Capítulo 12

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Un fuerte llanto de bebé se hizo presente nuevamente en medio de la madrugada, acabando con el silencio.

Roseanne se removió en la cama, frunciendo el ceño por un momento, ya ni siquiera sabía cuántas veces su hija la había despertado con el característico llanto de los bebés. Sintió como una mano se colocaba sobre su brazo y le removía.

—Es tu turno... —dijo Jennie somnolienta y con la voz grave. Roseanne suspiró cansada.

Se paró de la cama y fue a la minicuna, el cual fue uno de los tantos regalos de Lisa, que estaba al lado de la cama matrimonial. Tomó en brazos a la bebé, revisando si era tenía hambre o era hora de un cambio de pañal, pero al verificar que estaba en perfecto estado, empezó a mecerla en sus brazos. Poco a poco el llanto fue disminuyendo, hasta que solo se escuchaba la respiración tranquila de la pequeña. Volvió a dejar a su hija en la minicuna, se fue a sentar en su lado de la cama y miró el reloj que estaba en la mesita de noche, donde marcaban las seis de la mañana.

Con sus manos desordenó su cabello.

Desde que le dieron el alta a Jennie y a Somi, las mayores no podían dormir más de dos horas recorridas, y las ojeras se iban marcando mucho más.

El estómago de la rubia empezó a hacer ruido, tenía hambre y podría aprovechar de darse una ducha rápida.

Se levantó y se fue a la cocina, empezando a hacerse un café y unas tostadas. Estaba más dormida que despierta, tanto fue que ni siquiera se dio cuenta que le echó sal en vez de azúcar a su café, o que a las tostadas le puso yogurt en vez de dulce. De cualquier forma, aun sin darse cuenta, masticó un pedazo de pan, e hizo una mueca al sentir la rara combinación. Para quitarse el sabor, le dio un buen sorbo a su café, el cual escupió en el lavaplatos.

—¿Pasa algo? —preguntó Jennie entrando a la cocina. Tenía su cabello desordenado, apenas y abría un poquito sus ojos.

—¿Uhm? No, nada... —bostezó. Se pasó sus manos por su cara, intentando despertarse completamente— ¿Por qué estas despierta? Anda a la pieza y duerme, Nini —se acercó a la omega, acariciando la mejilla de esta.

—Lo haría encantada, pero debo alimentar a Somi —antes de ir por Somi, decidió conversar un poco más— Tengo tanto sueño... —Roseanne la abrazó, rodeando con sus brazos la cintura de la castaña. La omega escondió su cara en el cuello de su esposa, descansado un par de segundos.

La tranquila burbuja en la que estaban se rompió cuando escucharon el llanto de la tercera integrante. Jennie lloriqueó y Roseanne soltó una risita cansada.

Ambas estaban con licencia maternal de 3 meses, así que tenían tiempo para adaptarse y cuidar a su hija, ya que descansar era lo que menos hacían.

Ambas estaban con licencia maternal de 3 meses, así que tenían tiempo para adaptarse y cuidar a su hija, ya que descansar era lo que menos hacían

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Roseanne y Jennie estaban doblando la ropa que hace poco había salido de la secadora. Estaban sentadas en el sofá mientras dejaban la ropa doblada a un lado. Debian aprovechar que Somi dormía.

—No puedo creer como hemos aguantado hasta ahora, con suerte y dormimos —bufó la rubia, dejando su parte de la ropa doblada a su lado.

—No me sentía así desde nuestro internado, aunque creo que esto es peor —hizo una mueca—. ¿Así hice sentir a mis papás? Ah... Los llamaré luego para disculparme con ellos —sacó del canasto más ropa seca, empezando a doblarla— Por cierto, debemos ir al supermercado a comprar comida, si no vamos esta semana, nos moriremos de hambre... ¿Rosie? —frunció el ceño al no recibir respuesta. Cuando miró a su lado, la neozelandesa estaba recostada con la boca semiabierta, durmiendo plácidamente. Jennie no pudo evitar sonreír.

La omega dejó a un lado la ropa, se acomodó junto a la alfa, la cual pronto rodeó con sus brazos su cintura. Ya cómodas, se dispusieron a dormir lo máximo que pudieran.

Ser madres primerizas no era fácil, pero con el paso de los días iban aprendiendo más cosas, ayudándose mutuamente. Y aunque no pudieran dormir más de dos horas, dejaban de lado su sueño para hacer sentir cómoda a su hija cada vez que despertaba.

¿Cómo no se habían vueltas locas a estas alturas? Ni ellas mismas lo sabían.

𝑺𝒘𝒆𝒆𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝑪𝒐𝒍𝒅 𝑩𝒂𝒃𝒚² - 𝑪𝒉𝒂𝒆𝒏𝒏𝒊𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora