William Moriarty y Sherlock Holmes se ven obligados a comprometerse, cada uno por diferentes razones.
El gran detective de Londres sabe que ese omega quiere algo de él, pero no logra descifrar ¿qué? Liam es demasiado contradictorio y...peligroso.
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William James Moriarty no era fanático de las fiestas.
Odiaba la hipocresía que se respiraba en el aire, la excentricidad y el derroche.
Detestaba que sus propia familia, los Moriarty, se regodearan como amos del mundo con todo ese dinero sucio. Era asqueroso.
—No necesito que me ayudes a vestirme, Louis—le dice a su hermano con una sonrisa amable.
—Lo sé, solo quiero hacerlo—réplica el menor mientras sostiene el saco negro que William utilizará para la velada.
—No pongas esa expresión triste, Louis. Haces que me preocupe.
El beta desvía la mirada, el cabello rubio cubre aún más su mejilla—No quiero que te cases.
William suelta un suspiro antes de acariciar el cabello de su querido hermano menor—Ya hablamos de esto, Louis.
—Lo sé, pero aún así...
—Voy a estar bien, no tienes que preocuparte tanto.
—Ni siquiera conocemos a ese alfa, ¿qué tal si es uno de esos con ideas retrógradas respecto a los omegas? ¿Si te trata mal?
William entendía la preocupación de su hermano. Vivían en una sociedad donde los únicos con poder eran los alfas con dinero.
Los omega, por otro lado, eran considerados la raza inferior. Tenían que seguir un numero ridículo de reglas y preceptos para mantener su honor y no se desechados.
William solo tenía un poco más de suerte y facilidades. Era miembro de la nobleza, así que las injusticias que recibía no se comparaban con las que la clase trabajadora enfrentaba día con día.
Él y Louis fueron adoptados por los Moriarty desde niños como un acto de caridad, para mantener apariencias.
Pero no todo era gratis en la vida. William era omega y cuando cumplió la mayoría de edad, los Moriarty empezaron a buscarle pretendientes. Sin embargo, gracias a su elocuente personalidad (que no era del agrado de los alfas) y a la intervención de Albert, su hermano mayor, William aún se mantenía soltero.
Claro que la paciencia de los Moriarty se estaba acabando y le habían dado un ultimátum. Pero, para que su plan funcionara, William debía casarse con el mejor prospecto, alguien con suficiente poder monetario y social, pero con la mente abierta. Los cuatro alfas que le fueron presentados con anterioridad no cumplían con los criterios, así que el omega se encargó de ahuyentarlos.
