Extra 5

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"Sing y Puimek"

En el pasado...

Kim Cheewagaroon saludó con un beso en la mejilla a la viuda del señor Tangabodi.

— Lada, es un gusto volver a verte — ambas mujeres se unieron en un educado y protocolario abrazo.

— Kim, sigues igual de radiante que siempre. ¿Hace cuánto que no me llamabas para pedirme que te visitara? — preguntó en voz alta — Debo admitir que extrañaba un poco a mi vieja amiga.

Kim forzó una sonrisa. En realidad, ellas nunca habían sido amigas. Lada siempre fue una mujer ambiciosa y envidiosa de las mujeres que pertenecían a las familias predominantes.

Su odio se debía a que tanto ella como su madre habían servido a la tercera familia predominante como sus costureras personales. Lada tuvo que ver como su madre confeccionaba los más hermosos vestidos para dárselos a otra niña. Cuando era pequeña, cuando aún no entendía las diferencias sociales entre castas y familias predominantes solía hacerle berrinches a su progenitora para quedarse con aquellos vestidos.

"Son muy caros, no podemos permitírnoslo. Lo siento, hija" Esa eran las palabras de su madre siempre que se lo pedía.

Un día se enojó tanto con ella que en un ataque de histeria rompió cada uno de los vestidos. Pensó que de esa manera su madre dejaría de negárselos, pero lo único que consiguió fue que las castigaran.

A ella y a su madre.

Porque cuando la esposa principal de la tercera familia vio como quedaron los vestidos de su hija y de su sobrina, abofeteó a la madre de Lada y a la niña la mandó a limpiar los baños de la mansión donde vivían.

"Tu madre te ha consentido en demasía; por eso eres una niña mal educada y que no conoce su lugar en este sistema de castas. Limpiarás cada uno de los baños de esta casa y no comerás hasta mañana. Ese será tu castigo. En cuánto tu madre, deberá trabajar un año sin cobrarme para reponer el precio de esos vestidos que dañaste"

La familia de Lada cayó en desgracia. No solo su reputación en el trabajo se vio afectada, sino que también su situación económica. Pronto, sobrevivían solo con pan, leche y agua.

Como consecuencia, el padre de Lada se marchó de casa abandonándolas.

"¡Todo es tu culpa!" "¡Me desgraciaste la vida!" Repetía constantemente su madre mientras la golpeaba.

Para recuperarse, decidieron casarla. Lada contrajo nupcias a sus diecisiete de edad con un hombre mayor a ella por siete años. No era el mejor prospecto. Un chico amargado, cruel y para nada considerado, pero con el suficiente dinero para sacar de la miseria a la madre de Lada.

Con los años, el señor Tangabodi fue invirtiendo en negocios que resultaron todo un éxito, amasando una fortuna impresionante.

Fue entonces cuando Lada y Kim se conocieron. La tercera familia predominante que había escuchado del rico empresario querían que este contrajera matrimonio con su sobrina.

Lada al enterarse y ver peligrar su posición fue a rogarle a Kim Cheewagaroon que no lo hiciera. Ella no tenía a nadie más que su marido. Por supuesto que Kim no aceptaría quitarle el esposo a una pobre mujer desdichada, pero Lada no confío en su palabra.

Así que con sus ahorros contrató a un hombre para que la enamorara.

La historia es larga y llena de trabas, pero ni Kim ni Lada fueron felices con sus maridos.

Casadas por obligación o por amor, tuvieron el mismo destino. Criar a sus hijos solas después de quedar viudas.

Sin duda alguna habían pasado por muchas cosas juntas, pero no podían llamarse amigas. Nunca lo harían. Porque tanto una como la otra quisieron destruirse la vida.

No es fácil || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora