🍁Mi novio muerto

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Axel Green vino al mundo medio muerto, sin voz ni llanto, sabiendo que nada bueno le esperaría. Su familia solía recordar aquello como una chistosa anécdota que explicaba el origen de su indiferente personalidad.

Lo que ellos no sabían, era que Axel estaba tan aterrado con sus compañeros de kínder que no podía hablar sin sentir que alguien vendría a empujarlo o torturarlo. Así, su indiferente personalidad se volvió en una nerviosa y catártica... Una exageradamente sumisa.

Su adolescencia estaba marcada por recuerdos difusos de sonrisas plásticas y encierros en el cubículo del baño. Cuando escuchó a Emma decir aquello, Axel reaccionó como en esas épocas y se ocultó, cerrando la puerta de madera con un golpe seco y tosco.

Necesitó solo de nueve segundos para calmar el latir de su corazón y enderezar la postura. No era el mismo adolescente miedoso. Era un adulto. Uno que cargaba todos sus miedos como un adorno y los transformaba en una hostil y rancia apariencia.

—Sé que hay un bebé Axel, la puerta no cambiará nada —canturreó Emma—. Lo vi en el análisis de sangre.

Axel recompuso su estado rápidamente. No recordaba haberse hecho ningún análisis, más bien huyó de uno y luego se desmayó en el hospital. Pensó que tal vez la omega estaba seriamente confundida y luego miró su antebrazo. Sí, los puntos rojizos que Nathan dijo que quizá era solución salina.

—¿Me sacaste sangre de forma ilegal? —Axel salió de su escondite sumamente indignado—. Creo que estás en problemas...

Emma se alzó de hombros y siguió maquillándose.

—Haz lo que quieras, pensé que tenías drogas —aclaró como una excusa conveniente—. ¿Cómo vas con el embarazo? Te veo bien, ¿de cuánto estás?

Axel ni siquiera quería responder a eso, no solo porque era algo personal, sino porque dar un numero insinuaría haberse embarazado en la fiesta en la que se supone la conoció.

—Estoy bien —tanto como mi bienestar mental lo permite—. Casi sin nauseas.

—Genial —se alegró—. Tu novio debe estar feliz.

¿Novio? ¿Desde cuándo se necesitaba uno para embarazarse? Axel no lo necesitaba, Axel podía embarazarse solo. Así de increíble era. Pero aquello no era, por el momento, creíble. Así que recurrió a su plan F —sí, así de mal estaba su vida—.

—Se murió en una carrera de motos —ya que estamos ¿Por qué no inventarse un cuentito de amor?—. Hace un mes.

—Oh por Dios...

—Se llamaba Edward, le llamaba Teddy de cariño —Axel quiso echar a reír por la atmósfera—. Lo amé mucho y lo sigo haciendo.

—No lo sabía...

¿Cómo ibas a saberlo? ¡Recién nos conocemos!

—Con él perdí muchas cosas... Nunca imaginé que su vida también.

—Axel...

—Nuestro pequeño... Él nunca lo verá —porque quiero abortarlo—. Lo extraño mucho.

Pobrecito... —los ojos de Emma brillaron en pena y dulzura—. No te preocupes, estoy aquí para ti y para todo.

—Gracias, ahora, con tu presencia, podré seguir con mi vida, sonreír y ser feliz... Todo por ti.

La imaginación de Axel para inventarse personas como Teddy y matarlas de inmediato era impresionante. Mejor que eso, verla creerse el cuento aumentó su ego y lo enfadó de forma infantil. Por supuesto que Edward no existía y Axel ni siquiera podía concebirle un aspecto para encariñarse.

Señorito DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora