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                                                                              『𝔸𝕪𝕦𝕕𝕒』

                                                                              『𝔸𝕪𝕦𝕕𝕒』

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ʙᴏʀᴜᴛᴏ

Habían avanzado unos metros cuando el aire retumbó detrás con tanta fuerza que terminaron impactando contra el suelo, las llamas reflejándose en sus iris, calentando su rostro. Una explosión, dentro de la construcción, justo donde estaban Shinachiku, Hayato y Anzu. Miraron con cierto estupor lo que pasaba. Los ojos le picaban por el humo, y las gotas que resbalaban desde su cabello, incesantemente golpeado por ellas. Arrugó la nariz ante el olor de la pólvora.

Sirenas inundaron el ambiente ya contaminado por los gritos de los oficiales. El choque de la lluvia contra el pavimento se intesificó con fiereza, al mismo tiempo que párpadeo con fuerza, frunciendo el ceño, su garganta volviéndose más estrecha.

Levantó la mano donde tenía el pergamino, había quedado encerrado por su cuerpo, por lo que sólo los bordes al contacto con el suelo estaban mojados. Se espabiló y guardó el papel en la bolsa en su cadera.

—Tenemos que irnos...—susurró Sarada, y acto seguido se levantó, jalando su muñeca y la de Mitsuki.

Notó la ropa pegada a su cuerpo cuando apoyó la palma en el suelo, y así ganar impulso. Trastabilló al levantarse, pero al final se encontró corriendo junto a sus compañeros. Se ayudaron de una escalera de incendio para subir al techo de un edificio apartamental. Los edificios estaban lo suficiente cerca como para que saltaron de uno a otro. Al final, llegaron a una calle concurrida; las luces de los letreros se reflejaban en los charcos sobre el pavimento, que salpicaban gotas multicolores al pisarlos. El retumbar de las gotas contra el plástico de los paraguas era constante.

Bajaron del edificio, procurando que nadie los viese hacerlo; un espacio estrecho entre dos edifcios apartamentales, lejos del ojos y oído público. Tosía con fuerza, pues sus pulmones aún se estaban librando del humo. La lluvia disminuyó gradualmente.

—¡Memory, ¿puedes hacerme caso por una vez?! —la voz de un joven llegó, amortiguada por el bullicio citadino.

—Naciste unos segundos...—replicó una chica, su oración se pierde entre más voces. Luego, hay pasos que se acercan. Boruto saca su katana con un suave susurro y sus compañeros se ponen en pose pelea—Estoy segura de que hay alguien aquí.

Más pasos, ésta vez de múltiples personas. Dió un paso. Reforzando su agarre al poner el pie derecho frente a él.

—Siempre hay ruido, y siempre hay personas —se queja otra voz, de un chico, más cerca ésta vez.

Apretó la empuñadura entre sus manos. Sólo por si acaso.

Los pasos se detuvieron, había una silueta en la entrada. El lugar estaba oscuro y no podía ver los rasgos de la chica, pero pronto otras tres siluetas le siguieron. Dos eran chicos, uno de espalda ancha y alto, mientras el otro era más delgado y de la misma altura que la chica que apareció primero, es decir más bajo que el otro; había un infante, que se acercó a la chica que apareció primero.

—¿Estás bien? —la misma voz femenina preguntó suavementeBoruto miró hacia abajo, una franja de luz lograba iluminar su pie. Retrocedió al mismo tiempo que ella avanzaba. Los pasos de la chica de inmediato se detuvieron.

Boruto volteó la vista, Sarada, quien estaba a su lado, miró al otro lado: sin salida; luego lo miró a él, inclinó la cabeza hacia el frente. Meneó la cabeza y rodó los ojos, fastidiado. Todo él, ni porque Mitsuki estaba cerca. Enfundó su katana y caminó hasta estar a unos metros de la chica.

A sus pulmones les pareció un buen momento para provocar otra ronda de tos.

—Sí, sólo... —Ésta vez Mitsuki y Sarada tosieron. Ahora, sus amigos no tuvieron más opción que salir también.— sólo, hubo un accidente en la cocina del...de la casa de acogida, ttebasa.

Una orda de preguntas le siguieron a su oración. Mierda, ¿orfanato? ¿Cómo va a seguir esa cuartada ahora? Mitsuki le jaló la manga de la chaqueta. Lo miró de reojo, y él enarcaba una ceja.

—Dios, ¿están bien? ¿por qué están aquí?

—¿Dónde queda su orfanato?

—Déjenme revisarlos. ¿Tienen quemaduras?

—Debemos llamar al 911.

Trató con todas sus fuerzas de manetener su expresión: un adolescente asustado y conmocionado. Descubrió, con sorpresa, que no le resultó difícil. La conmoción ya le bajaba en espiral desde la cabeza hasta su estómago, juntándose con los nervios.

Ya los descubrieron, Shinachiku, Anzu y Hayato debían estar muertos para éste momento. Debían irse de allí , en ese momento.

—No llamen a nadie —interrumpió Sarada con voz firme—. Estamos bien, sólo necesitamos un descanso, pueden irse. Nosotros regresaremos a la casa de acogida y-

—Por supuesto que no. Vendrán con nosotros. Hisaku puede revisarlos.

¿Hisaku? Conocía ese nombre...

—¿Tú eres con quien Shinachiku habló? —preguntó Mitsuki. Los ojos le brillaban un poco demasiado en.

Aún seguían en la oscuridad, así que no podía ver del todo bien su rostro, pero si Mitsuki decía que era él, era él.

—¿Shinachi- —Se detuvó—. El chico rubio, ¿cierto?

—Sí.

Guardaron silencio. A pesar de todo el ruido exterior que lograba filtrarse en ese rincón tan fuera de lugar entre la ciudad llena de vida, aún logró escuchar (o creyó hacerlo) la exhalación de aire de Sarada a su lado.

—¿Qué son de él? —preguntó Hisaku, finalmente.

¿Qué eran? Ni siquiera eran amigos, pero tenía el presentimiento de que eso no era lo que él quería escuchar.

Antes de abrir la boca, Sarada respondió —Somos sus hermanos...—dijo, y pareció que las palabras le costaron demasiado.

Hermanos. Somos sus hermanos.

Apretó de nuevo la empuñadura de su katana. Que repulsivo pensamiento.

Pero supo, Sarada había acertado cuando el chico habló.

—Entonces salgan, los ayudaremos.


🌿。。。

ᴍᴇ ᴅɪsᴜᴄᴜʟᴘᴏ ᴘᴏʀ ʟᴀ ᴛᴀʀᴅᴀɴᴢᴀ, ᴇ́sᴛᴇ ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ᴇʀᴀ ᴘᴀʀᴛᴇ ᴅᴇ ᴏᴛʀᴏ, ᴘᴇʀᴏ ɴᴏ ᴛᴇʀᴍɪɴᴏ́ ᴅᴇ ʜᴀᴄᴇʀ ᴄʟɪᴄ ᴇɴ ᴍɪ ᴄᴀʙᴇᴢᴀ, ᴀsɪ́ ǫᴜᴇ ᴛᴜᴠᴇ ǫᴜᴇ sᴇᴘᴀʀᴀʀʟᴏ. ᴅᴇ ᴄᴜᴀʟǫᴜɪᴇʀ ғᴏʀᴍᴀ, ᴍᴇ ᴅɪsᴄᴜʟᴘᴏ ᴘᴏʀ ʟᴀ ᴛᴀʀᴅᴀɴᴢᴀ.

ʏ ᴘᴜsᴇ ɴᴏᴍʙʀᴇs ᴅᴇʟ ɴᴀʀʀᴀᴅᴏʀ ᴘᴏʀǫᴜᴇ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀᴏɴ ǫᴜᴇ ɴᴏ sᴇ ᴇɴᴛᴇɴᴅíᴀ ¿ʟᴇs ɢᴜsᴛᴀ ᴍás ᴀsí?

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Mundos ParalelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora