Capítulo 7.

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A la mañana siguiente un rubio se despertó desorientado pero aún muy cansado, intento levantarse hasta que noto un peso extra encima de él, por lo que al voltear a ver, pudo ver una escena muy tierna y un poco triste a la vez.

Un lindo pelinegro estaba acurrucado en su pecho, con un color rojo alrededor de los ojos, demostrando que había estado llorando, sus brazos se aferraban a su alrededor y se acercaba a él buscando calor y confort.

Narra Marco:

-Tranquilo pequeño, todo va a estar bien, yo estaré contigo- entonces solo lo abrace más fuerte contra mi, no dejaría que nada le pasara, aun estaba demasiado herido como para poder pensar siquiera en irme. Y no quería que Luffy se lastimará más al despertar por lo que pensé en una opción con la cual podría ayudarlo efectivamente.

Cubrí mi mano con mis llamas que me curaban a mi, y que gracias al "despertar" de mi fruta podía hacer que curaran a otra persona siempre y cuando no fuesen enfermedades provocadas por la vejez, ya que ese era mi límite. Con ese pensamiento lo levante un poco de la camilla y retire la venda de su pecho con cuidado, mientras más quitaba la venda me di cuenta de la gravedad de la herida en su pecho, esa sería en la que me enfocaría principalmente.

Lo recosté un nuevamente en la camilla para poder acercar mi mano izquierda a su pecho para empezar a sanar, el proceso duro unos 10 minutos, aunque era una curación parcial, ya que tendrían que ser como cuatro o cinco sesiones, siendo una diaria, con el fin de que se curará perfectamente y no abusar de las células de regeneración de su cuerpo.

Busque una venda nueva en los cajones del mueble recargado en la pared cercana de donde estábamos, después de revisar cuatro cajones por fin la encontré, con lo cual regrese a donde estaba mi pequeño, pero me percate de que Jimbey estaba despierto y me estaba viendo, me sonroje al pensar desde cuando estaba despierto, pero aparte esa idea de mi mente y solo lo salude, aun continuando con mi caminata a donde estaba mi pequeño.

-Hola Jimbei, ¿Cómo estás?- dije mientras ya había llegado a donde estaba Luffy y lo había acomodado para colocar la venda nueva -¿Te sientes mejor?, ¿alguna molestia? O ¿algo asi?-yoi.

-Hola Marco, me sorprende que estés aquí, supuse que estarías con los demás ahora que el viejo ya no está, el mando pasa automáticamente a ti- sus palabras me hicieron sentir culpable pero aún así no dejaría a mi pequeño, no podía dejarlo ahora que lo encontré y menos en un estado tan vulnerable como se encontraba ahora.

-No voy a dejarlo-yoi- mi mirada seria hizo que él se sorprendiera -ahora que lo encontré no pienso dejarlo, además que clase de destinado seria si lo dejo en este estado- quería recalcar lo obvio, además de que cuidarlo era un pequeño escape de la realidad en la que ahora me encontraba, Oyaji ya no estaba, Ace ya no estaba, y ahora el nombre de capitán de los piratas de Barbablanca recaía en mis hombros, esa era una responsabilidad que no queria.

Ni siquiera se si seguiría en la tripulación si Oyaji no hubiera muerto, pues desgraciadamente no podía pasar mucho tiempo lejos de Luffy, y si estuviéramos en tripulaciones separadas sería un problema, pues el tiempo máximo para estar separados son tres meses, pero eso no impide que al ser piratas tres meses sean muy cortos al navegar y más por los distintos planes de los capitanes.

Necesitaba que ir con mis hermanos y explicarles la situación, aunque se que eso ocasionaría muchísimos problemas.

-Entonces es cierto, pensé que había malentendido todo en la guerra, pero parece que no es así- vi como bajaba la cabeza mientras analizaba la situación -en tal caso tendrás que estar preparado para el estado mental en que va a despertar, pues Luffy-kun se quedó inconsciente mientras tenía a Ace muerto delante suyo.

Tu y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora