35º capitulo

115 1 0
                                    

Estacione la motocicleta en la calle al frente del hospital, el cielo tenía un color anaranjado. El viento despeinaba mi cabello mientras le quitaba las llaves a la motocicleta. Las anaranjadas hojas de los arboles estaban en el suelo, ya era otoño y pronto llegaría el invierno. Frio y duro, pero en tres meses llegaría la primavera, los hermosos días de primavera donde la

s flores crecerían y las aves cantarían al borde de las ventanas. Luego de esos tres meses llegaría el verano. Y a mitad del verano estaba programado un viaje. A Japón. Necesitaban una buena camarera para un servicio en un crucero de un año. Mi siguiente misión.
Entre a la recepción del hospital, fría, casi congeladora, y con un fuerte olor a desinfectante barato. Me acerque al escritorio de la recepción, donde se veía a una vieja secretaria leyendo una revista tras unos pequeños anteojos rojos.
—Samantha Malik —dije sin rodeos. Bajo su revista y me miro con ojos abiertos y curiosos.
— ¿Disculpe? —me dijo con voz áspera.
—La paciente Samantha Malik, su habitación —pedí, casi ordene. Perfectamente me podrían haber puesto un cartel con luces que dijera: NO ESTOY DE HUMOR, POR FAVOR NO MOLESTAR CON ESTUPIDECES.
Tecleo perezosamente en su computador antiguo, y se acerco bastante al monitor para leer lo que la pantalla le decía.
—Hmm…Samuel…Sammy —siguió leyendo. —Savannah.
—Señora, no tengo todo el día —dije ya frustrada. —Mi amiga está internada de urgencia, me podría decir dónde está su maldita habitación, ahora.


Narra Samantha.

Cerré de un golpe la puerta del baño de mi habitación y me arrastre por ella hasta queda sentada con la cabeza entre las piernas en el suelo. Había sido tan tonta. Un chico como Liam, que lo tenía todo. Nunca se fijaría en mí. El tenia perfecto cabello, perfecta dentadura, perfecto cuerpo, perfectas notas, perfecta personalidad, y…la perfecta novia.
La chica nueva. La chica que hablaba italiano. La chica por la que todos los chicos del instituto, hasta mi hermano, luchaban. La chica más codiciada. La chica más simpática. La chica que era voladora en las animadoras. La que lo tenía todo. Mi mejor amiga. _____(tn).
La perfecta combinación entre una modelo, una atleta, una genio y una comediante.
Yo solo era una chica con el pelo castaño oscuro con rebeldes rulos hasta casi la mitad de la espalda. No lo tenía castaño claro que cayera en perfectas ondas hasta la cintura, como ella.
Tenía una estura promedio y un cuerpo normal de cualquier adolescente, no perfecto ni muy horrendo. No era una alta con cuerpo de modelo, como ella.
Tenía ojos cafés, nariz plana y labios rosados pálidos. No tenia perfectas facciones, ni perfectos ojos azul mar, ni labios rojos como los de Blanca nieves, como ella.
Yo solo era una chica, ella era la chica.
Aun así quería a mi amiga, pero no podía estar cerca de ella y su novio. Me rompía el corazón en mil pedazos. Cuando el tomaba su mano y besaba su mejilla, o cuando ambos se sonreían cómplices en clase.
Hay una canción que dice, que lo que no te mata te hace más fuerte.
Pero esa canción estaba equivocada.
Lo único que quería era que la tierra me tragara y volver al pasado.
Hace un poco más de dos meses, cuando yo fui feliz completamente por una vez en mi vida.
Antes de conocer a ____(tn), antes de que comenzara el año escolar, antes de volver a ver a Liam.

Flashback.

Me sentía mal, mi estomago daba vueltas y veía doble. Solo había probado media cerveza y ya tenía una resaca. Nunca volveré a beber, me dije.
No tenía ganas de vomitar, pero apenas podía caminar.
Para mejorar las cosas estaba en New York, perdida en la ciudad más abarrotada de gente peligrosa de Estados Unidos.
El viento soplaba fuerte, haciendo que la lluvia no cayera de forma vertical, si no que en diagonal, mojando mi ropa aunque intentara cubrirme con mi paraguas negro.
Mi cabello estaba completamente mojado, al igual que mi ropa.
Me apoye contra una pared llena de grafitis. No recordaba cómo llegar al hotel donde con mi familia nos estábamos hospedando.
Mi hermano se había ido en busca de fiesta, apenas su padre y mi madre salieron a una reunión importante diciendo que volverían a la tarde del día siguiente.
Noche de fiesta, había dicho Zayn apenas ellos cerraron la puerta.
Lo acompañe, y como buen hermano había desaparecido, obligada a ir caminando al hotel, me perdí. Tantas calles. Tantas personas. Definitivamente New York no era mi ciudad. Pero en el lugar donde estaba no se veía ninguna cara, nadie.
Sentí como unas manos duras y bruscas me empujaban a un callejón donde abundaba la oscuridad, me quitaron la cartera bruscamente.
Mi visión era pésima, y el dolor de cabeza estaba aumentando, apenas podía mantenerme en pie y creo que mi asaltante lo noto.
Me empujo bruscamente a una pared y caí golpeándome mi cabeza.
Un faro parpadeo y pude verle la cara, un mendigo sucio y mugroso caminaba con una sonrisa malévola, que se quedo en mi mente por los próximos segundos.
— ¿Estas perdida linda? —pregunto con una voz áspera y ronca.
—No —logre decir tratando de incorporarme pero fallando en el intento. Mi chaqueta estaba toda llena de la lluvia sucia y negra del suelo.
Rio como si lo que hubiera dicho fuera el mejor chiste del mundo.
—Eres muy bonita —se puso en cuclillas frente a mí. —Y yo llevo un tiempo solo —me tomo por el pelo y me acerco a él, hasta que pude oler su rancio y sucio hedor.
—Suélteme —quise gritar, pero solo me salió una súplica vaga. Veía tres mendigos en vez de uno. Pero los tres tenían las mismas intenciones.
Me dije que fui una estúpida por perder de vista a Zayn. No. Fui una estúpida por salir de fiesta con él.
Me pego una cachetada muy fuerte y me tiro contra la pared. Sentí como un líquido espeso y caliente recorría mi cara por el borde desde mi frente. Hasta que cayó al suelo. Sangre. Mi sangre.
Una sombra negra se abalanzó sobre el mendigo, tirándolo al suelo.
Mis ojos se iban cerrando, no me importaba lo que pasara desde ahora en adelante.
Una mano toco mi mejilla, espere el golpe. Pero no paso nada, era una mano diferente. Cálida y suave, y me estaba quitando un mechón mojado de la cara.
Abrí los ojos con dificultad, y pude ver un rostro de chico.
El chico más guapo que jamás había visto. Castaño y con ojos cafés claros. De perfectas facciones. Pero con una mirada preocupada.
— ¿Estás bien? ¿Te hizo algo? ¿Te duele mucho? —pregunto rápidamente.
Iba a responder que estaba bien pero mis ojos se cerraron involuntariamente, y lo vi todo negro.

No es mi vida es solo una misiòn mas Zayn y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora