Capítulo 24

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"Mandato viejo, mandato muerto"

NANON

Tenía miedo. Mi cuerpo entero temblaba ante esa penetrante mirada oscura. La Gran Esposa no dejaba de dar vueltas a mi alrededor, mirando y analizando meticulosamente cada centímetro de mi cuerpo. Yo estaba horrible. Aunque me había duchado, había transpirado por causa de la fiebre que aún conservaba. No podía mantenerme totalmente erguido debido a la debilidad que sentía mi cuerpo y mi vestimenta era totalmente dispareja. Tenía un pantalón color caqui viejo y una camisa de deporte que usé en las olimpiadas anteriores de mi colegio. ¿Y las zapatillas? ¡Eso era lo peor! Estaba en pantuflas. Esos salvajes ni siquiera me dejaron arreglarme y me sacaron tan rápido a la fuerza.

— Estás transpirando. ¿No te sientes bien? — se plantó frente a mí y yo negué con la cabeza gacha. No podía verla directamente a los ojos — Por tu atuendo deduzco que mis agentes te sacaron a las prisas. ¿No? Porque de lo contrario me ofendería mucho la vestimenta con la que te presentas.

— Lo lamento — logré decir en un pequeño murmullo — Ellos no me dieron tiempo de arreglarme. Me trajeron de inmediato a la fuerza.

— ¿Te rehusabas a venir?

— No. Es sólo que no podía dejar a mi madre en el estado que se encontraba. Ella estaba un poco alterada.

— Lo siento por ella — dijo sin una pizca de sinceridad en su voz — Mírame fijamente — ordenó.

— Yo... No puedo — negué.

— Te di una orden ¡Obedéceme! — usó su voz de mando y agarró mi mentón con fuerza, alzándome el rostro para que la viera. Sus largas y arregladas uñas se clavaban en la piel de mi barbilla y mejillas — Que lindos ojos — comentó sarcástica — Tienes un rostro adorable. Como el de cualquier varón omega, tus facciones son bellísimas — siguió observándome con una mirada escalofriante — Y tienes bonitos labios — me soltó y volvió a caminar a mi alrededor, analizándome. Yo trataba de controlar los movimientos involuntarios de mi cuerpo. Mi lobo mandaba alertas y me ordenaba que saliera corriendo. El alfa de la Gran Esposa nos asustaba — Buena retaguardia — sentí como enterraba sus uñas en mi piel. Yo salté y me aparté rápidamente de ella dejando salir mis lágrimas. Estaba asustado y ya no lo soportaba — ¿Acaso di la orden que podías moverte? — preguntó enfadada.

— Por favor — sollocé — Deténgase Gran Esposa. No me siento bien.

— ¿Qué me detenga? — rio maliciosamente y se acercó. Yo retrocedí por instinto y cerré los ojos debido al susto que me provocaba su alfa. Grité cuando sentí nuevamente sus uñas clavándose en la piel de mis brazos — ¿Tú te detuviste cuando te atreviste a marcarlo? — yo no entendía nada, sólo lloraba — ¡Cómo te atreves adefesio! — me abofeteó. Yo caí al piso jadeando y temblando — Marcar al heredero... ¡Cuánto atrevimiento! ¡Cuánta insolencia! ¿Con qué derecho?

— Por favor, déjeme — comencé a gatear para alejarme de ella, no quería que siguiera lastimándome.

— ¿A dónde crees que vas? — me jaló del cabello y me arrastró hasta tirarme contra una alfombra persa, al lado de un escritorio — ¡Tienes que obedecer maldita cosa! ¡Recuerda que estás ante la presencia de una alfa! ¡De la Gran Esposa!

— ¿Qué quiere de mí? — grité entre lágrimas — ¿Quiere matarme o qué?

— Quisiera, en verdad quisiera — dijo furiosa — Pero no puedo. Necesito que saques a mi hijo del estado en el que se encuentra. Entiende niño, tú sólo eres un objeto de complacencia. ¡Un maldito juguete sexual! Un varón omega no sirve para nada más.

No es fácil || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora