eran mejores amigos, de ahí no tenía idea de nada. La música sonaba a todo volumen y pude distinguir a unas cuantas caras conocidas, entre ellas, a mi hermano, que parecía pasarla muy bien conversando en medio de dos chicos. Desde que tenía uso de razón, Ran siempre había sido un imán para atraer tanto a mujeres como a hombres.
Lo saludé desde la distancia haciendo un leve movimiento de cabeza, riendo divertido al saber lo que él haría más tarde; sin separarme de la mano de mi acompañante, nos dirigimos hacia la barra para buscar algo que beber, iniciamos con algo suave pues era bastante temprano y no queríamos emborracharnos tan rápido.
