Capítulo 6: "Perdiendo los estribos"

42 6 2
                                    

-¿Estás segura de que no soñaste todo eso?- la expresión de incredulidad en la cara de Angie no tiene precio- ¡Diablos señorita! Tú noche si que estuvo de locos- se metió otra cucharada de pudin en la boca- No puedo creer que las cosas más emocionantes te sucedan cuando no estoy yo presente.

-Que dramática eres. Hollywood no sabe lo que se pierde- me burlé de ella.

Comenzamos a reír las dos en pleno comedor.

-¿Que les causa tanta gracia señoritas?- una voz grave nos interrumpió.

Ambas levantamos la vista para chocar nuestras miradas con nada más y nada menos que la directora del colegio. La mujer es toda una leyenda. Lleva la dirección del colegio hace más de treinta años y jamás se le ha visto merodeando por este, solo los del ala privada la habían visto de cerca en varias ocaciones, pues se rumorea que su despacho está allí, nosotros (me refiero al resto del colegio), la habíamos visto de lejos un par de veces. No tengo idea de cuál sea su nombre, la llamamos "La reencarnación de Hitler" lo que en vez de torturar judíos, nos tortura a nosotros los adolescentes rebeldes y, ¿adivinen quién le ha puesto ese mote tan chulo? Pos yo.

-Acompáñeme señorita Winslow- se limitó a decir, se dió la vuelta y se dirigió a la salida del comedor.

Angie y yo intercambiamos miradas, me levanté del asiento y heché a andar detrás de la directora. Las miradas de los demás estudiantes se clavaron en mi y los cuchicheos no cesaban. Apresuré el paso hasta quedar unos pasos detrás de la imponente mujer.

La seguí fuera del colegio hasta llegar a las grandes puertas de hierro que conducen al ala privada. El lugar estaba custodiado por dos guardias que al vernos se hicieron a un lado permitiéndonos el paso. Ella entró primero e hizo una señal para que la siguiera, dudé un segundo pero luego caminé a prisa detrás.

El ala privada no tenía nada que ver con el resto del colegio, como si dibujaras un arcoiris y le agregaras una franja gris. El lugar estaba poco iluminado, las ventanas que habían eran pequeñísimas y se encontraban en lo alto de las paredes, sin duda alguna eran la única fuente de luz. A cada lado del ancho pasillo por el que caminábamos habían pequeños cubículos pero eran diferentes por mucho de los que había en el ala de las chicas, consistían en una puerta de metal bastante resistente cerrada con candado con una pequeña ventanita en el centro que se mantenía abierta (en algunos casos).
La curiosidad fue más fuerte y me acerqué a la puerta más cercana para mirar dentro. La sorpresa se reflejo en mi rostro al ver al chico cabizbajo sentado en el único objeto que había en la pequeña celda (una camita que no parecía muy cómoda). Lo reconocí al instante. Se llama Thomas Brandon. Solía ser mi compañero de fiestas, la pasábamos genial hasta que un día desapareció, habían rumores de que lo habían trasladado acá y otros de que había huido del colegio. La realidad es que desconozco al chico que tengo en frente, ya no es aquel Tomy con el que pasaba horas bailando en las fiestas clandestinas y se le ocurrían las mejores bromas para profesores, ahora es un chico sin espíritu, como un cuerpo sin vida. Sentí una opresión en el pecho al verlo así, imaginando todo lo que estaba pasando por su cabeza, la lucha interna que debe llevar consigo mismo para no sucumbir a la demencia, porque de seguro a esto es a lo que lleva este lugar.

-Tomy- no pude resistir y susurré su nombre.

Levantó la cabeza para mirarme y vi algo en sus ojos ¿Sorpresa? ¿Alegría? No lo sé bien. Abrió la boca para hablar pero no dijo nada.

-¿Estás bien Tomy?- insistí con esa pregunta aunque sabía que era la mas estúpida que podía hacer.

Sus ojos se llenaron de lágrimas e intentó acercarse pero lo detuvo una cadena con grillete atado a su pie derecho del que no me había percatado, pero el grillete no fue lo único que me sorprendió, Tomy se llevó las manos al rostro y se enterró a llorar en ellas, las mangas del suéter que llevaba puesto bajaron un poco dejándome ver las marcas en sus muñecas, marcas de que lo habían estado torturando de alguna forma cruel ¿Era legal tener a una persona en estás condiciones? Una lágrima recorrió mi mejilla. Me dolía mucho verlo en esa situación y me frustraba más el no poder hacer nada.

"SERENDIPIA"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora