Partiremos al alba

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(Perspectiva Geralt)

- Disculpen señores- dijo situándose frente a ellos, apoyando ligeramente una de sus manos sobre la mesa, como si estuviese dejando una caricia en ella.

Como era de esperarse ante semejante visión, los hombres la recorrieron con la mirada sin escrúpulos, podía oler su deseo y escuchar sus respiraciones agitadas ante la expectación de lo que podría ocurrir a continuación, ¿a caso había malinterpretado a Viola? ¿Realmente pensaba seducir a esos hombres con tal de sacarlos de la taberna? No lo creía realmente posible, pero poco me sorprendían las conductas lascivas, había visto de todo y conocido a mujeres que compartían lecho con seres repugnantes por el morbo que eso les producía.

-Al fin algo digno de ver- dijo uno de ellos.

-Ven a tomar algo con nosotros preciosa- dijo el otro estirando un brazo para intentar tomar su mano, quise cortarle el brazo en ese momento, pero negué para mis adentros, Viola no parecía necesitar ayuda en ese momento, al menos su respiración y los latidos de su corazón eran contantes, nada que pareciese alterarla.

-Sois muy amables, pero prefiero ir fuera, ¿queréis acompañarme? - preguntó bajando el tono de voz y mirándolos con una sonrisa, joder, estaba claro que la seguirían como perrillos falderos, hasta yo la seguiría si me lo hubiese propuesto de esa forma.

Ambos asintieron y la siguieron hacia la puerta sin pasárselo dos veces, aún me encontraba en la barra, debatiéndome entre si acercarme o no, ¿necesitaba ayuda? ¿sabría cómo defenderse de ellos si se propasaban? Viola captó mi mirada, no oculté mi confusión, tampoco el enfado que me produjeron los murmullos de los dos hombres con respecto a cómo pensaban tomarla. Viola elevó ligeramente una de las comisuras de su boca y bajó su mirada a su cadera, dejando al descubierto una funda con una daga, y volvió a mirarme con esa sonrisa de confianza y llenándome de curiosidad, cuando avanzó para cruzar el umbral de la taberna, mis pasos se dirigieron tras ella, sin ser consciente, hasta que ya me encontraba fuera.

Las voces de los hombres me resultaron desagradable, decadentes, arrastraban las palabras, ebrios mientras se comían con los ojos a Viola.

- ¿A dónde nos llevas, preciosa? - preguntó uno de los tipos.

- A un lugar muy cómodo, para que durmáis a gusto- dijo con un deje de diversión, parecía muy segura de poder defenderse.

-Creo que tenemos en mente otra cosa, no precisamente dormir- dijo el otro hombre avanzando hasta conseguir tomar el brazo de ella.

No pareció inmutarse ante su toque, ni siquiera hizo ademán de apartarse, simplemente se detuvo en una postura firme y cambiando por completo su tono seductor por uno frío.

- Lamento estropearos la noche- dijo deshaciéndose de su agarre y en un movimiento fluido lo golpeó con la empuñadura de la daga la parte trasera de la cabeza, dejándolo inconsciente.

-¡Ramera!, ¿qué le has hecho?- dijo el otro dándose cuenta de lo que había ocurrido, se abalanzo contra ella, pero estaba alerta, en guardia y sonrió antes contestar.

-Le he puesto a dormir- dijo mordaz antes de esquivar su golpe y dejarlo sin aire al golpearlo en la boca del estómago- ese golpe ha sido por la pierna rota del posadero - dijo una vez estaba de rodillas en el suelo, antes de repetir el golpe en la nuca y dejar inconsciente a ese tipo también- y ese es por el alboroto de esta noche, dulces sueños.

Sin duda, la mujer que tenía frente a mí era una rareza, amable y dulce, por una parte, calculadora y decidida por otra, y había visto que podía ser también seductora si así lo quería, ¿qué más ocultaba la señorita Viola de Redania?

Cuando se giró dispuesta a entrar en la taberna, se percató de mi presencia y no pude más que mostrarle un ligero asombro y elevar una ceja curioso, ¿quién le había enseñado a defenderse así? ¿y a disparar su arco?

Bajo tu embrujo. Geralt the RiviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora