Plan B

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(Perspectiva Geralt)

Escuché una conversación entre los niños sobre su habitación en una posada y a Viola terminando de preparar un guiso que olía realmente apetecible.

Cuando terminé de asearme, vestirme y lavar la ropa, antes de que la sangre de Drowner se secase y fuese imposible de quitar, salí despacio de la sala.

Observé la rara estampa que tenía frente a mí, dos niños, que suponía huérfanos, sentados frente a la mesa, junto a una noble que había huido de su reino y que trataba con amabilidad a un brujo, realmente extraño.

- Geralt, te estábamos esperando, por favor, toma asiento- me ofreció Viola levantándose de su asiento.

-No es necesario- dije dudoso, no me parecía que encajase en ese ambiente, era más dado a tascas de mala muerte y potajes acuosos que vendían como sopa o guiso.

-No debe desperdiciar la comida, señor- dijo la niña con el ceño levemente fruncido en reproche - además la señorita Viola cocina muy bien.

¿Qué podía perder por sentarme a disfrutar de ese guiso, que si sabía una décima parte lo bien que olía, sería delicioso? Nada, no perdía nada y ganaba un estómago lleno, así que tome asiento en el hueco que me habían preparado.

-¡Qué os aproveche!- dijo Viola tras volver a sentarse y ser ella la que diese el primer bocado a su guiso.

Los niños fueron los siguientes y me uní poco después, la verdad es que el guiso estaba delicioso y acompañado del pan que había tostado ligeramente al fuego, era la mejor comida que me había llevado a la boca en mucho tiempo.

A penas se intercambiaron palabras durante un buen rato y actuando el guiso estaba por acabarse en nuestros platos, Viola sirvió más en mi plato y en el de los niños, terminándolo sin ponerse más a ella. Ese gesto no pasó inadvertido para ninguno de los ocupantes de la mesa.

-¿No os servís más a vos señorita?- preguntó Jonas.

- He comido suficiente mientras caminaba por el bosque- dijo Viola con una amable sonrisa - comed vosotros, algo me dice que no habéis comido nada esta mañana.

-¿Cómo lo has sabido?- preguntó la pequeña dando un ligero brinco en el sitio, como si la hubiesen pillado haciendo algo malo.

-Se que no habéis ido al mercado desde hace dos días- les comento con cierto tono de preocupación- ¿ha ocurrido algo?

-Nada importante señorita- dijo Jonas.

-Díselo,  Jonas- dijo la niña mirando sería a su hermano- no le gustan los mentirosos.

Los niños le confesaron la subida de precio en el hostal donde se quedaban, cosa que pareció agitar y enfurecer a Viola, por un momento vi una chispa en sus ojos, al parecer Viola poseía magia, aunque no parecía saber controlarla.

Cuando la pequeña confesó que el causante de la subida de precios no era el dueño del hostal, si no su hijo, Viola perdió la compostura, esos modales refinados que parecían intrínsecos en ella, se hicieron pedazos y sonreí ante su expresión.

-Ese mocoso a duras penas sabe limpiarse su propio trasero- dijo frustrada.

Traté de ocultar una risa camuflándola como si fuese una tos y eso pareció hacerla volver un poco en sus cabales.

-Disculpad, no quería exaltarme- dijo retomando su postura recta en la silla- pero no voy a pasar eso por alto, no podéis pagar esas siete monedas además de las cinco que ya pagabais.

-No hay otro lugar que nos acepte sin padres- dijo Jonas resignado, no sabía qué habitación estaban arrendando, pero doce monedas a la quincena era un abuso - y no podemos volver a la calle, así que trabajaremos más.

Bajo tu embrujo. Geralt the RiviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora