41º capitulo

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Han pasado 2 meses desde el día de la fiesta de Zayn.
Las cosas van mejorando, para todos. Por fin puedo estar con Zayn, con el me siento completa, siento que no me falta nada. Aunque a Jared no le agrada Zayn, y por más que él se esfuerza, Jared no termina de aceptarlo.
Para Sam las cosas también han mejorado, no hay momento en el que Liam se separe de ella o al revés. Juntos las diez horas que estamos en el instituto.
Ahora, en mi habitación. Estoy sentada en mi escritorio tratando de hacer tarea, aunque no puedo concentrarme. No puedo parar de pensar en el álbum de fotos del estudio del padre de Zayn.
Aun no estoy segura de que soy yo, esa niña. Pero ¿y si fuera yo? ¿Por qué Patrick conoce a mis padres, o bueno a Jack y Olive?
Suspire, lo único que conseguiré es exprimirme la mente sin nada a cambio.
Jared ronca en su habitación, tiene el sueño pesado.
Estaba sumergida en mis pensamientos, como el diario de una adolescente problemática, cuando algo golpeo mi ventana.
Estaba lloviendo torrencialmente, así que probablemente era la lluvia, no le preste atención.
Golpeo de nuevo.
Me levante. Quizás era la lluvia pero era mejor asegurarse. Corrí la cortina que daba a mi balcón, por donde venia el ruido, y me encontré con un empapado Zayn.
— ¡Zayn! —abrí la puerta que daba a el balcón y lo jale hacia dentro.
—Hola —rio y se froto las manos.
— ¿Qué crees que haces? —le quite la chaqueta y la coloque sobre el calefactor.
—Quería darte una sorpresa —dijo tiritando. Su cabello goteaba, su camisa y su pantalón estaban un poco mejor que la chaqueta, pero aun así estaban húmedos. Pero sus labios estaban tan pálidos que comenzaban a verse azules.
—Te vas a enfermar por darme esa sorpresa —regañe.
—Vale la pena —tomo mi mano e instintivamente lo mire, viendo como me recorría de abajo a arriba con la mirada.
—Bonita ropa —sonrió pícaramente.
—No tenía pensado que ibas a venir —me defendí.
—Pensaría que me estabas esperando. —rio y golpee su brazo.
—Cállate —aunque no pude evitar una sonrisa.
—Felices dos meses —tomo mi barbilla y me beso. Sus labios estaban escalofriantemente helados y un escalofrió recorrió mi espalda.
El puso ambas manos en mi cintura y me atrajo hacia a él. Sentí como, poco a poco, sus labios se iban poniendo más tibios y le rodee el cuello con las manos.
Me separe unos centímetros.
—Felices dos meses también —sonreí.
—Perdón por no venir antes, estaba ayudando a Sam con la cita para mañana.
— ¿Mañana es? —pregunte ilusionada.
—Sí, pero solo quiere que la acompañe Liam.
— ¿Nosotros no? —hice un puchero. —Tengo derecho a ver a su hijo.
—Pero no tanto como el —me toco la punta de mi nariz con su índice.
Bufe.
—Algún día me vengare.
—No la invites a la primera ecografía de nuestro hijo.
Reí con él, lo más real que pude.
Si tan solo pudiera tener un hijo con él.
—Tengo algo para ti —me dijo.
Lo mire.
—Bueno —se acerco a su chaqueta y de un bolsillo interior saco una pequeña caja negra. —Cumplimos dos meses —se acerco a mí. —Los mejores dos meses —sonrió. —Y quería que tuvieras esto —abrió la caja.
Dentro había un hermoso collar, mis extensos conocimientos en joyería me decían que era de oro, con una elaborada cadena delgada que tenía un pequeño corazón colgando.
Mire el collar emocionada.
—Era de mi madre —hizo una pausa. —De mi verdadera madre —Instintivamente se me vino el nombre de Jessica a la cabeza.
—Zayn —susurre, mientras tocaba el collar.
—Yo le grabe algo —lo dio la vuelta, mostrándome un hermoso grabado que decía: ‘Tienes una parte de mi corazón’.
Lo mire con ternura.
—Es hermoso —sonreí. 
—Y muy honesto —lo bese cortamente.
—Pero es de tu madre y yo…no puedo aceptarlo.
—_____(tn) —me miro. —Quiero que lo tengas.
—Pero… —me interrumpió.
—…Vamos ¿Por mi? —lance un suspiro. No podía decirle que no.
—Está bien —el sonrió.
— ¿Puedo? —levanto el collar.
—Claro —me di vuelta y levante mi cabello. Me rodeo el cuello con el delicado collar y lo abrocho. Lo mire. — ¿Cómo me queda?
—Perfecto —sonrió.


Narra Liam.

—Hola princesa —dije al escuchar su ‘¿Hola?’ por el teléfono.
—Liam —respondió. — ¿Qué pasa?
—Llamaba para decirte que te veré en el hospital.
— ¿Por qué? ¿Paso algo? —sentí como se preocupaba, y eso no era bueno para el bebe.
—No no, tranquila. Solo que estoy algo lejos y no quiero hacerte esperar —mentí. —Ve al hospital y te veré allí.
—Claro —suspiro. — ¿Qué quieres que sea? —dijo después de una pausa.
—Si es un niño será mi campeón —sonreí. —Si es una niña será la princesa mejor cuidada del mundo.
— ¿Y si son dos? —dijo preocupada pero luego rio, y reí con ella. Me encantaba su risa, era contagiosa pero no irritante, la escucharía todo el día. —Bueno voy de camino al hospital. Adiós.
—Adiós —colgó y yo seguí conduciendo hasta el muelle.
El hospital quedaba a pocas cuadras del muelle. Pero tenía que decirle a Sam que me faltaba mas camino.
Camine por el muelle hasta llegar a una feria de artesanos, allí, había un gran lugar donde vendían flores. Y tenían las que necesitaba, Camelias. Era el único lugar en todo Los Ángeles donde las vendían, eran algo costosas, pero Sam lo valía.
Observe las flores detenidamente, habían muchas Camelias, de todos los colores. Al final me decidí por un hermoso ramo de Camelias rosadas y blancas.
—Ese por favor —le dije al anciano que atendía el lugar, mientras apuntaba el ramo que quería.
—Muy buena elección —tomo el ramo con cuidado y lo envolvió en un papel transparente. — ¿Para alguna señorita en especial?
—De hecho, si —sonreí.
—Bueno —recibió el dinero. —Estas están recién floreciendo, duraran mucho, espero que le gusten a ella —tome el ramo.
—Gracias, le encantaran —despedí al anciano y camine a mi auto.
Me sentía como en esas películas cursis que tanto aborrecía ver. El chico llevándole flores a su novia, solo que este caso era algo especial. El chico llevándole flores a la madre de su hijo o hija, pero no su novia. 
Nunca creí que se pudiera querer tanto a una persona. Prácticamente toda mi vida he estado solo, mis padres siempre estaban fuera por misiones, hasta que cumplí los 12 años y quise entrar a la A.S.I. Siempre quise ser un policía, el tipo que atrapa a los malos. Pero a los 14 me entere que yo no era el chico bueno, era el malo de la película. Estaba tan acostumbrado a mi vida, que no me importo. Pensé, muchas veces, entrar al Servicio Secreto de Estados Unidos, la S.I.S., me prometí que algún día seria el chico bueno, pero ellos lo saben todo, sabrían que fui agente de la A.S.I. y nunca me aceptarían. Así que Sam es lo más cercano que tengo a una familia, y pronto nuestro hijo, terminara de formar nuestra familia. Porque estaba dispuesto a formar una familia con Sam.
Llegue a mi auto, estaba estacionado en un callejón, y justo cuando iba a entrar, un metal duro golpeo mi cabeza, dejándome inconsciente.


Narra Samantha.

Estaba en la sala de espera del la sección de Maternidad del hospital. A mi alrededor había muchas parejas, algunos con bebes, otras aun embarazadas. Muchas mujeres estaban solas. Odiaba eso, que el padre no se hiciera responsable. Si fue un embarazo no deseado, toda la culpa no tiene que caer sobre la madre, ambos tienen la culpa, ambos se hacen responsables. Yo por suerte, tenía la mejor persona para ser el padre de mi hijo. Y aunque él no me quisiera y lo hacía solo porque sus modales se lo mandaban, cuando pasaba tiempo con él era la persona más feliz del mundo.
Mire la hora en mi celular. Faltaban cinco minutos para que nos llamaran y Liam aun no llegaba. Comencé a preocuparme hacia que opte por llamarlo.
—Hola soy Liam. En estos momentos no puedo contestar, pero si me dejas un mensaje te llamare —y el ruido que indica que comienza el mensaje sonó.
—Liam soy Sam. ¿Dónde estás? Llámame —corte.


Narra Liam. 

Otro golpe fue contra mi estomago y caí de espaldas retorciéndome de dolor. Mis muñecas estaban afirmadas con una fuerte cuerda y mientras más esfuerzo hacia por quitármela, la cuerda mas cortaba mis muñecas.
—Es suficiente —le dijo Anne, al agente que me estaba golpeando.
— ¡Déjame ir! —le grite en el suelo. De mi boca y mi nariz salía abundante sangre, mis muñecas estaban un poco cortadas y estaba seguro que tenía una costilla rota.
—Te advertimos —me dijo. —Y no nos hiciste caso.
Me retorcía en el suelo desesperado. Anne lanzo el ramo de Camelias a mi lado.
— ¡¿Para quién eran?! ¡¿Eh?! —exigió.
—Para _____(tn) —mentí. Quería mantener fuera de esto a Sam, pero con solo ser la hermana de Zayn, ella ya estaba en esto. Lo único que hacía era empeorar más las cosas, empeoraba las cosas para mí, para la agencia, para _____(tn). Para todos, pero nada me importaba. Ni yo entendía mi desesperado intento de estar con Sam.
—Mentiroso —me dijo y haciéndole una seña al tipo de al lado, le indico que me volviera a golpear.
El pateo mi estomago y luego mi espalda. Caí rendido en el suelo, no podía luchar más.
—Esta es la primera advertencia. ¡La agencia no te quiere cerca de esa niña! ¡No te harás cargo de ese bebe y punto! ¡Y te quedaras aquí hasta que te encontremos una nueva misión! Termino tu trabajo aquí —salió azotando la puerta, seguida de el otro agente. Y sentí como mis ojos se cerraban.
—Sam —susurre y todo se volvió negro.


Narra Samantha.

—Señorita Malik —dijo una enfermera.
— ¿Cinco minutos? —le pedí.
—Cinco minutos —reviso su carpeta y yo llame desesperada a Liam.
—Hola soy Liam. En estos momentos no puedo contestar, pero si me dejas un mensaje te llamare —corte la llamada.
¿Dónde estará? ¿Tal vez tuvo un accidente?
Suspire. Prometió que vendría.
—Señorita Malik —llamo de nuevo la enfermera.
—Otro cinco… —me interrumpió.
—Si pide más tiempo perderá la hora —suspire. Me levante y camine hasta ella.
—Vamos.

—Samantha —dijo el doctor.
—Doctor Hagg —respondí y estreche su mano.
—Acuéstate, por favor —apunto la camilla.
Luego de unos minutos estaba acostada y el esparcía un gel helado sobre mi barriga un poco abultada.
Me estremecí.
—Lo se lo sé, esta helado. Tranquila te acostumbraras —puso el transductor sobre mi barriga y lo movió, mirando la pantalla de un pequeño televisor, buscando alguna clase de vida.
Sonrió.
— ¿Ves eso? —apunto con una luz roja hacia una mancha de color gris.
—Si —respondí.
—Es su cabeza —me dijo y siguió moviendo el aparato hasta encontrar otra mancha.
— ¿Ves eso? —apunto otra vez.
—Si —lo mire y el no respondía. —Dígame que ve —insistí emocionada.
—Aparentemente está sano —busco un poco mas y rio al ver mi cara de desesperación por saber qué pasaba. —No tiene tumores o falta de extremidades. Es una suerte porque tenias un…
—… ¡Ya dígame que es! —grite prácticamente.
Rio.
—Es un niño —apago el televisor.
—Un niño —susurre.
Tendré un niño de Liam y eso me hacia infinitamente feliz, al igual si hubiera sido una niña. Pero por otro lado.
Mire la silla vacía en la sala.
En esa silla debería estar Liam sentado sonriéndome. Debería acercárseme y sonreírme. Debería tomar mi mano y prometer cuidarlo. Debería estrechar la mano con el doctor. Debería pedir una copia de la ecografía, como había dicho que haría.
Pero solo estaba la nada en esa silla.
Dicen que cuando lloras por el ojo derecho es de felicidad y cuando lloras por el izquierdo es de tristeza.
Yo lloraba por ambos.

No es mi vida es solo una misiòn mas Zayn y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora