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Empezaba a creer que el señor Villamil no mentía con ser mi sombra y yo la de él

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Empezaba a creer que el señor Villamil no mentía con ser mi sombra y yo la de él. Mi primer día en su empresa y Leonor me explicó que el piso diez no estaba ocupado por nadie, a excepción del dueño y su secretaria, o sea, yo.

De verdad iba a estar sola en un lugar que era prácticamente privado, aquí solo subían quienes tenían previa cita con el señor Villamil o cuando había reuniones de la corporación.

—Tu trabajo consiste en agendar reuniones importantes, ir a esas reuniones con el señor Villamil—comenzó a explicar Leonor mientras empacaba algunas cosas de su escritorio en una caja roja—. Hacer algunos balances o checarlos. Los lunes, el señor Villamil hacía juntas conmigo para checar varias cosas de la empresa, supongo que también tendrá esas juntas contigo.

Palidecí. No me agradaba mucho la idea de estar a solas con él. Me intimidaba demasiado. Leonor debió darse cuenta de mi expresión, porque de inmediato me regaló una sonrisa tranquilizadora.

—Sé que el señor Villamil puede parecer algo intimidante, pero es un buen hombre—dijo ella colocando una de sus manos en mis hombros de manera consoladora.

—Sí, bueno... Más o menos lo conozco, era amigo de uno de mis hermanos.

—Y tu padre tiene acciones aquí en la empresa, lo sé—dijo ella—. Es un poco mandón y algo gruñón pero es buen jefe.

—Sí tú dices—dije y ella guiñó un ojo.

—Entonces, ya tienes un poco más claro lo que harás, ¿cierto?

—Sip.

—De todos modos estaré aquí hasta mañana—dijo ella—. Por si tienes alguna duda.

Leonor tomó la caja en sus manos, sobresalía un poco debido a su gran barriga.

—¿Te ayudo a llevarla?

—No está pesada y en recepción me espera mi marido—respondió sonriendo.

—Bien.

—Nos vemos mañana, Dory—dijo con familiaridad y le sonreí.

Como ya lo había mencionado, mi familia tuvo esa tonta manía de nombrar a sus hijos como personas de la mitología griega y eso se debía principalmente a que mi madre tenía ascendencia griega y su nombre era Hestia y ciertamente, mamá era como la diosa griega, la encargada de mantener el fuego en nuestro hogar, aunque era algo entrometida, yo sabía que no lo hacía para lastimarnos. Mis hermanos tenían los nombres de las deidades olímpicas y yo... Yo era Pandora, cuyo papel en la mitología era haber desencadenado todos los jodidos males de la Tierra, empezaba a creer que mi nombre sí me hacía algo de justicia. No me gustaba que la gente me llamara por mi nombre, prefería el cariñoso diminutivo que empleaban todos, "Dory".

Yo era un maldito desastre la mayor parte del tiempo. Era distraída y torpe, propensa a meterme en problemas o atraerlos, aunque mi padre solía decirme que el nombre de Pandora no era una connotación negativa, al contrario, él creía que al igual que la Pandora de la mitología, yo llevaba esperanza atesorada en mí, papá siempre decía que una sonrisa mía podría revelar lo bello del mundo aún en medio de calamidad. Yo, en cambio, creía que era una tontería. Nadie podría sentirse esperanzado al conocerme.

El corazón de la bestia | Juan Pablo Villamil (Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora