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『 𝔻𝕖𝕔𝕚𝕤𝕚𝕠𝕟𝕖𝕤 』

『 𝔻𝕖𝕔𝕚𝕤𝕚𝕠𝕟𝕖𝕤 』

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—Y les negaste eso. —Naruto volvió a dirigir su vista al que era su asistente y mejor amigo, la culpa inundando sus facciones, asintió lentamente con la cabeza. Shikamaru talló el puente de su nariz con el índice y el pulgar. Creía que esto no iba a pasar, de verdad pensó que lo que necesitaban hacer había quedado claro cuando les entregaron los pergaminos—. Ya no son niños, Naruto. Deben dejar de sobreprotegerlos.

—¡Dejamos de hacerlo y mira lo que pasó! — objetó cortando el aire con su brazo derecho y después notó que había gritado, recluyéndose en su lugar bajó la mirada y habló en susurros—. Ya sé que nosotros hacíamos cosas más peligrosas cuando teníamos su edad, pero eran otros tiempos. —Se pasó la mano por la nuca sorprendiendo la mirada del Nara—. Sólo...no quiero que sufran.

Los segundos en los que Shikamaru permaneció en silencio, con sus castaños ojos oscureciéndose ante los recuerdos de la guerra parecieron eternos para Naruto. Pero Shikamaru entendía perfectamente lo que Naruto decía. Entendía porque había sentido su garganta secarse cuando Shikara tuvo que ir a su primera misión y regresó con la sonrisa confiada reducida a un par de comisuras levantadas de manera tan forzada que resultó aplastante.

Pero eso fue hace cinco años.

Y sus hijos ahora eran básicamente adultos. Shinobis capaces que merecían confianza.

—Que fastidio —habló entre dientes, más por costumbre que porque realmente lo sintiera—. Piensa como Hokage en lugar de padre; son los más aptos para completar la misión.

El nudo en la espalda de Naruto se clavó aún más, provocándole una punzada de dolor que se extendió por todo su cuerpo. Una ráfaga de viento azotó casi con fiereza el ventanal detrás suyo.

—No... —tragó saliva— No puedo.

No podía perder otro hijo, simplemente...no podría resistirlo.


【 ... 】


— Odio cuando tienes malas buenas ideas 'ttebaro —dijo él, con la garganta cerrada dolorosamente.

—Odio cuando tienes ideas —dijo Anzu, pero ya podía ver la creciente emoción en sus ojos.

—¡Ey! —reclamó Hayato, y se volvió hacia Hatake que yacía recostado en su cama boca abajo—, tú me apoyas, ¿verdad?

Hatake apoyó el mentón en la palma de su mano, levantando su comisura.

—¿En lo de conseguir el pergamino para ir matar los que hicieron todo éste desastre? —preguntó inclinando la cabeza a la derecha—. Sí, te apoyo.

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