Un Draco sin bolas, un Sirius y un Lucius ebrios

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Tres de la mañana, la mansión Malfoy era un desastre, botellas tiradas, un rubio de cabello largo vomitando, un perro queriendo montar un florero enorme, un Draco hecho bolita mientras murmuraba y balbuceaba hacia la nada, y Severus Snape con labial en la boca dormido sobre el sillón junto a Harry Potter.

Que bizarra situación, ¿No?

Vamos a retroceder unas horas antes.

- Todo tiene que salir perfecto - decía demandante Draco Malfoy mientras unos elfos ordenan el salón donde se daría la cena, Lucius miraba con diversión a su hijo y tomaba el té con despreocupación, claro, a él no lo iban a castrar ésta noche.

La hora de presentarse ante Sirius Black como su yerno, era una idea suicida en su opinión conociendo lo demente que solía ser cuando se trataba de Harry, y a veces Remus Lupin ni siquiera podía calmarlo.

Llegada la hora , Draco miraba a sus padres con temor quienes esperaban con una sonrisa burlona detrás suyo, alejados del peligro que representaba aquel animago hacia su único hijo. El flu se hizo oír y tres figuras aparecieron, Harry sonrió a su pareja dejando un besito en su mejilla para después simplemente huir rápido junto a sus suegros para saludarlos, traidor cuatro ojos.

- Buenas noches, señores Black - decía Draco con una sonrisa levemente nerviosa, Sirius miró al rubio con recelo pero aún así apretó sus manos en saludo y le arrojó su chaqueta de cuero a la cara, dándole directo en la nariz junto a una cadena. - Mierda.- gruñó bajito el joven malfoy. Lupin se acercó y algo apenado lo saludó quitándole la chaqueta.

- Es un gusto verte, Draco - sonrió el hombre lobo con gentileza para después simplemente correr también tras su esposo.

La cena fue muy casual, dentro de lo que se puede esperar con indirectas de Sirius Black, para su mala suerte los elfos habían hecho una comida típica inglesa.

- Espero que el tamaño de otras cosas no decepcionen al menos - dijo Sirius Black sin vergüenza alguna apuñalando un poco las pequeñas salchichas alemanas que acompañaban el plato, Draco tragó seco apretando sus piernas y Lucius lanzó una carcajada aunque olvidó que estaba bebiendo vino por lo que se ahogó.

- ¡Papá!- dijo sonrojado Harry en un quejido- no digas esas cosas por favor.

- ¿Qué?...¿Acaso ya lo has visto?- Dijo el pelinegro mirando fijamente al Malfoy menor.

El silencio predominó en la sala, Sirius apretó su tenedor y gruñó.

- Mocoso insolente y pervertido - Murmuró Sirius.

Los nervios y paciencia de Draco en algún punto del postre empezaron a jugarle una muy mala pasada, la que terminó de explotar fue cuando Sirius despreocupado empezó su interrogatorio.

- ¿Ya lo desfloraste?, No quiero nietos, curioso, siempre creí que te gustaría ser pasivo - dijo Sirius pensando - Bah, tienes cara de Barbie, pero no sé, no te veo con musculatura... ¿Seguro que no lo han- un grito de frustración de Draco lo corto.

- ¡Está bien, lo rellené como un pavo de navidad, le saqué los sesos! ¿Contento?- gritó el rubio agitado bajo la mirada de todos.

Sirius se levantó lentamente e hizo el ademán de pegarle, pero Lucius fue rápido y le ofreció whisky de fuego.

- No suelo beber, pero no me olvidare de esto muchacho insolente - dijo para después entretenerse bebiendo.

De alguna forma, que nadie entiende como fue que Lucius y Sirius se pusieron a jugar con los tragos hasta quedar totalmente ebrios.

- AMIWOOO~ VAMOS A BAILAR- chilló el pelinegro moviendo su cuerpo de forma extraña, en un movimiento de baile dónde movió su pie con fuerza y le dió una patada en la entrepierna a Draco, claro, él no estaba consciente de ello...creo.

Así fue como Draco terminó hecho bolita llorando por sus hijos que no iban a nacer, por ahora.

Remus ya estaba aburrido de jugar a las cartas con Severus por lo que fue a la cocina a comer pastel, y terminó durmiendose sobre su rebanada a medio terminar.

Y ahora, después de un karaoke mal hecho con música muggle que Sirius le enseñó a Lucius de la que se hizo fanático rápidamente, el rubio terminó vomitando y poniendo las plumas de su pavos reales de colores, mientras Sirius como un perro orina ahora la maceta, y claro, Severus luego los mataría.

Tenía muchas pociones para eso, solo necesitaba tiempo.

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Lucius knows Donde viven las historias. Descúbrelo ahora