Sexta Parte

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—Bien, podemos descartar las zonas cerca del límite que Amadeus calculó —mencionó Hill mirando el holograma proyectado sobre la mesa de trabajo—. Si el sol les hace tanto o más daño que a Natasha, entonces no querrán arriesgarse a estar cerca de cualquier rayo de sol.

—Eso nos sigue dejando con una gran zona de búsqueda —señaló Yelena.

—Y tenemos solo un Quinjet pequeño —añadió Anya—. Creo que es el modelo al que Stark le añadió dos drones y si Sam va abordo podríamos tener tres drones con redwing, lo que ayudaría a aumentar el rango de búsqueda y reducir el tiempo.

—Aún con la visión infrarroja y detectores de movimiento en los drones, siendo un busque, será difícil que detectemos algo desde las alturas, por lo que vamos a necesitar equipos en tierra y, aún con la especie de motocicletas voladoras en el hangar, no podríamos llevar a todos de manera segura.

—Sólo necesitamos llevar a Strange o a Billy, ellos podrían transportar a todos los demás cuando lleguemos y encontremos un lugar seguro para aterrizar.

—Bien, entonces además de Wilson, añadiremos a todos los que puedan volar por largos periodos de tiempo y grandes velocidades como Stark, Rhodey, Danvers, Mary y Torunn para aumentar el rango de búsqueda.

—¿Están seguras de llevar a los chicos a la misión? —cuestionó María, interrumpiendo la conversación estratégica entre la rubia y la pelirroja—. Porque no creo que los demás estén de acuerdo con eso.

—No todos son mayores de edad o están entrenados y definitivamente les falta experiencia, pero la mayoría de ellos son más poderosos individualmente que la mayoría de nosotros juntos —argumentó Belova a pesar de que eso se sentía como un golpe directo a su ego—; así que, nos guste o no, necesitaremos de su ayuda si queremos encontrar la forma de salvar a Nat lo más rápido posible antes de que sea demasiado tarde.

—Sí, podemos hacerlo —aseguró Amadeus.

—Descuida, nosotros te ayudaremos a convencer a los demás de... —Orlova se quedó abruptamente en silencio al sentir una presión en su pecho y, antes de que pudiera explicar o justificar su repentina interrupción, lágrimas comenzaron a salir de sus ojos sin que ella pudiera evitarlo.

Ante la mirada desconcertada de la joven ucraniana, Hill no hizo más que preocuparse porque si esa reacción no venía de Anya, significaba que venía de Natasha a pesar de los muchos pisos de distancia entre ambas.

—F.R.I.D.A.Y., ¿cómo están los signos vitales de Nat? —exigió saber María.

~Un segundo, Comandante Hill.

Frente a los cuatro, reemplazando el holograma posiblemente poco preciso del mundo en el que estaban, las lecturas anormales a primera vista de Romanoff aparecieron; al contrario de lo que había estado ocurriendo en el cuerpo de Natasha desde que empezaron a monitorearla debido al veneno de vampiro en sus venas, sus signos vitales habían aumentado en lugar de haber disminuido y además estaban por encima de lo que era normal en ella.

—¿Cuánto tiempo han estado sus signos vitales así? —preguntó Yelena con preocupación—. ¿Por qué no nos habías informado de esto?

~Todavía estoy trabajando en reestablecer mis protocolos después de reciente hackeo de la agente Romanoff.

—Bien, no importa, sólo llama al elevador y llévanos a las celdas lo más rápido posible —ordenó María al comenzar a caminar hacia el elevador, aunque deteniéndose un segundo al ver que la pelirroja presente también comenzaba a moverse—. No, tú te quedas aquí, entre más cerca estés de ella, peor te sentirás; Amadeus, asegúrate de que no se mueva de aquí.

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