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El día en Bogotá estaba nublado y con muchas posibilidades de lluvia

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El día en Bogotá estaba nublado y con muchas posibilidades de lluvia. Algo característico de la ciudad, sin embargo, a veces me olvidaba de ello y salía de casa sin un abrigo. Estaba segura que al terminar mi horario en la empresa, iba a caer un aguacero y tal vez llegaría empapada, porque esta vez no contaba con mi automóvil para desplazarme.

Atenea me pidió de favor que le prestara mi auto, debido a que chocaron el suyo, no me gustaba negarle nada a las personas que amo y entre esas personas claramente se encontraban mis hermanos, así que accedí, no tenía problema con ello, porque Olimpo Villamil quedaba relativamente cerca de mí hogar, pero, claro. No contaba con el clima de mierda.

—¿Y esa cara?—me preguntó Joe.

—No me gusta mucho la lluvia—respondí viendo distraídamente a la vidriera que había en la cafetería de la empresa.

—Mmm, mala suerte que naciste en Bogotá—respondió el rubio y le di media sonrisa—. A mí la verdad es que me encanta que llueva.

—Sí, lo sé—dije, aún recordaba ese tipo de datos que me proporcionó cuando salíamos—. Yo odio las lluvias y ni siquiera tengo algún recuerdo traumatico con ellas, solo...

—¿Te ponen triste?

—Sí—dije—, ¿eso suena muy estúpido?—pregunté riéndome.

—Para nada—dijo Joe—. Es lógico que te pongan triste, eres un rayo de sol, Dory.

Bajé la vista avergonzada cuando dijo aquello. La verdad es que quería a Joe, pero tenía muy claro que jamás volveríamos a estar juntos otra vez, porque no sentía nada más por él.

—Oye, ¿y qué pasó con la salida del sábado?—pregunté cambiando de tema.

—Todo sigue en pie. ¿A las ocho de la noche estarás libre?

—Sip.

—Genial, ¿quieres que pase por ti?

—No—respondí—. Atenea me dijo que le darán su auto el viernes, así que tendré mi vehículo disponible otra vez—dije—. Solo mándame la ubicación del bar, ¿cómo dijiste que se llama?

—La Tea—respondió Joe—. Si por algún motivo no tienes tu auto a tiempo, nos avisas, puedo pasar por ti.

—Gracias Joe.

—No es nada—respondió guiñando uno de sus ojos—. Oye, no es por correrte, pero, ¿no tienes algún pendiente en la oficina?

—Nah, no hay pendientes—dije.

Era verdad, no tenía nada qué hacer, las citas de Juan Pablo estaban organizadas hasta el siguiente mes y como era mitad de semana, no vería a nadie en el décimo piso, por lo que no necesitaba estar ahí, de todos modos, tenía mi celular a la mano, por cualquier cosa.

Sí, llevaba con este dos días evitando al empresario, ¿la razón? Ni yo misma la tenía clara. Me había incomodado Evelyn y lo que probablemente había entre ellos, pero supuse que se debía a que algo que no toleraba eran las infidelidades y si Juan Pablo estaba con ella, a veces se comportaba de forma coqueta conmigo, no respetaba la relación que tenía con Evelyn.

El corazón de la bestia | Juan Pablo Villamil (Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora