Capítulo 3: "Supuesta casualidad"

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Supongo que todos hemos leído alguna vez esas historias donde todo se basa en el amor del chico y la chica y aunque su trama da más giros que una ruleta siempre acaban juntos. Pues en mi opinión personal son solo eso, historias. No hay modo de que en la vida real sucedan cosas así. Los chicos son idiotas que no saben captar indirectas, la casualidad es una excusa inventada por acosadores, la vida es cruel y las historias son producto de la imaginación. Así que...si nadie los había bajado de la nube aún, pues lo hago yo.

-¿Que haces aquí?- pregunté en tono molesto tratando de disimular mis nervios- ¿Me estás siguiendo?

-No te des tanta importancia- hizo una expresión como si fuera obvio y dijo: -Esto es pura casualidad.

Rodé los ojos. -Creo tanto en las casualidades como en alguien como tú.

Puso cara de interesarle el tema. -¿Ah si? Por favor si eres tan amable, ¿cómo es alguien como yo?

-Uis no sé...- los nervios salen de nuevo a flote y me quedo sin saber que contestar, venga ya, lo había dicho sin pensar, era una especie de metáfora para decir que no me fío de él- ...así tan insoportable- me arrepentí justo en el momento en que las palabras dejaron mi boca.

Enarcó una ceja. -¿Crees que soy insoportable?

-Sí. Es decir no, no es lo que iba a decir.
Maldita sea, los nervios de nuevo.

Enarca la ceja nuevamente. -Que inestable eres. Dices y te contradices.

¿Inestable? ¿Acaba de llamarme inestable?
-¡No soy inestable!

Sonrie de lado. -Entonces te pongo nerviosa.

-¿¡Qué!? ¡No! Claro que no- dije rápidamente- ¿Por qué me pondrías tú nerviosa?

-No sé- dijo mantenimiento su sonrisa ladeada- Dímelo tú, eres la que está sonrojada.

Sentía la sangre acumularse en mis mejillas. <<Esto no puede estarme sucediendo>> pensé.
Puse las manos en mi rostro en un acto inconsciente. -¿¡Qué!? No estoy sonrojada.

-Mju.

Da unos pasos y se acerca a mi lentamente.
-¿Vas a decirme ahora que no te pongo nerviosa?

¡Diablos!

Intenté dar unos pasos hacia atrás pero el me sostuvo del brazo. -Estás invadiendo mi espacio personal- dije en un susurro prácticamente mientras me fijaba en los labios del chico ante mi, son realmente preciosos.

-No veo que te incomode mucho por la forma en que miras mis labios.

Mis mejillas volvieron a arder. -¿Qué? ¡No estoy... ¡Eres un idiota!- lo alejé de mi de un empujón.

-Insoportable, idiota...¿Qué sigue?- comenzó a reír.
Es la primera vez que lo veo sonreír. Sinceramente, tiene la sonrisa más bonita y natural que haya visto nunca.

-Uf. Eres un maldito manipulador- solté ya exasperada por su comportamiento.

Paró de reír y solo asintió. -Gracias. A eso me dedico.

Pongo cara de: "¿Qué demonios?".

-A manipular mentes débiles como la tuya.

-Mi mente no es débil.

-Eso dicen todos.

-¿Que te hace pensar que soy igual al resto?

-El hecho de que insistas tanto en que no lo eres, es una señal de lo común que eres pero dices que no en voz alta para convencerte a ti misma.

-Te demostraré que no es así.

Puso cara de interés. -Muero por ver eso- dijo con un cierto tono sarcástico.

Rodé los ojos. -Te crees muy inteligente ¿no?

-No soy yo aquí quién se cree cosas que no es.

-¡Joder! Tienes el puñetero don de sacar de quisio a las personas- dije en mi máxima frustración. Es que es imposible hablar civilizadamente con él.

-¿A las personas o solo a ti?- dijo en tono insinuante.

-A mi no me sacas de quisio- me apresuré a decir.

-¿Y por eso cuando no sabes que contestar sueltas cosas como: "Tienes el don de sacar de quisio a las personas" y demás?

-Esta conversación no va a ninguna parte- dicho esto me dispongo a marcharme.

-Si esquivas el tema y huyes me estás dando la razón- sonríe maliciosamente.

-Ya sé que quieres que me quedé a hacerte compañía en tu patética soledad pero lo siento, tengo cosas más importantes.

Su cara pasa de alegre a seria en cuestión de segundos y esta vez soy yo quién pone una sonrisa victoriosa.

-Aprendes rápido- se limitó a decir.

-Digamos que he tenido un buen maestro- le hago un guiño.

Me dirijo al ala de chicas nuevamente, ya he pasado más tiempo fuera del que tenía planeado. Entro sin problemas pues al parecer la fiesta particular de cierta guardia de seguridad y mi mejor amiga no va a acabar pronto. Recorro las escaleras y pasillos en puntillas de pies hasta llegar al tercer y último piso donde se halla mi habitación.
Una vez dentro enciendo la luz y mis pupilas se dilatan al ver un rostro que de entre tantos en el mundo no esperaba ver justo hoy y justo aquí. El reloj marca las 12:30 y apenas me lo creo.

-¡Feliz cumpleaños hermosa!- grita con mucho entusiasmo, más del que debería.

-Hola madre- son las únicas palabras que puedo pronunciar.

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