CAPÍTULO 1 [corregido]

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El sol abrasador de Texas brilla en el capó de tu auto, pero es mil veces mejor que quedarse con esa inmunda alimaña que solías llamar

"el amor de tu vida."

Carlos y tú habían sido novios desde la preparatoria, se graduaron juntos y años después decidieron hacer una vida en una linda casita en Louisiana, todo fue maravilloso.

Poco tiempo después todo transcurría normal, trabajabas como mesera en una cafetería a unas cuadras de tu casa, era un trabajo acogedor, el salario no era muy bueno pero aun así alcanzaba para algunos gastos.  Carlos había terminado la carrera de arquitecto, ganaba bien, mejor que tú, dirías, pero estabas satisfecha por lo menos a pagar la renta y a veces la comida en casa.

Un día descubriste que Carlos estaba saliendo con una de sus compañeras de trabajo, fue pura casualidad, decidiste sorprenderlo llevándole pastelitos en su tiempo de descanso y tal vez robarle un beso o dos.

Cuando lo viste, sus manos estaban firmes en las caderas de la chica, besando sus labios con la misma ternura que te mostraba todos los días.  La bilis quemó tu garganta, sentiste asco y traición.  Tus uñas se clavaron en el paquete cuidadosamente ensamblado, la esquina de tus ojos comenzó a picar con esa familiar sensación acuosa, estabas destrozada.

Con 24 años nunca te has sentido tan de la mierda.
—Hijo de puta…- murmuraste para ti misma.

Los ojos de Carlos se encontraron con los tuyos, su cara palideció en cuanto te vio partir con una mirada de decepción en tu rostro.

—¡Espera! ¡No te vayas por favor, d-déjame explicarte!- Te alcanzó antes de que cruzaras la calle alejándote de la zona de construcción y antes de que llegaras a tu auto.

—¿Explicar qué?, ¿mmh?, ¿que te acuestas con tus compañeras? Ah sí, vi que tienes mucho qué explicar, hazme un favor y vete a la mierda, Carlos- afirmaste con un leve tono de burla y molestia.

—¡Tú no entiendes!- Su mano se apretó sobre tu brazo causándote un ligero dolor, la ansiedad se veía en sus ojos castaños.

—Puta madre, Carlos, me haces daño, ¡suéltame!-.

—No…- su voz empezó a temblar, bajando a octavas. Parecía amenazante.

Tu columna se tensó y tus piernas comenzaron a temblar.  Carlos te miró con ojos con los que nunca te había mirado, se veía molesto. Peligroso.

—No voy a permitir que me dejes, fue un error, te amo, prometimos estar juntos desde que estábamos en la preparatoria…- hizo una pausa.

—No te vas a ir de mi lado, ¿me entiendes?- Exigió, clavando sus uñas en tu brazo probablemente ya magullado.

Tragaste fuerte a pesar de que tu boca estaba seca por el miedo, querías gritar, pero tu voz no salía.

—¿Entendiste o debo repetirlo?- Asentiste, tus ojos muy abiertos y tu mente abrumada.

—Bien... Me alegro, mi amor, vete a casa ¿de acuerdo? Te espero en la cena- depositando un ligero beso en tus labios, se da la vuelta no sin antes regalarte una pequeña sonrisa, que para él era una dulce sonrisa llena de amor, para ti era de muerte.

Apenas Carlos desapareció de tu vista, las lágrimas no tardaron en caer como una cascada, te sentiste asustada, confundida.  ¿Por qué de la noche a la mañana se comportó así?  En los años que llevas en una relación con él nunca te ha puesto un dedo encima, ni siquiera una amenaza.

Que se joda, no ibas a aguantar algo así.

Rápidamente te subiste al auto y te fuiste a tu casa, tomaste todas las cosas que necesitabas, ropa, documentos importantes, celular, dinero…

Pedazos de amor (Leatherface X Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora