CAPÍTULO 8

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La tensión sexual era tan grande.
Pero, había algo ahí que no se sentía del todo bien, ¿Cómo es que se sentía Bubba en este momento?, ¿Cómodo?, ¿Excitado?. No lo sabías.

Era hora de dar otro paso adelante, reunir el coraje.

Antes de que se te permitieras hablar, sentiste como el peso que hace unos segundos estaba a tu lado se desvanecía abruptamente. Incluso rebotaste un poco ante el movimiento agresivo de Bubba levantándose a paso veloz de la cama para después correr hacia el baño y encerrarse.

Carajo. La has cagado.

El cosquilleo entre tus piernas había desaparecido al instante, y ahora sólo te inundaba un sentimiento de vergüenza. Tu corazón se encogió. Tal vez, él no se sentía de la misma forma que tú.

•Punto de vista de Bubba•

Aquellos descontrolados gemidos y su imaginación lo habían excitado furiosamente. No quería que lo notaras o si no te molestarías con él.

Rápidamente se levantó de la cama y corrió hacia el baño cerrando la puerta con seguro, su cara estaba tan roja, no podía controlar esas sensaciones tan pecaminosas y a la vez tan intrusivas que su imaginación descarada le hacían ver. Tu cuerpo desnudo y sudoroso además de tu rostro lleno de éxtasis le habían jugado una muy mala pasada.

Es tu amiga, por el amor de dios. Eso es lo que su voz interna le decía, le decía que estaba mal imaginarte así y que si tú te enterabas lo mirarías con alto desprecio y asco para después irte y nunca volverlo a ver.

Su erección y el calor que sentía se redujeron un poco al imaginarte con tu rostro lleno de repugnancia, igual a como habías mirado a Marcus cuando intentó tomarte aquellas fotos obscenas. Ahora aquellos gemidos que se escuchaban al otro lado de las paredes le causaban estrés. Prontamente sus manos cubrieron sus oídos tan fuerte que hasta lastimaba, sólo quería que el sonido desapareciera y que el gran problema entre sus piernas se fuera de una vez. Su cuerpo se pegó más hacia la puerta de madera desgastada para hacerse más pequeño.

¡Silencio!, ¡Calla de una vez!- balbuceó.
Quería desaparecer para no ver esa expresión en tu rostro mirándolo como tanto teme. Estaba tan absorto en sus chillidos similares a los de un cerdito que no se dio cuenta que lo estabas llamando desde el otro lado de la puerta con notable preocupación.

•Tu punto de vista•

Escuchar la puerta del baño cerrarse con notable agresividad te sacó de tu avergonzado estupor.

Te levantaste y te paraste justo al frente de la puerta. —¡Bubba! Oye, ¿Estás bien?- le llamaste, pero nada, solamente los gemidos ahora molestos y para nada calientes de al lado.

Sentiste náuseas. Te sentiste tan culpable, tú fuiste quien en un principio lo alejó de casa una noche y ahora por azares del destino estás compartiendo habitación y cama con él, en un momento en que una pareja está teniendo sexo duro justo a lado de tu andrajosa habitación. No es así como querías que ocurrieran las cosas.

Galimatías y chillidos eran ahora todo lo que podías escuchar al lado de la puerta de tu baño. Tu preocupación aumentó al igual que tu vergüenza, sentías ganas de llorar por el estrés.

—¡Bubba, por favor abre la puerta!- tocaste para llamar su atención, pero los chillidos no disminuyeron. Los gemidos provenientes de la pared habían parado y ahora eran sólo ustedes dos los que producían ruido.

Tus manos forcejeando la puerta no daban frutos, tanto era el estrés del momento que no te diste cuenta cuando tus ojos comenzaron a lagrimear, tus mejillas mojadas y sonrojadas.

Pedazos de amor (Leatherface X Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora