William Moriarty y Sherlock Holmes se ven obligados a comprometerse, cada uno por diferentes razones.
El gran detective de Londres sabe que ese omega quiere algo de él, pero no logra descifrar ¿qué? Liam es demasiado contradictorio y...peligroso.
...
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Sherlock tardó en reaccionar un segundo. La carta falsa se cayó de sus manos y fue directamente hacia William.
—¿Que demonios, Liam?—coloca con cuidado al omega en el suelo y se quita el saco para poder parar la hemorragia—¡Vas a morir!
—Lo dudo...—suspira en medio de una mueca de dolor—No tocó ningún punto vital, solo será perdida de sangre.
—¡Maldito embustero! ¡Nadie va a creer este maldito teatro!
William ignora olímpicamente al otro alfa—El doctor Watson...debe revisarme y decir que perdí al bebé...
—Liam...
—¡Nadie va a creer esta vil mentira!
Por su voz se podía percibir que Milverton estaba entrando en pánico.
—Llamaste a la policía, ¿verdad?—pregunta el omega en medio de una mueca de dolor.
—John fue por ellos, están a punto de llegar—le informa.
De pronto en la casa se oye una gran explosión y entonces un olor a quemado empieza a llenar la casa.
—¿Qué demonios...?
—Tranquilo, es parte del plan—asegura William—Necesitamos deshacernos de la evidencia.
Cuando William termina de hablar el sonido de las sirenas se hizo presente y un minutos después el estruendo de varias de pisadas dentro de la casa rompió el silencio.
Los policías entraron violentamente al cuarto y, al ver al omega sobre un charco de sangre, no dudaron en ir contra Milverton.
—¡Esto es un maldito teatro! ¡Yo le hice nada! ¡Moriarty es el criminal aquí!
Sin embargo los policías hicieron caso omiso. Lestrade le dio una mirada interrogante a Sherlock quien solo le hizo un gesto con la cabeza para que procediera.
Mientras la policía se hacía cargo de Milverton, Watson se abrió paso entre el tumulto y corrió hacia Sherlock y William. John no perdió tiempo en revisar los signos vitales del omega y empezar a hacer un torniquete más efectivo para detener la hemorragia.
—John—Sherlock susurra tomando la muñeca del beta—Tienes que salvarlo.
—Lo haré, iremos al hospital más cercano y me haré cargo—promete.
—Diles...diles que perdió al bebé—dice en una voz más baja.
—Pero...
—Sé que es mentira, pero te lo suplico. Cúralo y diles a todos que perdió al bebé.
El doctor duda por un segundo pero al final suspira rendido—De acuerdo.
